viernes, 26 de diciembre de 2008

Save tonight

Dichosos aquellos que tienen amor en sus vidas. Se acerca el 2009. Con buenas perspectivas. Todas las que caben en 50 metros cuadrados donde sólo estoy yo. En un despacho en el que solo estoy yo. En noches, en las que no solo estoy yo, pero yo estoy solo. Soy feliz. Pero dichosos aquellos que son menos felices, y no están solos.

¿Tengo que explicar qué le pido a 2009?

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Estética de la desaparición

¿Nunca os habéis preguntado qué es el sujeto? Dicho con otras palabras, ¿quiénes sois?

La filosofía nace para compartir (y por tanto, atenuar) la angustia del "quién soy". Nos hemos construido sobre la idea de la unidad. Pero, ¡falacia! O somos cero, o somos infinito. El yo no tiene coartadas ni envoltorios estables. No tiene excusas ni procedimientos, salvo la propia desaparición, o su multiplicación; el silencio o una sinfonía en las profundidades. Tal vez seamos eso: una frontera estéril, móvil, puede que inexistente. Acaso la imagen que me devuelve el espejo, no funda sino una mera impostura. ¿Y si quisiera ser otro? Mejor, ¿Y si fuese otro? ¿Soy yo? ¿Estoy detrás? Para mí: Soy una perspectiva. Una angustia. Para los otros: Una expectativa. Un objeto. Es decir, una cebolla con infinitas capas. Entre todos los puntos de vista, entre nosotros, median palabras y ropa, normas y transgresiones. Fronteras estériles, que no identifican, no fijan, no "nos son" ni nos hacen ser.

¿No buscáis, a veces, la comunicación directa? La ruptura con los propios límites. Actos de autoafirmación espontáneos. El sexo, la droga, el dolor, la creación, suceden cuando una presencia extravagante nos ilumina el espacio que nos falta. Lo que no somos, esa amputación que sentimos como primera frontera fundadora del yo. Para robar el fuego, nos dejamos invadir por una densidad, ya sea una polla, una dosis, un poema. Estamos vivos cuando follamos. Cuando tocamos. Cuando sufrimos. Ardemos. Pero es irreal. Es una ola: llega con fuerza, deja la espuma, pero se desvanece enseguida. La pornografía es un exceso de identidad. También lo es la sobredosis. El Amor. O el Arte. La Ideología. El Nazismo. La Cultura. El Blog. El Ciberespacio. (Mayúsculas muy huérfanas).

Aparecer o desaparecer, son términos relacionados con la apariencia.

Debajo de las capas de cebolla, el yo sigue sin ser nada. Aún no hemos robado el fuego. Y nosotros, seguimos aquí. Tan jodidamente solos.



domingo, 7 de diciembre de 2008

Noche nómada

La decisión de salir un viernes (o un sábado) por la noche, implica la esperanza de que te pasen cosas. Supongo que salimos para eso, para que el caos nocturno nos regale alguna pequeña sorpresa inesperada. Desde ese punto de vista, la noche del pasado viernes (escribo esto, en la madrugada del sábado) colmó mis expectativas como nunca. Me pasó de todo, aunque no todo fue bueno. 

Empecemos por el principio, ¿cómo se siente uno cuando logra entrar en una discoteca, Boite en este caso, lo cual en el Madrid gallardoniano post-Ussia es todo un logro, y se encuentra a su "ex", aquel al que no quiere encontrarse bajo ninguna circunstancia? Pues con una cierta sensación de noche tirada por la borda. De vaya mierda, éste qué coño hará aquí. Qué mal rollo y a otro sitio. El amigo con el que iba -no ajeno a esta casa- y yo, salimos por patas. Y nos dimos de bruces con la siniestra realidad de la noche madrileña: colas interminables en Ohm y en Cool, debido a las restricciones de aforo, gente vagando por la Gran Vía intentando, sin probabilidades, meterse en algún antro. Un panorama desolador. 

Y ahí, a punto de volver a casa y acostarme amargado, se me enciende una bombilla. Le digo a mi amigo: vamos al Morocco. ¿Y eso qué es? Sí, el mítico local de Alaska en los 80. Poca cola. Bebidas algo más baratas. Música petarda a más no poder. Y aunque mi amigo es 8 años más "peque" que moi, y la sintonía de "La bola de cristal" le suene a disco de vinilo y escala en hi-fi, nos lo pasamos bien cantando "la vida es una tómbola" y "enamorado de la moda juvenil" y tal y tal. Nos emborrachamos a base de Tanquerais con tónica (receta que me enseñó Syal). La amargura de la noche se fue desdibujando. Nuestras  mandíbulas empezaron a batir risotadas pedorras al ritmo de los hits patrios. Y vimos a un chico muy alto y muy atractivo, acompañado de dos chicas, con el que me puse a hablar, ayudado por la cogorza. Yo. No mi amigo, que siempre liga más que Yo, a pesar de que Yo no me puedo quejar.  Resulta que el chico se llama como yo, y es de Parla. "Allí somos todos rojos", me dice. Y yo le digo, "viva Tomás Gómez". Y sonreímos, y cambiamos teléfonos, y, entre ayer y hoy, un par de mensajes de lo más prometedores. Por cierto que cuando le pregunté a qué se dedicaba, me respondió, "estudio diseño gráfico". ¿Trabajas, o diseñas? era una frase mítica de la movida.

Y luego, mi amigo y yo, tambaleándonos por la calle San Bernardo, fuimos a casa. A la mía, que es la céntrica. Borrachos como cubas. Y en casa, con los cola-caos derramados, yo poniendo Annabel Lee de fondo (la canción de Radio Futura),  y amaneciendo, recordamos que hace casi un año que nos conocimos. Y nos abrazamos, nos hicimos mimos, y nos dijimos que nos queríamos, hasta cansarnos de decírnoslo. Si hubiese llegado la brigada anticursi en ese momento, nos pillan en gravísimo delito. Y así se esfumó una noche de lo más completa, con dos amigos borrachos durmiendo abrazados en un apartamento de la Plaza de España.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Performance de género

Según Judith Butler, el género es una construcción social, es decir, en su dimensión relacional, atiende a un conjunto de normas y parámetros que se generan desde la idea básica de la normalidad (y por tanto, de moralidad). Estas normas son interiorizadas por los individuos, que se construyen así binariamente como "mujer" o como "hombre". Las esferas intermedias (la homosexualidad, transexualidad, drag queens, drag kings...etc) constituyen, precisamente, esas fugas de la normalidad: la anormalidad, que debe ser perseguida.

Sin embargo, el método por el cual se crea un género normalizado, es el mismo que se utiliza para la transgresión: la performance. Para entendernos, la puesta en escena. Ahí está la clave. Que las mujeres lleven falda, y los hombres pantalón, que unos sean "duros", y las otras, "blandas", no obedece a una cuestión "natural"; al contrario, es produco de la performance de género que constantemente interpretamos.

A mí, personalmente, me gustan los ataques a la identidad desde los extremos, más que desde la confluencia masculino-femenino. La hipermasculinización de la masculinidad, es su completa destrucción. Su reducción a mera prótesis. Dicho de otro modo: cojo la construcción social de la masculinidad, y me divierto -gozo- con ella llevándola al extremo: obreros, militares, policías han estado en mi punto de mira, no como ejemplos de una normalidad deseada, sino expresiones de una anormalidad excitante y, en cierto modo, monstruosa. Así, con esa apetencia de irrealidad que, según Lacan, está en el corazón de la sexualidad, los he convertido en objetos de deseo lúdico, sexual, emocional.

Con las mujeres, me pasa igual. Me parece fascinante la idea de una mujer que "necesita hacer de mujer", lo que demuestra claramente el carácter teatral del género.

Aquí dejo varios vídeos en los que la performance de género se hace desde a hipermasculinización, o hiperfeminización. Espero que los disfrutéis:





martes, 2 de diciembre de 2008

Blog del día

Me nombran blog del día en Nosinmicamara, lo cual, agradezco y hago aquí patente con un enlace.

Internet es una malla de complicidades anónimas. Y esta casa, aunque pequeña, es acogedora. Imagino que no caben muchos, pero caben todos.

También vosotros.

Gracias.

lunes, 1 de diciembre de 2008

¿Vuelven los 90?

He oído, en alguna parte, que vuelven los 90. Es decir, el nihilismo. La estética antiética, y la ética antiestética, la belleza depresiva de la decadencia, la riqueza de lo pobre y lo trash, la exaltación de la nada. Lo grunge es una forma de estar al margen, por voluntad propia. Aceptar con gusto que tú quedas al otro lado de las fronteras. Pero cuando los ojos están cansados, sólo saben mirar para adentro. ¿Tiene esto que ver con la sensación extendida de crisis, de vacío, de no future? Tal vez. Sí es cierto que, desde hace semanas, acudo a Nirvana y a Kurt Cobain como si, de golpe, aquel Dios olvidado volviese a brillar, lleno de sabiduría. He recordado una de las películas emblema de aquella década en la que fui adolescente. Trainspotting. ¿Es esto la existencia, un cuento chino? No lo sé.

Por otra parte, regodearme en la crisis, me hace pensar en las utopías. Nunca las utopías se hacen tan necesarias como al final del día. Islas imaginadas, paraísos ocultos, viajes fantásticos, países igualitarios y libres. Y también... el H&M, el Zara, El Corte Inglés... (utopías caseras, a crédito) En definitiva, lo de siempre: sexo, drogas, y rock and roll. A colocarse y al loro. Somos cíclicos.


miércoles, 26 de noviembre de 2008

Rosa del desierto

De todos los chicos con los que me he acostado, sin duda A. es uno de los mejores. Lo conocí hace un par de años, una noche que se preveía aburrida en La Nogalera, en Torremolinos. Sin embargo, acabé con él en la cama y, a partir de ahí, nos hicimos amigos.

A. tenía entonces 20 años, y es marroquí. Su español era casi perfecto. Habla español mejor que muchos malagueños, a lo que hay sumar el francés y el inglés. Sin embargo, como mejor está es sonriendo. Es todo ternura. Tiene un físico impactante: alto y muy musculado para su edad, sin nada de grasa, pero con una sonrisa que parece quedarase pequeña en su cara de un niño y la piel suavísima. Dormir con él era todo un lujo, como abrazar una roca envuelta en seda oscura. Ha vivido en varios países, tiene un estatus ciudadano difícil de definir (siempre está arreglando papeles de residencia, arraigo y demás, tan vitales para tanta gente). Se mueve bien en la indefinición: es ágil, física y mentalmente. Tiene la experiencia de un hombre, y la ingenuidad de un chaval. Es irresistible.

Vive casi por la noche, trabaja en bares y discotecas. De día va al gimnasio y busca nuevos trabajos. No se prostituye ni se droga, para esos asuntos es muy musulmán. Pero se largó de casa porque es bisexual y no renuncia a vivir su vida. No piensa volver a Marruecos, aunque se emociona cuando habla de su nonagenaria abuela, que vive en un pequeño pueblo, creo de las montañas del norte.

A. es la libertad, la elección, la acción. Por eso me gusta tanto, y hablo con él a veces, desde Madrid. Su voz suena como un gran chorro de aire fresco, y evoca en mí la promesa de vernos algún día, otra vez, por tierras malagueñas.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

El escudo

Tenemos miles de evidencias para no creer en el futuro, y sin embargo, nos obstianamos incomprensiblemente en hacerlo. Da igual el compañero de instituto que murió en un accidente de moto a los 17 años, el cáncer que tiene tu tía, la crisis, o simplemente, la idea de la vejez. Delante de ti, sólo hay azar, y la certeza de que, el día menos pensado, esto se acaba.

El hombre comete la torpeza de someterse a dioses que no ve y a verdades que toca. Demagogia de barra de bar: Alguien se inventó el concepto liberador, la tierra prometida del "futuro", para que caigamos en la tentación de querer encontrarlo, mientras pagamos hipotecas, trabajamos como burros, y se consume nuestra vida.

Los punkis se zafaron: No future.

Por eso me gusta tanto enfangarme en la nostalgia, la enfermedad de la memoria. Es mi escudo frente a la farsa. Un rebozado de recuerdos reinventados, e imágenes revividas con más fantasía que precisión. Contra la fantasía del sistema, sólo podemos oponer la nuestra. El poder es siempre simbólico, y también la insumisión.

Por eso escrbimimos, desde Homero hasta Proust. Da igual que sea un blog o un trozo de papel. Para recuperar lo que nos pertenece y protegerlo de las garras del naufragio. Crear un escudo de palabras: pequeño, pero resitente. Tal vez, suficiente.

Coda: Negar el futuro como dogma vital, no implica ser un nihilista. El progreso, existe.

martes, 18 de noviembre de 2008

La mente

Cuando esta escena cambió mi vida sexual...

viernes, 14 de noviembre de 2008

Belleza

El domingo pasado -ojeras, olor a humo y sexo en mi piel- di con mis huesos en el Reina Sofía, en la exposición retrospectiva, ya casi mítica, de Alberto García-Alix.

Hace una década, cuando descubrí su fotografía, sentí lo mismo: que lo más admirable puede ser lo más desolado, cruel, e incomprensible; lejos de los cánones del equilibrio y las reglas púdicas de la belleza. En arrabales despreciados y mórbidos, lejos de la civilización, en los márgenes de la razón y la cultura, habitan esos destellos incapturables. Lo esencial no es invisible a su objetivo, dirían en el asteroide B612.

El último chute, la ausencia de Willy, esperando a un camello en La Latina. Alix es un narrador costumbrista: miró y retrató lo que veía, su mundo. Me invitó a asomarme a un Madrid que se extinguía entre las cenizas de la noche. Y del que ya sólo quedan estos frágiles reflejos. Un Madrid que veo, como un espejismo, cuando camino por la plaza de la Luna o la calle del Barco, y descubro, en los chaperos, los yonquis y las putas, la estética del mal, la insoportable atracción del infierno.

Pero no interpretemos, como diría Sontag. Sólo miremos.


lunes, 10 de noviembre de 2008

Los caminos de la ausencia

Querido X.

Me comentabas, el sábado por la noche, cuando salíamos de las Naves del Teatro Español de ver la magnífica obra Sutra, que hallas en la proliferación de mis amantes una pista sólida que explica la ausencia de amor. El amor, me decías, tiene algo de larga espera, y al parecer, no sé esperar. ¿Frivolidad? La excuso, la niego, alegando una brutal sinceridad. Nunca en mi tarjeta de presentación me defino como algo más que un mero entretenimiento carnal y/o intelectual, a quien le sirva. No engaño a nadie. Con las cartas hacia arriba, no se pueden echar faroles.

Y creo que los mecanismos de la ausencia son los mismos que los de la presencia: ajenos a nuestra voluntad. No elegimos querer o no querer. La querencia nos elige, como bien me envías en tu fragmento de hoy:

"Solo ahora puedo decirlo. En el centro de sí mismo, un hombre no escoge a quién amar. Puede escoger cómo vivir y puede ser fiel a la verdad de sí mismo donde sea posible. Pero no decide a quién amar, del mismo modo que no escoge su estatura ni su bondad. Uno puede ponerse unos zapatos de plataforma o hacer buenas obras, pero el corazón siempre tendrá la última palabra, y cuando la palabra es amor, podemos reconocer , podemos responder, podemos someternos, o tratar de ignorar, pero no podemos escoger. El amor no es una cuestión de elección, sino un obstinado acto de rendición".

Andrew O'Hagan, Quedate a mi lado.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Unplugged

Desenchufado. Así quiero pasar el fin de semana.

Me gustaría tener una vida paralela (que no doble), para quemarla, gastarla, pisotearla sin límites ni miedo. Pero soy un miedoso y pertenezco al stablishment. No puede desenchufarme del todo, como me gustaría. Drogarme. Perder el sentido del tiempo y del espacio. Mandar todo al carajo. Follar hasta caerme rendido. Despertarme el lunes sin acordarme de qué coño ocurrió. Hacer que mi cabeza convierta el papel oficial, la fotocopiadora, el PC, en papilla que alimente a los cuervos. Y quedarme sin una puta neurona en la cabeza. Antes que pensar para otros, no pensar. Pero no lo haré.


jueves, 6 de noviembre de 2008

Vuelta al Gris

Hacía frío este sábado noche, en mitad de Chueca, y Jesús y yo no sabíamos dónde meternos. Propuse ir al Gris. Con un poco de suerte aún pillábamos la "hora feliz" y nos tomábamos dos birritas por 5 €.

Algo, aparte de la música electrónica y la humareda habitual, me resultó muy familiar cuando entramos en ese antro oscuro y barato. Un antro que conocí hace ya unos 10 años, cueva de dispersos y heterogéneos angelotes urbanos que revolotean lejos del stablishment gay, tan del músculo y tan de la camiseta ajustada. Allí, todo es diferente: un poco siniestro, un poco emocionante y ambiguo. Una buena coctelera humana para empezar la noche.

Y pronto pude identificar a ese algo, familiar como un deja vu. En la planta baja, entre la espesa niebla de tabaco, me encontré al pequeño G. Su cuerpo menudo y frágil se perdía dentro de una camisa negra, rematada por una corbata fina metalizada, estilo "indie". Debía llevar algúna hora allí metido: lo delataban los pelos desordenados y sus ojos, ya cargaditos por algún porro.

G. es mi filósofo favorito, y lo digo en serio: es más joven que yo, más sabio, se ha leído todo Zizek y Foucault, y además, fue echador de cartas profesional (a mí siempre me averiguó el futuro con una precisión casi milimétrica), a lo que suma un post-grado en literatura comparada. O algo así. A pesar de eso, G trabaja para un ONG, informando en saunas y cuartos oscuros sobre cómo prevenir contagios de VIH.

Era el mismo trabajo que consiguió hace años, y por el que tuvo que rechazar una beca, que me pasó a mí, y que consistía en sentarme en un stand de El País, en la Facultad de Filosofía, y entregar ejemplares gratis a los alumnos.

Aquello me vino fenomenal, porque, a diferencia de los mil trabajos que había tenido para pagarme el carnet de conducir y la subsistencia en Madrid (cajero en un Pans&Company, repartidor de publicidad callejera, profesor de clases particulares), éste me permitía leerme los apuntes mientras los futuros filósofos cogían el BOE progresista.

Con una cerveza de 2,5 € en mano, recordamos aquellos días, y G. me dice: "Mira dónde has llegado..., y sin embargo yo, repartiendo condones y lubricante en las saunas".

Como si el tiempo no hubiera pasado para ninguno de los dos, le digo: "Lo que tú haces es más importante que lo que yo hago, pero está peor pagado". Efectivamente, él protege vidas humanas. Entre ellas, la mía. Y las vidas a salvo, las vidas que se viven, están hoy arriba y mañana abajo, son como globos que se inflan y se desinflan en cualquier momento.

Pasarán los años, subiremos y bajaremos, pero, mientras haga tanto frío en las calles de Chueca, nos quedará el Gris y su hora feliz.

martes, 4 de noviembre de 2008

Un sueño hecho de millones de sueños

Anoche, millones de personas tuvimos un sueño... Un sueño tan antiguo como el mundo. El sueño de cambiar el mundo.


lunes, 3 de noviembre de 2008

La Reina habla

Me pedían un post sobre la Reina. He hablado sobre este tema en mi artículo semanal en El Plural. Ahí va.

La Reina habla

El error de la Reina no ha sido tanto expresar opiniones que la sitúan en el espectro más conservador de nuestra sociedad, como el mero hecho de expresarlas. En su caso, como en el caso de cualquier familiar real en una monarquía parlamentaria, la institución es la persona. Y la institución, en este caso, se define por su neutralidad política: se reina para todos, no para unos pocos. Por tanto, si la Reina se hubiera expresado en otros términos, si hubiera manifestado posiciones próximas a la izquierda, su error habría sido el mismo: hablar, tomar partido, extralimitándose de las funciones que le atribuye la Constitución. Por tanto, primer error.

El segundo, a mi juicio, ha sido ponerse en manos de una periodista nada imparcial ni neutral como es Pilar Urbano, miembro del Opus Dei, eso sí, lo suficientemente astuta como para conducir a la Reina por caminos peligrosos y hacerla meterse en charcos que sólo alimentan la polémica, aunque dañan considerablemente a la institución.

El tercero, es que, además de hablar, aparte de opinar, la Reina ha defendido sus posturas con unos argumentos sencillamente inaceptables en una sociedad moderna y democrática que se gobierna a sí misma. Para criticar el matrimonio gay, por ejemplo, ha dicho que las “leyes civiles” no pueden estar por encima de “las leyes naturales”. Y sorprende que, quien eso dice, es Reina en virtud precisamente de una ley civil, y no natural. A no ser que ella piense lo contrario, en cuyo caso deberíamos regalarle una Constitución Española y los capítulos en vídeo de la transición de Victoria Prego. Los homosexuales, les recuerdo, pagan sus impuestos como el resto de ciudadanos –en eso siempre han sido iguales-, y contribuyen al mantenimiento de la Corona.

En su defensa de la enseñanza religiosa, Doña Sofía argumenta que los niños deben recibir una explicación del origen del mundo, lo cual implica que el origen o la explicación científica de nuestra evolución que se enseña en las escuelas no es válida. Tampoco conocíamos la deriva creacionista de Doña Sofía.

Y para rematar, Doña Sofía alude a la violencia machista señalando que “ha ocurrido siempre”, y que la preocupación social por este tema tiene un efecto negativo ya que “se produce un contagio, se dan ideas que otros imitan”.

Estos tres errores, la decisión de hablar, la de hacerlo a una periodista parcial muy identificada con el sector más conservador de la sociedad española, y hacerlo ofreciendo opiniones y argumentos ampliamente discutidos y rechazados, han hecho un daño considerable a la Corona, y ha dado argumentos a los republicanos. Si la Reina habla, si toma partido, se cae definitivamente la barrera de silencio que la protegía de las críticas que, hasta este momento, habían sido minoritarias.

Artículo original en El Plural

domingo, 2 de noviembre de 2008

La cena de navidad

El elefante rosa, el peque, al que tanto quiero, y del que ya he hablado aquí otras veces, es uno de los creativos, -tal vez, el principal creativo-, de esta campaña de publicidad de Shackleton, donde es becario a sus 22 añitos, trabajo que completa con un empleo de fines de semana en un Starbucks.

Pensaba que sólo sus amigos disfrutaríamos de su sentido del humor surrealista y espontáneo. Desde que lo conocí, no ha dejado de sorprenderme. Le animé a que cogiese la beca en esta gran agencia. ¿Debo decir lo orgulloso que me siento de él?

jueves, 30 de octubre de 2008

Cambio de rumbo

He perseguido, hasta la melancolía, las mieles de la post-modernidad, del post-humanismo, del pensamiento efímero y volátil, de la identidad cambiante y líbera. Pero al cabo, la melancolía ha terminado por imponerse. ¿Dónde están aquellos viejos principios que distinguían el bien del mal, lo verdadero de lo falso, lo blanco de lo negro? Europa, nuestro huerto, se fundó con un imperativo categórico: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio” (Kant).

Pero hoy nos perdemos en una guerra de medios que nunca llegan a un fin: un cuerpo, otro, otro más, una cabeza pisada, un mano arrancada de cuajo. Y, mientras cínicamente vemos Gran Hermano, anhelamos aquellos sólidos principios que albergaron un mundo de luz, hoy en tinieblas.

Serán los 30, tan inminentes.

lunes, 20 de octubre de 2008

Viendo ropa

Lo reconozco. Me voy de compras sin salir del despacho. Cuando tengo un receso en el trabajo, una hora muerta, me meto en Thesartorialist (que conocí gracias a Sara y Nacho) a ver modelones.

Es terapéutico. Modelones de tías y tíos (aquí, me fijo más en ellos por una simple cuestión práctica, no por inclinación sexual) que el bloggero fotografía por la calle. Es la moda viva y urbana que se cuece donde se crean las tendencias, que puede ser París, Milán, o cualquier rincón del mundo.

Visto lo visto, parece que hay una recuperación de los 80: cardigans, chaquetas de punto, camisas de cuadros abotonadas hasta el cuello, pantalones pitillo rematados con botas negras, tupés, hombreras y chaquetas de cuero, combinados con pañuelos al cuello, o americanas desestructuradas. Un aire a medio camino entre Spandau Ballet y Morrisey. Neopunk hibridado con neoromantic. Lo casual se transforma en un arte. Lo clásico se rebela contra sí mismo.

Aquí abajo, una selección de los últimos modelos que más me han gustado:







miércoles, 15 de octubre de 2008

Sueños

Después de un día arduo, áspero, incómodo de trabajo, que terminó bien entrada la madrugada, llego a casa... y sueño.

Estoy en el trabajo, otra vez. Es por la mañana: la gente comienza su actividad. Hay sonrisas, lío de papeles, cafés de máquina en las mesas, teléfonos sonando, faxes llegando y conversaciones de las secretarias a media voz, comentando, sin duda, alguna maldad.

Yo estoy enmedio del pasillo. Desnudo. Con la ropa en la mano. Cuando me doy cuenta, trato de dirigirme al baño, para vestirme, pero alguien se cruza en mi camino y me interrumpe. Me pierdo espacio-temporalmente. Busco de nuevo el baño, y llego a mi despacho. Sigo desnudo, y he perdido alguna prenda de vestir de las que llevaba en la mano, tal vez la camisa. Tal vez, los pantalones. Procedo a vestirme en mi despacho, pero entra la secretaria y me comenta algo. Sigo desnudo. Desnudo completamente.

¿Inseguridad?

Segundo sueño en la misma noche:

Voy a ver a mi abuela, la madre de mi padre. En el sueño está viva aunque, en realidad, falleció hace unos 12 años. Vive en la primera casa que tuvo en Málaga cuando llegó del pueblo: en un edificio altísimo rodeado de otros idénticos, un enjambre humano en un barrio de aluvión, todo cemento, sin zonas verdes ni casi aceras. Allí nunca hay sol, es un barrio de sombra. Vuelvo a esa barriada de Ciudad Jardín (irónico nombre) a la que no volvía desde que era niño.

Los edificios son los mismos, pero al entrar en el portal, es un hotel de 5 estrellas. Nadie conoce a nadie. Hay empleados vestidos con libreas que, en lugar de hablar en tosco y cerrado malagueño, pronuncian un castellano distante y servicial. Pero nadie sabe dónde está el edificio número 3, donde vive mi abuela Mercedes. Trato de buscarlo, pero no lo encuentro. Pregunto a un chico de mi edad por ese portal, y de golpe, me sitúa en las coordenadas de mi vida: "Te conozco, tú viviste en Londres hace 10 años, y trabajaste en un Burger King. Me acuerdo de ti". Y no puedo ver a mi abuela.

¿Añoranza?

martes, 7 de octubre de 2008

Utopía

Decía Michel Foucault:

"Hay dos especies de utopías: las utopías proletarias socialistas que gozan de la propiedad de no realizarse nunca, y las utopías capitalistas que, desgraciadamente, tienden a realizarse con mucha frecuencia".

Estos días, vivimos el final de la utopía capitalista que empezó con el final de la utopía comunista, el día que se derrumbó el muro de Berlin.

A partir de ahora, viviremos en un mundo sin utopías.

Y los mundos sin utopías, son más pequeños.

jueves, 2 de octubre de 2008

Rosa Díez



No suelo hablar de política en este blog. Pero este blog habla de mi vida, y la política está en mi sangre.

Hoy, un diputado valiente le ha dicho a Rosa Díez lo que muchos ciudadanos, militantes, simpatizantes o sólo votantes del PSOE, piensan sobre ella.

Cuando una persona abandona un partido porque no comparte sus principios, no hay nada que objetar. Cuando, en lugar de abandonar el partido, sigue en él, ocupando su puesto de eurodiputada, uno de los mejor pagados de la política, a la vez que dice que el secretario general de su partido, y a la sazón Presidente del Gobierno, es un mentiroso que está entregando a España a los asesinos de ETA, es llana y sencillamente un tránsfuga. Del crédito, de la decencia, de la honradez. Ha traficado con los votos que varios millones ciudadanos, para vendérselos a la derecha, a El Mundo, al ABC, a la COPE, a Telemadrid, que tanto negocio han hecho con sus opiniones.

En este preclaro vídeo, Rosa Díez pide "protección" porque dice que su persona está siendo "atacada". Tal vez, ignora, el sentido de la palabra "atacar": ella no se ha oído a sí misma en las tertulias de Telemadrid, o de cualquier emisora de la derecha, donde la invitaban con gran frecuencia, decir todo tipo de barbaridades de Zapatero y del PSOE. ¿Alguien pidió protección frente a sus calumnias?

Hay más. ¿Recuerda la ardorosa defensora de la unidad de España, Rosa Díez, sus años de consejera en un Gobierno en coalición con el PNV? ¿Qué crédito tiene esta mujer?

Cuando perdió el Congreso frente a Zapatero, y su amigo Nicolás Redondo perdió el suyo en el País Vasco, Rosa Díez no aceptó democráticamente el resultado, y comenzó una campaña de agitación e insultos, en público, utilizando todos los altavoces a su alcance y aprovechándose de la figura pública de Fernando Savater.

Rosa Díez es una oportunista de la política. Una demagoga del dolor ajeno. Una traficante de principios.

Hoy José Andrés Torres Mora le ha dicho, con sinceridad y contención, lo que muchos socialistas honrados, y tal vez para ser honrado baste ser un ciudadano decente, pensamos.

Contra la interpretación

Dice Susan Sontag: "En lugar de una hermenéutica, necesitamos un erotismo del arte".

En vez de interpretar, amar. No poner al objeto en la camilla de operaciones, sino en la cama donde se hace el amor.

Y esa afirmación, me lleva a pensar que tal vez, en nuestra mentalidad consumista, el amor también haya sufrido el síndrome de la hermenéutica.

Encontramos a alguien en el mercado de almas con cuerpo, y lo diseccionamos, categorizamos, y analizamos buscando puntos en común y razones para desecharlo tras un periodo de prueba. Buscamos amor a la carta, a medida. Por eso, queremos comprenderlo, como si ocultase motivos que no se pueden ver a simple vista, poniendo a prueba la idoneidad del artículo adquirido.

Y siquiendo a Sontag, deberíamos hacer lo contrario. Erotizarnos, abrir los poros, ampliar nuestra capacidad de sentir cosas.

Y ya está.

martes, 30 de septiembre de 2008

El Ciëlo de Madrid

Lo conocía poco, pero fue suficiente para pasar más de una noche irrepetible, en la antigua sala Coppelia, bailando sus ritmos exclusivos, oscuros y brillantes. Era extravagante, frío, atípico, elegante, nocturno, íntimo y exhibicionista a la vez, andrógino y con un talento estético que sobrepasaba lo estrictamente musical, para abarcar todo su personaje.

Desde su vestimenta, hasta sus peinados, hablaban de otra época, de otra galaxia. Me gustaba su música, pero sobre todo, me gustan sus gustos. Con él pude hablar de una pasión compartida: los Simple Minds.

De su casa retro-futurista, la misma donde hace dos días lo han asesinado a navajazos, me fui un día con una canción antigua que se incrustó en mi alma y oigo, la pongan o no la pongan, cada vez que voy al Gris, en Chueca: Nowhere girl, de B-movie.

Dejo este pálido final, de su proyecto Silvania, hoy que se oscurece definitivamente el cielo de Madrid.


miércoles, 24 de septiembre de 2008

Teoría de la acción

Nada hay más paradójico, a simple vista, que una "teoría" de la "acción". Sin embargo, me decía un amigo que todos somos sujetos "teóricos". Es decir, cada una de nuestras acciones, desde las más importantes a las más nimias, desde casarnos hasta levantarnos por la mañana o rascarnos un pie, responde a un esquema cognitivo previo, y sin ese soporte, no serían posibles.

Somos teorías andantes, aunque no lo sepamos. Si no hacemos algo, es porque esa teoría nos dice que no lo hagamos. Si no amamos, es porque estamos programados para no amar. El problema es que no somos conscientes del enjambre de conceptos que se halla detrás de nuestros pasos. Las estrcuturas cerebrales son tan profundas, tan sólidas, están tan arraigadas, que la mayoría de las veces, no las podemos ver.

Yo estoy cambiando mi teoría de la acción, mi mapa, como ya señalé hace unos días. Tenía un mapa demasiado impenitente, excesivamente ingenuo. El mundo que pintaba contenía tanta bondad que me hacía vulnerable; y tanto miedo, que me volvía indefenso.

Ahora, en el nunevo mapa, hay poco miedo, y una pizca más de mala leche. Pero miro sus bordes, sus contornos, sus escalas mejor perfiladas, y lo veo más bello. De eso se trata.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Renovación

Hoy adviene el otoño, con toda su tormenta purificadora. Y es un impulso hacia delante. Es una renovación. Y por tanto, también un

"Olvido.

Olvido porque ya soy viejo o ya soy joven:
he sido tantos alborotos
que ya soy viejo
he visto a tantos morir mi muerte
que ya soy joven

he servido a tantos príncipes

he ambicionado piedra he falsificado labios y he jadeado
no he faltado a la cita y ahora
ya no hay fuego en mi fuego
o todas mis mentiras son mentirosas
y sólo el cansancio me da vida
y sólo tocas mí cansancio
y ahora
hoy nada me duele y tú no me dueles"

Pedro Casariego, Tu mezquita y tu río, 1980.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Espacio exterior

Mañana, un nuevo mini-viaje de 5 estrellas a Sotogrande. Libros, estudios, gafas de sol, zumos, cenas, cines y cigarros.

En cualquier caso, Madrid impone una fortísima tensión centrífuga que nos lleva a salir a cada poco fuera de esta atmósfera, y buscar nuevos ámbitos donde la gravedad sea menos fuerte.

Espacios no contaminados, ingrávidos, exteriores, leves, distantes, donde casi nada parece tener importancia, y el tiempo no se fuga como los caballos sobre una colina. Años después, cuando se abran las cajas negras, veremos qué ocupó más sitio en nuestra felicidad, si Madrid o su periferia. Hasta el lunes.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Paredes de cristal

No voy a contar aquí, obviamente, mi vida personal. No es este el lugar. No soy un graffitero de mi destino. Aparte de retazos, versos sueltos, fogonazos divertidos, tembleques melancólicos, no es este blog un confesionario o un diario de mis vivencias. Quien conoce mi vida, sabe qué vivo, cómo vivo, para qué vivo. Pero sí me veo legitimado para aislar hechos concretos y extraer conclusiones generales.

Recientemente viví un lamentable episodio con una persona que fue muy importante en mi vida. No voy a entrar en los detalles, pero a partir de este triste -"triste" es la palabra, y "absurdo"- incidente, he reflexionado sobre qué puede haber de social, de cultural, de general en determinadas conductas, y qué hay de individual. Ni que decir tiene, que el hecho de que atribuya un origen social a determinada forma de actuar no exime de la responsabilidad individual de cada uno. En nosotros está asumir o rechazar un determinado modelo que nos ha venido impuesto. En nuestra mano, la posibilidad de levantarnos en armas contra el tirano que nos sometía.

Creo que, de nada sirve luchar por los derechos de los gays, si esa lucha no va acompañada de una profunda revisión y revocación total de la cultura "machista", celotípica, posesiva y cutre en la que nos han educado. De nada sirve eliminar el agravio que supone no ser igual -legalmente- a un heterosexual, si luego repetimos los mismos parámetros de la cultura que siempre nos ha oprimido: dominación, posesión, agresión, dependencia, maltrato. Hay, entre nosotros, paredes de cristal que limitan nuestra lucha por la libertad: paredes invisibles, que a veces no vemos, que pasan desapercibidas como estructuras latentes muy profundas, pero que nos encierran, nos impiden avanzar.

Digo "paredes", y no "techos": en este caso, me refiero a los modelos que los gays hemos asumido erróneamente, muros que nostros mismos alzamos entre nosotros, y no al que la cultura heterosexista dominante nos ha lanzado encima, que también existe. Tenemos techos y paredes de cristal. Que nosotros copiemos sus formas, es un triunfo para ellos. Porque lo que les jode no es que dos tíos se den por el culo. Les inquieta que, además de darse, se quieran, se respeten, y enseñen al mundo que hay otras formas de relación no basadas en el poder de uno y el sometimiento de otros/as. Saben que, cuando rompamos sus malditas paredes de cristal, su poder empezará a desmoronarse sin remedio.

Rompamos, por favor, esas paredes de cristal. Por el bien de todos.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Mapas y estrategias

Que "el mapa no es el territorio" es una verdad a medias, toda vez que tu mapa es el único territorio que conoces. Dicho esto, es fácil comprender que reprogramarse, adoptar nuevas estrategias, no es tan sencillo. Y a pesar de ello, resulta absolutamente necesario. De hecho, vivir, aprender, comprender, es reprogramarse continuamente, cambiar de mapas. En los antiguos, aparecen accidentes geográficos que ya no son significativos, y a su vez, están ausentes otros de plena actualidad.

Con nuevos mapas, con nuevas estrategias, encaramos, pues este inicio de curso.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Esta foto


Por cortesía de http://lapupilaalrojo.blogspot.com/ publico esta foto en mi blog. Este verano, en Vejer, con N, R y S (que no aparece, porque estaba, magistralmente, con ese talento que la caracteriza, detrás del objetivo).

"El viento desata los elementos, y el trueno asalta la montaña.
¡Destino de los inocentes, eres mi propio Destino!"
Odisseas Elytis

viernes, 5 de septiembre de 2008

Déjame besarte

¿Qué pulsión oculta, qué resorte a medio camino entre el corazón y los pulmones, nos empuja a querer besar a alguien? ¿Qué nos mueve hacia los labios, la lengua, la respiración de otra persona? ¿Qué íntimo anhelo de invasión, de posesión, dirige nuestra boca hacia otra, ignorante de sus hálitos, su salud bucodental, sus caries, sus chicles, sus ortodoncias, sus degluciones en el restaurante tai, sus oraldines?

A veces, besar puede ser bostezar a la par, o morderse, o callarse, o hablarse.

Hay un bar en Madrid que se llama "Déjate besar", y una canción de Morrisey que se titula "déjame besarte".

¿Es lo mismo besar que ser besado?

He ahí cuestiones para un fin de semana, previsiblemente, sin besos.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Exaltación de la tristeza

"Todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera".

Es el comienzo de Ana Karenina, una de las pocas novelas recordadas tanto por su primera página, como por la última.

La semántica de la frase encerraría toda la esencia de la modernidad, si no fuera por el incómodo sujeto, "familia". La paradoja de la frase, es que desmiente a la novela. Pero la colisión entre frase y novela es un ardid narrativo. A lo largo de las páginas, el individuo, Ana, se rebela contra la familia, Karenina. Si Tolstoi hubiera escrito, "todas las personas dichosas se parece, pero las infelices lo son cada una a su manera", habría adelantado el final. Sencillamente, Tolstoi empieza la historia por Karenina, por la unidad familiar como sujeto narrativo, y la termina con Ana, emancipada del vínculo impuesto, alfa y omega real, narrativo, vivo, de la desdicha.

La industria cultural de nuestro tiempo tiene problemas con la tristeza, y no así con la alegría. La alegría es una manifestación colectiva que nos homogeiniza. Las teleseries serializan la sonrisa, igual que las comedias de Hollywood. La felicidad, en nuestros días, es siempre compartida, consumada con, en, y hacia los demás.


No siempre fue así. Hasta los años 20, y especialmente en ellos, la felicidad fue también un placer exquisito reservado a los ricos, una singladura solitaria que se plasmaba en las fotografías color crema del final de una clase "feliz". Pero el crack del 29 pulverizó la ilusión de la belle epòque y socializó, como un derecho más, la alegría. Producto que vino de la mano del cine, la televisión, y Roosevelt.

La tristeza, en cambio, se resiste. Es de autor: remite a una individualidad hermética, difícil de comprender. El carácter íntimo, y casi intransferible de la tristeza, hace que esta haya sido expulsada al reducido ámbito de la poesía, de la expresión ínfima. Por eso, apenas tiene un hueco en nuestro sistema cultural.

En cambio, los rayos catódicos dibujan bien la tragedia, la desesperación. Un accidente aéreo o un atentado terrorista, son la versión en negativo de las grandes y efímeras alegrías sociales de la sociedad global del siglo XXI. Los espectadores se indiferencian de las víctimas, y comparten su dolor, su consternación, a través de la tv. El monstruo se alimenta de fast food emocional. Todos nos parecemos, y nos preguntamos, por qué.

Acaso, hoy revivimos elperdido charme de la tristeza en los blogs.

martes, 2 de septiembre de 2008

Lo que no está

Es frecuente que me apriete la soledad por la noche. A veces, siento su abrazo leve, sus manos de seda negra, alrededor de mis hombros: no abriga, no agobia. Pero pesa como el plomo. Está fría como el plomo. Tiene la profundidad del plomo. Y entonces, sólo me quedan los anticuerpos del absurdo para defenderme. Lo que no está, es lo que más pesa, lo que ocupa más más espacio. Lo que hace más ruido. Y siento que me duermo sobre el cold, cold ground.


lunes, 1 de septiembre de 2008

Up against it

Hoy, con septiembre, comienza la exploración del futuro inminente. Una suave transición que nos llevará, lenteamente, al ritmo de las hojas secas, a los rigores del invierno: los días condensados en un calendario indiferente, casi eterno.

Luego llegará octubre, con leves balanceos de vals, y la vida querrá perderse por los mullidos meandros de los cafés y la lana, una espuma fría que tratará de adormecernos, casi extinguirnos.

Pero me complace saber que el ejército está a punto; las armas preparadas para la batalla; los comandantes, en sus puestos. Lo peor, ya pasó. Por fin se marcha el verano.


jueves, 28 de agosto de 2008

Y por fin... la vimos

No es que sea yo un fan's (así, en plural, como diría la "Agrado") de Madonna. Pero la ambición rubia vale su precio en oro sobre el escenario. Oro, como el que lucía en los anillos y collares del vestuario de los bailarines, la mayoría negros, a la moda R&B, estilo Harlem de ahora.

R y yo nos habíamos empapado muy bien de los preliminares, toda vez que el diario pijo-casual Nice matin (La mañana de Niza, vaya a ser que alguien crea que Nice es "bonito") llevaba días anunciando, con reportajes y cotilleos, la llegada de "La Madone" a la "Côte d'Azur".

Acertaron en dos nombres: Elton John -marido incluido- y Bono -no confundir con el presidente del Congreso- acudieron a la llamada del Sticky and Sweet tour (tour pegajoso y dulce) y saludaron al personal cual divas destronadas, en los minutos de antes del delirio.

Y nosotros, en la pelouse, es decir, en el campo, rodeados de niçoices más siesos que la mar. Porque no le veo yo el sentido a pagar 60 euros -o más-, soportar las bullas, los empujones, los calores, los sudores, y luego quedarte quieto como un pasmarote mientras la rubia canta "Like a prayer", "Vogue" o alguno de sus últimos raps.

Desde luego, R y yo no dejamos de botar (con b), aunque le jodiéramos el concierto a los franchutes lánguidos que teníamos delante.

De Madonna podemos decir que está casi irreconocible. El rubio artificial, la cara algo deformada por las operaciones que la han dejado leporina, junto a sus brazos musculosos en los que se marcan poderosas venas, te hace dudar si estás frente a la Ciccone o a Martina Navratilova.


lunes, 25 de agosto de 2008

Verano a la Côte d'Azzur

Escribo estas líneas desde Niza, antes de que llegue el último día de nuestra estancia en la Costa Azul, que remataremos con el concierto de Madonna. Ha sido un viaje azul, muy azul. Esta costa casi sin playas, rocosa, ostentosa, que conjuga impresionantes villas privadas con horribles edificios mirando al mar, es un buen punto de fuga de la realidad que nos espera en España.

Cada ciudad tiene aquí un Casino; un Grand Hotel estilo bèlle epòque, o varios; cochazos deportivos correteando por las calles; un puerto deportivo y un promènade con lujosas tiendas de moda. Por las noches, suele haber fuegos artificiales. Conducimos un descapotable que hemos disfrutado a tope. Hemos conocido calas, pequeños pueblos costeros y ciudades famosas: Mónaco, Sanremo, Menton, Antibes, Eze, Cannes, y por fin, Niza. En la elegante Cannes, me he hecho una foto en el paseo de la fama, que prometo publicar, con mis manos sobre la losa donde puso las suyas Win Wenders, que ganó aquí la Palma de Oro con "París, Texas", en 1984.

R y yo hacemos una buena pareja de viaje (y de muchas otras cosas...): nos olvidamos de que, a los días azules, seguirán días grises, negros, amarillos o rojos. Nos olvidamos, pero no nos perdemos ni un matiz del azul de las mañanas, de las tardes, del mar, del verano.

Mañana veremos a la cometa americana en un gran estadio de fútbol.

jueves, 14 de agosto de 2008

Un Atolón

Un atolón es un anillo formado por arrecifes de coral, en cuyo interior hay una laguna, creada por el hundimiento de una isla volcánica. Es, por así decirlo, una isla inversa: brazos de arena coralina de escasa altura, donde brotan cocoteros y palmeras, que envuelven y protegen un mar interior de aguas cristalinas y peces multicolores. 

En oposición a su imagen angelical e inofensiva, los atolones son los archipiélagos más peligrosos para la vida humana: navegación difícil por la proliferación de arrecifes, escasez de alimentos y de agua, abundancia de peces venenosos, tiburones y el capricho tempestuoso del Océano. 

Es la metáfora perfecta de la verdadera Utopía: un lugar casi inaccesible que protege un interior lleno de vida propia dentro de la inmensidad del Pacífico. Una isla al revés, hecha de plantas marinas calcificadas y pretéritas, que ofrece una visión irreal de magnífica fragilidad, pero que constituye el muro separador más sofisticado del universo. 

Y quién dice que, en lugar de irnos a una isla desierta, no queramos refugiarnos en el vientre oceánico de un Atolón. 

martes, 12 de agosto de 2008

En el país del viento

He venido, como cada verano desde hace tres años, a la costa de Cádiz, a Vejer. Me acompañan en la expedición R., Nacho y su mujer, Sara. La casa que ocupamos -alquilada-, parece adentrarse, como una galería, en la ladera de la montaña por la que se extiende el pueblo, mientras que hacia el exterior se descuelga, en diversas alturas, con una fachada encalada en un blanco intensísimo. Así, el pueblo va formando en el aire una magnífica e irregular volumetría de figuras blancas que peinan el viento constante de Vejer.

Me alucina, como cada año, comprobar que el sol y el viento son los absolutos protagonistas de esta costa. El domingo, R y yo nos quedamos en la playa del Palmar, todo el día, hasta ver cómo el sol era engullido por el límite del océano. Al desaparecer la circunferencia del astro en el agua, durante los minutos mágicos que son la antesala de la noche, se mantienen, sobre las ondulaciones marinas, los rescoldos del naufragio solar, como islotes de fuego. El mar es, hacia la noche, un edredón de tornasoles, naranjas y violetas. Hay pocos espectáculos más bellos que esta silenciosa claudicación del día. R. y yo casi no dijimos nada hasta coger el coche y volver al pueblo.

Pero el viento, sigue. Noche, día, en la playa, en la plaza del pueblo. El viento es aquí la frontera móvil que crea este pequeño país: conecta calles, atraviesa las tierras del interior, planea sobre la arena rizando la mansedumbre de la orilla, empuja el plástico de las velas de los windsurfistas, languidece en las laderas de las montañas, para remontar en los riscos y golpear a la naturaleza, con la persistencia y la precisión de un escultor cósmico. El viento aquí azota, acaricia, golpea, sacude o, sencillamente, palpa todo cuanto tiene a su alrededor. Y nosotros, aquí, formamos parte de ese alrededor inconsciente.

Mañana nos volvemos a Málaga. Espero que tengáis buen verano.

viernes, 1 de agosto de 2008

Emoticono

Desde que uso el messenger, me han fascinado esas especies de caricaturas animadas que son los "emoticonos". Iconos emotivos. Signos del sentimiento. En definitiva, un lenguaje propio. Yo creo que son una síntesis de laboratorio entre los teletubbies y las caritas acid que empezaron a llenar camisetas y cuadernos a mediados de los 90.

Era evidente que el chateo, a medio camino entre el habla y la literatura, entre lo epistolar y lo telegráfico, necesitaba ampliar sus posibilidades de expresión. Y estos muñecos animados me han servido para crear, espontáneamente, contrastes imprevistos, subrayar un sentimiento, ironizar, puntuar y, en definitiva, perder muchísimo el tiempo infantilizándome a tope. Tienen, como no podía ser de otra forma tratándose de signos, su propia gramática.

Una de las cosas que más me llaman la atención es la diversa cantidad de emoticonos que proliferan cada día, que parece responder a un catálogo inagotable de matices expresivos.

Por cierto, que recordar las caritas acid, me ha llevado a recordar la música de aquel momento, "acid jazz", que me ha llevado a recordar las delicias psicotrópicas del "op art" (optical art, que tan de moda puso la modelo y actriz Twiggi en los años 60 y 70, a la sazón, una de las fundadoras de la anorexia como estética vital). Y ello, a su vez, me ha hecho recordar la retro-futirista mise en scène de los tecno-germanos Kraftwerk.

Para muestra, un botón:






jueves, 31 de julio de 2008

Romeo y Julieta

Una de las más bellas canciones de amor que conozco.



Romeo, loco de amor, canta una serenata callejera
deprimiendo a todo el mundo con su canción de amor.
Encuentra una farola apropiada, sale de las sombras,
y dice algo como: "¿Qué hay de nosotros, nena?"

Julieta dice: "¡Ah! ¡Es Romeo!,
casi me matas del susto"
Él, bajo la ventana.
Ella canta "¡Laralá! Mi chico ha vuelto"
No deberías venir por aquí,
despertando a la gente con tus canciones.
De todos modos, ¿qué le vamos a hacer?

"Julieta, los dados estaban trucados desde el principio
y aposté y estallaste en mi corazón
y olvidé, olvidé... la canción de la película.
¿Cuándo te vas a dar cuenta de que, simplemente,
no era el mejor momento? Julieta"

Van por distintas calles,
calles de vergüenza
ambas sucias, ambas vulgares,
y el sueño era el mismo.
Y soñé tu sueño por ti
y ahora tu sueño es real.
¿Cómo me puedes mirar
como si yo fuera uno más de tus líos?

Puedes ceder por cadenas de plata,
puedes ceder por cadenas de oro,
puedes enamorarte de atractivos desconocidos
y de sus promesas.
Tú me lo prometiste todo,
me prometiste el oro y el moro,
y ahora sólo sueltas: "¿Romeo?
Ah! Sí, tuve una historia con él."

Julieta, cuando hacíamos el amor solías llorar
Te decía: "Te quiero como a las estrellas del firmamento.
Te querré hasta la muerte"
Hay un lugar para nosotros, ya conoces la canción
¿Cuándo te vas a dar cuenta de
que no era el momento apropiado, Julieta?

No sé hablar como lo hacen en TV
y no sé hacer una canción de amor como se debería hacer.
No lo puedo hacer todo, pero haría cualquier cosa por ti.
No puedo hacer nada excepto estar enamorado de ti.

Todo lo que hago es extrañarte, y a la forma como estábamos juntos.
Todo lo que hago es mantener el latido y las malas compañías.
Todo lo que hago es besarte a través de los versos de un poema.
Julieta, iría a las estrellas contigo en cualquier momento.

lunes, 28 de julio de 2008

Rien ne va plus

Ya llevo los dedos "al aire", es decir, sin escayola. Tendré que hacer algunos ejercicios digitales para ir recuperando la movilidad.

Cuando me han quitado el vendaje, he sufrido una rara sensación: después de un mes con la fibra de vídreo envolviendo mi piel, ha sido como si me quitasen una parte de mi cuerpo. Inversamente, el dedo, ancho y morado, algo deforme por la quietud, con menos sensibilidad, era como un agente extraño, un saliente tumefacto que no perteneciese a mi organismo.

Me pregunto si nuestro cuerpo no es una prótesis de nuestra identidad, si nuestras manos, nuestros pies, nuestro pelo, no son perfectamente intercambiables y sustituibles por los y las de otros.

Este puente, estuve en un pueblo con Mar...

Y con Casino...

Si las heladerías venden helados y las zapaterías, zapatos, los casinos venden azar, suerte. Buena, o mala. Rien ne va plus. No va más. Y la tuvimos...

miércoles, 23 de julio de 2008

1986

Tenía la hermosa edad de 7 años, recién cumplidos, cuando el cohete del Challenger se desintegró en el cielo, lanzando la cabina a 22 km de altura con sus tripulantes vivos, que al parecer no murieron en el acto, sino cuando la cabina cayó al mar. Ese día, se desintegró también mi sueño, compartido con todos los niño de mi edad, de ser astronauta. Y empecé a vivir en la tierra, donde existe la muerte, el miedo y el amor.



Cuando la televisión escupía este anuncio, yo me frustraba de no ser uno de esos atléticos y rubísimos chicos de mi edad, que me recordaban que yo era moreno, desgarbado y gran un patoso para el fútbol. Y seguía soñando con el Challenger, hecho polvo de estrellas. Dicen que somos la "generación Nocilla".



Y hoy, 22 años después, esta canción de Mecano, de ese mismo año, me dice que soy un pesado por pensar en el pasado...

lunes, 21 de julio de 2008

Pasan los días

Pasan los días de julio. Se desdibuja el dolor, vuelve la calma, la escayola ya huele a pasado, a fósil, me pierdo por una agenda imposible con mucho pasillo, que es por donde mejor se escapan las horas, las semanas, los meses.

Una noche camino, con un amigo, por la calle Conde Duque, a la búsqueda -infructuosa- de una mesa en una terraza. Un ángulo desde el que obsevar la intrascendencia del verano madrileño. Y una música, como un soplo de aire fresco, se me mete en el estómago, con toda la gravedad de los woofer y la poesía ligera del Mediterráneo. En el centro de gravedad cultural se desarollaba, alegre, un concierto de Franco Battiato.

Y la estación de los amores, estalla en mi piel.

lunes, 14 de julio de 2008

Sin retirada.

Leo, después de días de herrumbre, este texto en las paredes del Metro:


El óxido se poso en mi lengua como el sabor de una desapari-
ción.

El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el
olvido,

y no acepté otro valor que la imposibilidad.

Como un barco calcificado en un país del que se ha retirado el
mar,

escuché la huida de los insectos y la retracción de la sombra al
ingresar en lo que queda de mí;

escuché hasta que la verdad dejó de existir en el espacio y en
mi espíritu,

y no pude resistir la perfección del silencio.


Antonio Gamoneda, "Descripción de la mentira".

Estamos para contarnos con los dedos de una mano.
Y para cerrar el puño.
Pero, después de todo, estamos.
Y estamos vivos.
Y estamos fuertes.
Y estamos bien.

lunes, 30 de junio de 2008

Casa

Hoy dormiré, años después, otra vez, en mi casa.

Mi casa que es ya otra casa, que habrá que hacer de nuevo: Con la ayuda de Ikea, remasterizadora útil de vidas rápidas, remezclador de minipisos versionados sobre la marcha, reinventados para el consumo como la sintonía variada de un mix.

Vidas por módulos, metros sampleados.

Mi casa, olerá a pasado, tendrá aún el eco de otras voces. Pero será, también, la cocina del futuro, el baño donde se lavan las cuentas pendientes, el salón donde se recibirá a nuevos invitados. Vivirla será llorarla, reírla, beberla, amarla. El ADN de una casa es su olor: ahí está la composición bioquímica de tus cariños, el rastro de tus ausencias, el aroma de tu vida.

Quimérico inquilino.

Mi casa de Kamosisa hoy abre hasta el amanecer.

miércoles, 25 de junio de 2008

Cartografía del afecto

Tengo dos catarros.

Uno es somático, es decir, físico, y lo estoy tratando con varios jarabes que horadan mi estómago cual orugas de metal. Sufro accesos de tos en los que parezco estar sometido a un proceso de exorcismo, y mi color es macilento, lo que bajo el sol impenitente de Madrid debe quedar, cuanto menos, très original.

El otro catarro es psíquico y social. Y lo tengo con algunas personas en concreto. Cuando me vine a Madrid, era consciente de que las expectativas que traía componían una fotografía lejana e imprecisa que, en el ajuste con la realidad, sufriría serias modificaciones. Donde creías que había un afecto, bien coloreado como una montaña alta, hay un valle muy profundo y seco. Donde pensabas que había un desierto ausente, hay una cordillera de cariño.

Unos pocos no han aparecido, ni para preguntar cómo me va la vida. Otros no paran de llamar, pensando más en ellos que en mí. El pequeño elefante llama cuando debe: el más joven es el mejor, un portento de intuición.

La cartografía del afecto retrata un panorama diferente al que esperaba, pero tal vez, con la misma altura media sobre el nivel del mar.

lunes, 23 de junio de 2008

Narciso

¿Qué es el amor?

Derrida responde a la cuestión eterna de varias maneras. Hace tiempo posteé un vídeo en el que el explicaba la irresoluble disyuntiva amorosa del qué y del quién. ¿Amamos al sujeto, en su específica individualidad, o nos enamoramos de sus cualidades?

En este vídeo, Derrida explica la relación entre Narciso y su Eco. El Eco repite, refleja, el discurso de Narciso, lo que Narciso es o dice. Eco es una copia de Ego. A través del Eco, Narciso se ama a sí mismo: es un amor reflexivo. A través de Narciso, Eco es capaz de amar lo otro, lo fuera de sí: de enajenarse. Y en esa desigualdad, en ese sometimiento, en esa sumisión, hay amor. Si somos ecos o Narcisos, sólo los dioses lo saben.

jueves, 19 de junio de 2008

Cambiar

Crecer dentro de unos márgenes. Moverse entre fronteras. Cambiar de posición dentro de unos límites.

Pero, ¿por qué no aumentar los márgenes, mover las fronteras, cambiar la posición de los límites?

¿Por qué, en vez de movernos nosotros, no hacemos que se mueva el mundo?

¿Por qué siempre damos por buena una determinada configuración de opciones, un singular sistema de posibilidades?

¿Por qué no cambiar el sistema?

¿Por qué no cambiar el mundo?

¿Por qué no cambiar de mundo?

miércoles, 18 de junio de 2008

Identidad

Es durante la adolescencia, en la dolorosa toma de contacto con la realidad, cuando se te rompe el alma. Y ese conjunto de grietas, fosos, muros de defensa y almenas improvisadas rápidamente te acompaña ya para el resto de tu vida. Lo que te hace ser seguro o inseguro, valiente o cobarde, defensivo o agresivo, tímido o lanzado.

Si quisiéramos cambiar los planos, deberíamos volver a ese periodo, tirar tabiques, rehacer el edificio.

De aquella época, no temo la oscuridad, pero soy hipocondríaco. No me da miedo estar solo, pero me hundo ante la agresividad, o el silencio, o la ausencia, o la traición de los demás. El mundo, en su ritmo infernal, en su autodepredación constante, sigue siendo un jeroglífico indescifrable para mí.

Me quedo como estoy, con el cúmulo de imperfecciones que conforman la serie alfanumérica de mi precaria identidad: mi proverbial ingenuidad antropológica, mi inclinación a la timidez bien disimilulada, mi humillación ante cualquier tipo de belleza, mi boquete en el pecho en el que falta cariño.

Pequeños tesoros.

jueves, 12 de junio de 2008

Sociedad desabastecida

Me despierto, desde hace meses, con una sensación extraña, una cierta incomodidad que me recuerda a cuando los zapatos no me encajan bien. Una malestar como de fin de ciclo.

Hasta hace poco, vivíamos en una sociedad de efectos sin causa. Y éramos felices.

Felices en la lógica de la abundancia que consiste en sustituir el producto por su sensación, por su placer. Es el efecto el que crea la causa; el acto de compra, de satisfacción de un impulso neuronal, el que genera la función.

Consumimos psicología: a cada marca, un valor diferente. A cada novedad, un estímulo antidepresivo. El mercado es una extensión de nuestro sistema nervioso, la proyección tasada de nuestro subconsciente. El consumo, una neurosis que devora la realidad, que tira de ella con su obsesiva ausencia de algo.

Y de repente, las causas se rebelan contra los efectos: el petróleo dice adiós, el plástico se encarece, el transporte se manifiesta.

Es como si todo el aparato productivo reclamase su existencia tras años de expulsión del sistema. Ahora nos toca a nosotros, parecen decir los elementos ocultos.

Tras un largo sueño plagado de miríadas de sensaciones, nos despierta una alarma con el aviso de que la realidad sigue esperándonos

PD: Lectura recomendada, “El país de las últimas cosas”, de Paul Auster.

lunes, 9 de junio de 2008

Lluvia

Vuelvo de un breve finde en Málaga, sazonado de playa y sol, con una pizca de noche, y me encuentro, otra vez, con el plomizo cielo velazqueño.

Vuelvo de la ligereza mediterránea, amable ante la vida, y me topo con el ronco cabreo madrileño, una urbe cada día más toscamente facha y amargada ante la vida.

Y eso que no cato Telemadrid, que apago el televisor cuando aparece Aguirre o cualquiera de sus consejeros, y que he decidido, en general, no exponerme al discurso tóxico de la prensa de derechas.

Es cierto: las playas de Málaga son prosaicas, populacheras, alborotadamente humiles, y contaminadas. Pero no menos impuro es el estado de ánimo de la capital, contagiado de taxista a taxista, de oficinista a oficinista, en una metástasis de áspero resentimiento.

Y a pesar de eso, me gusta la ciudad alegre y revoltosa que se intuye, que subyace debajo de los adoquines, que pega algún chispazo inesperado en alguno de sus rincones. La ciudad que fue algún día, con el viejo profesor. A ella me debo.

miércoles, 4 de junio de 2008

Princesita dundee ataca de nuevo

Así es la australianísima: una Princesita dundee. Edulcorada, plastificada, menuda, artificial, multicolor, redondita, menuda, marchosa, chillona:

Con ese glamour rubio-ñoño tan del regusto pop. Tan Jean Paul-Gaultier reloaded.

La imagina uno tomando un zumo de naranja en un Grand Hotel. Viajando con 300 maletas y 200 porteadores por los aeropuertos. Escogiendo con problemas qué gafa de sol ponerse para salir del avión privado y hacer tierra en... ¿en? ¿Madrid, Roma, Berlín? Cariño, ¿dónde quedaba eso?

¡Oh, tantos kyliómetros en este X-Tour!

Blufffff. La pantalla gigante acojona. Suena -originalidad ante todo- el comienzo de 2001: Así habló Kylie. Digo Zaratustra.

Los graderíos catapultan los gritos del mariconeo heterodoxo en ebullición ante la salida de la ídola (jovencitos de purpurina, maribollos mitómanas, treintañeros frívolos, muscucalvas, mezclados con heteropijos, rubias de bote y turistas).

Y entonces baja colgada de una especie de columpio-trono a medio camino entre lo faraónico y lo intergaláctico...

Se mueve. Contonea sus amplias caderas, con el muslamen oculto bajo faldas que flotan y que ella agita con sus manos. Y empieza la segunda canción, de las pocas que conozco: I can't get you out of my head.

Y el corazón de Madrid se consume bajo una piñata de colores pastel y ritmos neumáticos.

Viva Kylie y sus cambios de vestuario.

martes, 3 de junio de 2008

Fans

Si nada lo impide, y sin ser fans' de ella, esta noche iré al concierto de Kylie, antesala del Gay Pride de dentro de unas semanas.

Llevo el uniforme conciertero en una mochila. Cuando den las 20:30 me transformaré cual Jekyll en Hyde: me quitaré la corbata (nudo Ascott), me pondré mis zapatillas Levi's nuevas, mis vaqueros desteñidos (bleach estile) y mi camiseta ceñida.

Nadie me parará. Quemaré los desayunos hipocalóricos, pero me inyectaré glucosa popera intravenosa. Pasaré de las locomotoras de los AVE a la "locomotive" del petardeo. Y a lo mejor, se produce alguna interesante revelación.

Mañana es ya otro tema.

viernes, 30 de mayo de 2008

Anoche

Esta mañana es aún anoche.

Anoche R, compañero de trabajo, guapo homólogo de mi edad, me llama para tomar unas copas. No me puedo resistir.

A R. lo conocía desde antes de llegar aquí. Lo conocí en Málaga enmedio del fragor de la última campaña electoral, y aparte de algún simpático cruce de e-mails y alguna conversación de trabajo, hablamos poco. Eso sí: nos llamamos mutuamente la atención. Por lo que fuera, por una cierta afinidad vital difícil de concretar, que va más allá de lo parecido de nuestras respectivas situaciones. Por una atracción personal solapada, sigilosa. Por lo que fuese.

Me presenta a su mejor amiga, M, y al novio de ésta, G. Ella, camiseta cara con una serigrafía de "pitufina", icono que fielmente la retrata. G, vaqueros correctos y camisa a rayas por fuera, à la mode Barrio de Salamanca. R lleva un polito de eterno joven, de colegial incandescente, como sus mejillas.

Son las 12 y empieza la noche a base de mojitos, se prolonga con dardos (quedé segundo sin haber tirado antes uno en toda mi vida) y se prorroga, trayecto en el mini de ella con Shakira a tope incluido, en un pub atestado del corazón pijo de Madrid, un bar sin demasiados aderezos donde se suceden canciones de Los Inhumanos, Hombres G, Amaral... y para mi sorpresa, U2. Una chica se contena a mi lado, ante mi sorpresa y evidente desinterés, fijado en otro sitio.

Pitufina y G deciden irse, no sé intencionadamente o no, y dejarnos solos en una discoteca que se llama... "Déjate besar" ("música pop para espíritus no codificados").

Y no, no hubo besos, pero sí una prolongada y agradable conversación que viró sobre temas tan interesantes como Madonna o Killy, y una vez decididos por Madonna, si Madonna primera o última generación. Y de ahí, al trabajo, Málaga, las amistades, los conciertos, la política.

Todo, menos nosotros.

Y tal vez, mejor así.

jueves, 29 de mayo de 2008

Y si cambio de idea...

Fue la primera llamada nada más llegar a Madrid. Era él. Con su voz de adolescente prolongado. Era él. Con su inocente capacidad de destrucción. Él. Llamando.

Alguien le dijo que me venía a vivir. Y yo ya me había olvidado.

El alegre e inocente generador de tristeza. Me llamó.

Y nos vimos ese día. Y otro. Y cenamos, y salimos. Y está ahora en mi vida. Sin estar. Sin papeles. Estamos improvisando. Hacia ninguna parte, es cierto. Me prometí que lo iba a olvidar. Pero él sabe cómo evitar que lo olvide. Le basta con estar.

Él.

lunes, 26 de mayo de 2008

Pasillos

El pasillo es el papel, y el azar es el texto. El pasillo vacío es como el folio en blanco: Una suerte de miedo a lo desconocido que contiene potencialmente al infinito. Así aprendí a ser periodista: observando los márgenes, deteniéndome en los paréntesis, sabiendo que la información que vale circula por debajo de la mesa, en los excusados y reservados, lejos de la sólida oficialidad de lo preestablecido.

Me encuentro a J, en virtud del azar, en uno de esos pasillos. Es una larga mañana ministerial, con ecos de grandes puertas, plúmbeo cielo velazqueño por la ventana, y ordenanzas solícitos de aburrimiento.

J, par a mí, unos 45 años, varón clásico y solterón, vestimenta de protocolo cara, verbo de conspirador palaciego, risa de cotilla real, andares de pavo encuadernado, picaresca torcida de consorte descreído, educación morigerada y ampulosa, mirada de zarzuela madrileña, niño de Chamberises y barquillos en verano, tardes de horchata y zapatos nuevos, me pregunta, al salir del despacho de un tierno compañero de trabajo, si emerjo del cuarto oscuro, a estas horas, tan tempranas. Tan de café con churros servidos por Goyo en la cafetería de los subsecretarios que comentan el pedrojotismo de todos los días. Y el comentario me despierta más que un cortado doble con anfetas, aderezado de redbull y Coca-cola.

Observado por lóbregos lienzos cuarteados que ponen rostros eternos, aun a costa de lo estético, a lo efímero de los cargos del poder, me digo que aquella paradoja entre noche y día, antro y Ministerio, sordidez y suntuosidad es el claroscuro tenebroso y brillante que mejor define Madrid.

Pero debo callar. Se acerca un ordenanza con paso de largo de tarde de lunes. Ah, el pasillo indiscreto, texto de nuestros días.

jueves, 22 de mayo de 2008

Nómada

Por arte de magia, un amigo me envía tres vídeos que son el mapa audiovisual de mi estado de ánimo. O eso pienso una vez que, habiéndolos visto, me siento como me siento. Hoy sobran las palabras:





viernes, 16 de mayo de 2008

Papel

Me instalo. Ocupo la celda correspondiente del panal. Soy una abeja, no sé si maya o azteca.

El encargo es confundirte, indiferenciarte, disolver tu identidad y producir la cera requerida para la abeja reina. Aquí se viene unidimensional y funcional. Aquí se viene soñado y llorado y reído. Todo eso debe quedar en las profundidades del subsuelo de tu inconsciente: esa caja negra de seguridad, impenetrable, que porta el ADN psicológico de cada uno de nostros.

El contra-objetivo es cercar bien ese instinto libre e impedir que la estructura devore tu identidad a base de tiempo, paredes y papel.

Sólo con los muros bien altos protegeré la casa de los Kamosisas, y no me convertiré en un "hombre de papel", en un "juguete del viento"

domingo, 11 de mayo de 2008

Hola

Más que volver a empezar, lo mío es empezar a volver.

Dice hoy ZP en El Mundo citando a Aristóteles que el comienzo es más de la mitad. De modo que ahora tengo ante mí más de la mitad de algo. De lo que sea. Pero es un comienzo que ha empezado ya otras veces: ¿una espiral, o una escalera de caracol? ¿Hacia qué? Las escaleras se recorren hacia arriba, o hacia abajo. 

Esta tarde vuelvo a Madrid, después de tres años en Málaga. Y me acuerdo de un día hace más de diez años, cuando me fui por primera vez. La estación era la misma, igual de fría, igual de grande: los trenes son distintos. Ahora iré en AVE. Toda una metáfora.

Gracias Syal por esta canción:




jueves, 8 de mayo de 2008

Adiós

Hay placeres del "adiós" a los que me niego a renunciar. 

Decir "adiós", no hasta luego, o hasta la vista, sino "adiós", como quien tira por el desagüe de su vida ciertas cosas. Pocas veces suelo utilizar una semántica tan definitiva. Pero aquel cuyo trabajo es "decir" ha callado demasiado. Y este "adiós" tiene la adrenalina de la presa rota, del bozal caído. 

Por tanto: "adiós".





martes, 6 de mayo de 2008

Diálogo

Diálogo en la derecha española:

Acebes: "Le he dicho a Rajoy que no cuente conmigo".
Rajoy: "No lo olvidaré nunca".

lunes, 5 de mayo de 2008

Puenting

El puenting doméstico tiene sus riesgos. Puedes romperte la cadera, y también puedes romper el jarrón chino que te regaló tu tío Pepe el solterón viajero-de-toda-la-vida a su vuelta del país de la pólvora. Pero la lógica del puenting es que bajas y subes impulsado por la inercia del elástico.

Esa misma lógica me mantuvo, entre las obligaciones laborales y las hedonistas, en un sinvivir entre el portátil y la pista de baile, en una dialéctica entre el Eros y la Civilización que ya describiera Marcuse.

La noche del día del trabajo acudí a mi tercera fiesta Bisturí. Por segunda vez, Carlos y yo estuvimos a punto de fenecer en el intento de llegar a la sala, a manos de un taxista cachondo que hacía carreras contra el crono.

Pero lo más interesante sucedió el viernes noche, en que firmé un armisticio con Torremolinos y volví a pasear mi desconsuelo por sus antros. Y hete aquí que, sacudiéndonos el aburrimientos a base de gin-tonics y malvados comentarios en la zona VIP's (así, en plural), doy con mi mirada, perdida en la nada, y buscando lo mismo que tú, con un chico de órdago, escapado de algún catálogo, como la escena en que Keanus Reeves habla desde la portada de una revista de moda.

He tenido que mirar en mis archivos ver para cuándo fue la última vez que ligué en la capital del merdelloneo gay. Debía ser, por aquellos entonces, un chico imberbe y casi impúber. Muy diferente de aquel que, tal vez equivocado o confundido por el alcohol, se fijó en mí el viernes: un tipo de unos treinta, moreno de ojos azules, cachas y un poco más alto que yo. Me ocultó, desde el primer momento, que había sido modelo profesional y que había quedado 2º en un certamen de Míster España. Pero sus intentos por hacerme creer que era médico anestesista dieron sus frutos y entablé con él una extraña conversación acerca de las costumbres de Massiel y de los veranos en la Costa del Sun.

Como no me gustan los modelos espectaculares (yo amo la belleza popular, espontánea, imperfecta que germina en los barrios de nuestras ciudades, en las obras y los talleres de coches y otras categorías del ser) lo paseé por la discoteca, lo despisté y pude volver a casa solo.

Pero antes, divisé en la salaz mirada de conocidos: vi en ellas la furia y envidia, el rencor y la degeneración que genera la endogamia. A veces, hasta ligar te granjea enemigos. Enemigos íntimos.

En fin, cosas del puenting.

domingo, 27 de abril de 2008

Todo el mundo sabe

Cuando llegué, todo el mundo lo sabía. 

Todo el mundo sabía que el destino había cargado los dados en dirección al cielo. 
Todo el mundo sabía que no verían más mi sombra. 
Todo el mundo sabía que  volvería al encuentro de mi hogar, reconciliándome con los fantasmas que habitan en la suite del hotel del pasado, extraños invitados a pensión completa.

Todo el mundo sabía que me iría a la búsqueda de un horizonte de hormigón, de un nuevo perímetro, de una nueva década, de otra guerra. 

Todo el mundo sabía que miraría los recelos actuales por el retrovisor de un pájaro de alta velocidad. Que abriría un túnel bajo la cordillera de la distancia y del tiempo que me comunicase con quien quiero. A todas horas.

Todo el mundo sabía que tengo las alas ya cargadas de plomo. Y vuelo bajo. 

Pero sólo este partisano no sabe nada. Ya no sabe nada. 

Y se siente como el personaje de Exotica, de Atom Egoyan, que mira un triste striptease mientras suena esta canción de Leonard Cohen.



miércoles, 16 de abril de 2008

El mundo dentro del mundo

Como en Ángeles en América la verdad se mezcla con el futuro, para producir una bella mentira siempre por hacer. No puedo vivir sin disputar la realidad, sin querer apropiarme de ella, aunque sea de manera violenta. Lo más político es la guerra. Y la guerra que sueño viene de la mano de un amasijo de esperanzas, una casualidad de atómos. Aquí y ahora.  

Multiplicaría el progreso si pudiese extender la Gran Vía, sólo el multiverso de la Gran Vía madrileña, a todas las ciudades del mundo. El mundo, entonces, estaría dentro del mundo. Sería el punto alfa de la humanidad. 

El sueño cósmico de Theilard de Chardin. El fractal de nuestras vivencias. ¿De lo porvenir?

Dejaré que el neurobiólogo Francisco Varela hable de la materia.

domingo, 6 de abril de 2008

Déjame bailar

Si pongo este vídeo es para que entendáis por qué las Minogues, Aguileras, Britney Spears y demás me parecen una cacarruta de divas comparadas con la exhuberancia impactante de Dalida, pronúnciese Dalidá, y otras similares del eurokitch de los 60 y 70. Las de ahora son monitoras de aerobic baratas al lado de esta leona. Carecen de los matices, de la autoironía y la grandeza de Dalidá y sus coetáneas. Son gimnastas de discográfica, con su vocecita, su post-po, sus colores pastel... En definitiva: niñas pijas y monas de Beverly Hills, frente al discreto encanto de una mujer de la rivière gauche del Sena. Esta es la terrible melancolía de la desubicación espacio-temporal que sufrimos algunos homosexuales. 




sábado, 5 de abril de 2008

Replicante en Badlands

Llevo varios días como expositor -con un stand planificado por quien esto escribe- en la Feria de los Pueblos de Málaga, y cada vez que me encuentro a alguien por la calle, ya fuera de ese felliniano ámbito provincial, de esa orgía de glocalismo hipercalórico, de esa expo-supramunicipal de pan, chorizo y chacina de diseño, me dan ganes de espetarle:

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais.

Atacar naves en llamas en el cielo de Orión.
Brillar Rayos C en la oscuridad,
cerca de la Puerta de Van Hauser."

Al final, mi trabajo me hace sacar al replicante que llevo dentro. Aunque no debería quejarme. Desde la disputa Gallardón-Aguirre, sabemos que los políticos son, o Don Carnal, o Doña Cuaresma. Y afortunadamente, estamos en manos -por ahora- de Don Carnal.

Vivimos tiempos de Festival de Cine, por otra parte. Ese a cuyas celebraciones, festejos, canapés, copas, ágapes y demás nunca puedo asistir, porque con tanto frenesí comarcal, el glamour aún no llegó a mi cartera de contactos. Y sí, es cierto que no voy a encontrar a la reencarnación de River Phoenix -mi amor platónico. Pero en la persistente inanidad de Málaga, el Festival supone un torbellino de relaciones sociales de lo más excitante.

Resulta curioso que, cuando vivía en Madrid y trabajaba en el ámbito del cine, el festivalillo éste era una cutrada para el que siempre sobraban entradas y al que iban los caza-productores de tres al cuarto. Pero con mi ascenso a Málaga, perdí la noción de lo culturalmente elevado y ahora me arrastro por acudir a cualquier fiesta psuedo-pija del cine íbero. Las cosas cambian, los problemas crecen.

Hoy quiero homenajear a mi ciudad con una canción de Bruce Springsteen, un cantautor tan denostado por mi generación, que bascula entre el nihilismo grunge de los 90 y el afterpop de eterno adolescente de los 2000. Pero a mí, el bronco, lírico y romántico Boss es, o debería ser, un mito intergeneracional.

Algo así como River Phoenix.

La canción, por supuesto, se llama "Badlands". No necesita traducción.

domingo, 30 de marzo de 2008

Queerer

Corría el año 95 ó 96 y yo tenía 16 ó 17 años, y era un dulce adolescente sin identidad pero con un hermoso y monumental lío encima.

Estaba en casa de mi amigo Nacho. Era verano. Nacho y yo jugábamos al apasionante juego adolescente de descubrir quiénes éramos, empleando en esta búsqueda mucha música, mucho cine, muchos libros y haciéndonos muchas pajas.

Recuerdo perfectamente la escena: el fantástico piso de Nacho en una zona privilegiada de Málaga; el balcón cayéndose sobre los pinos y el mar; la noche metiéndose en el gran salón, y Nacho y el Kamosisa hablando, como siempre, de cine.

Hablando, en concreto, de Techiné y de "Los juncos salvajes", de lo que suponen los prejuicios sociales y psicológicos en torno al género y la identidad sexual, de si Nacho no se identificaba con el rol de macho ibérico a pesar de ser heterosexual, y de si yo era o no gay, que empezaba, tímidamente y con el apoyo de amigos heterosexuales como Nacho, a serlo.

Y entonces, no sé por qué, Nacho puso un disco de su admirado Javier Álvarez, y sonó "Un, dos, tres, cuatro", una canción sobre lo que supone la mili para un homosexual, en la que se dicen frases como ésta:

"qué hay de malo en ir, pásatelo bien, aprovecha, ve a aprender...
A ser dulce, humilde y un poco loco, y no a hombre quiero tender
aunque hombre ya nací"

"No está nada mal que te enseñen a temer por si el coco viene una vez ,
las garras a ofrecer, la sonrisa a proteger y la lágrima contener.
El calor aprieta, el amigo se va y seguimos sin cambiar.
Respetar el miedo conduce a más, por su aro hay que pasar
y te tienes que callar..."

Hoy la he recordado con un nudo en la garganta, y pongo este vídeo de Javier Álvarez en el centro cultural de Conde Duque, en una actuación por aquellos años.

La canción me acompañó en mi viaje de 8 años a Madrid, y fue un útil recetario para un adolescente en busca de identidad. Qué tiempos alegres y confusos, qué tiempos aquéllos, coño.


Enésima vez

¿Cuántas veces se ha repetido la misma historia, 20, 30, 100? ¿Cuántos domingos he amanecido con una equivocación más en la cama? 

Y por cierto, ¿cuándo me haré rico, de una vez por todas, y para siempre, redactando el catálogo mundial de ideas, motivos y coartadas inverosímiles para echar suavemente al intruso y recuperar la dignidad y tranquilidad perdida? Podría titularlo: "Cómo invitar y echar de tu casa a gente de manera exquisita en pocas horas. 100 fórmulas".

¿Qué nos hace caer, una y otra vez, en el error? ¿El alcohol -que relaja tu alerta-, los flashes de la discoteca -que te impiden ver bien-, o la música atronadora -que evitan que escuches bien lo que te dicen-? 

La soledad, o estar hundido en la más puerca de las miserias, como dice Lupita, es lo que queda del día soleado.

Escribo estas apesadumbradas líneas desde mi nuevo y flamante MacBook blanco institucional, más perita y mariquita que ninguno de los portátiles que he tenido. Te dan ganas de tener las uñas nacaradas sólo para teclear en este glamouroso artefacto con el que proyecto absurdas ocurrencias al proceloso océano de la blogosfera. Es probable que gracias a este bello aparatito escriba más y mejor, con una gramática más minimal, un discurso más apple. Decía McLuhan que el medio es el mensaje, luego tal vez el mensaje de mi vida cambie cambiando de medio, y entre en la nueva fase Mac. 

El café, un zumo de naranja, leer el periódico. En suma, olvidar, reconstruirse, pasar como se puede el dolor de cabeza, eliminar los gin-tonics de la sangre. Y cualquier cosa es buena para sacudirse el tabaco de la noche pegado a tu piel. Una buena ducha, Listerine para erradicar el sabor de boca agazapado entre tus dientes, cambiar las sábanas.  Pero la pregunta del millón es...

¿Cómo limpiamos el alma?

Hasta el próximo enésimo domingo.

domingo, 23 de marzo de 2008

Fase logófoba

Querido Roland Barthes:



Debe ser el aromático incienso de la Semana Santa que embadurna las calles con mala literatura: estoy logófobo. Rechazo la estritura. Trituro ideas pero no las plasmo, me quedo con ellas sin que lleguen a condensarse en fonemas ni morfemas. Antes, he pasado por fases logofágicas, en las que aspiraba a devorar el Texto del Mundo; o logofílicas; logofétidas, logócratas, hipológicoas y superlógicas. Y hasta logísticas. Toda las perversiones que constelan la relación entre persona y lenguaje se han encarnado con este fetichista del verbo hasta vaciarlo de sentido.



Esta breve gramática que ahora presento es una prótesis: hurgo en la recámara casi extinta de mi hipotálamo buscando fósiles verbales, esputos lógicos y fugaces hurtos con los que coso un intertexto, un balbuceo de terciopelo. Decía Rimbaud, en la Carta de un Vidente, que los poetas son multiplicadores de progreso, que su poesía tenía la misión de robar el fuego eterno. Ahora, me falta el fuego eterno del amor: el desierto disecado de esta Semana Santa ha dejado al amor sin este sujeto, mera excusa. Apenas una coma, la pausa de un paréntesis.



No sé si es grave, Sr. Barthes. Aquí le dejo estas notas, para su conocimiento. Texto sin sujeto. He desaparecido.

Sin nadie, sin texto, sin causa. Hasta la Semana Santa de 2009.

jueves, 20 de marzo de 2008

Desapariciones

El lunes después de la resaca del fin de semana viví un episodio esclarecedor.

Salí al encuentro de un radiante día de Semana Santa con el único propósito de hacer algunas compras desordenadas y vaguear por los callejones medio derruidos de un centro semiderruido, como es el de Málaga. En el callejón que corre paralelo al mío, que hasta la fecha no había pasado de ser un desfiladero estéril sólo poblado por ratas y flanqueado por decimonónicos edificios abandonados, encontré una vieja tienda de libros usados. Tras recorrer antiguas ediciones desvencijadas de libros que ya hay en la biblioteca de mis padres, salí y proseguí mi camino. A los cien metros, encontré otra librería de segunda mano, esta más grande. Entré.

Se trataba de un local amplio, desordenado, con montañas de libros extremadamente viejos y mohosos apilados por doquier, sin seguir un orden aparente o, al menos, identificable a simple vista. Sonaba un delicioso jazz de fondo y con esta escenografía tan rara en esta ciudad impía no pude más que dejarme llevar y preguntar al librero sobre un ejemplar de Antonio Gramsci que me vino de repente a la memoria. Tras consultar en el ordenador y decirme otro título del mismo autor, seguí avanzando y perdiéndome por aquella extraña y laberíntica gruta de libros. Entonces, di con una montaña mágica de ejemplares, que surgía del suelo como una estalagmita de papel: libros de Foucault, de Jung, de Gaston Bachelard, y sobre todo, uno de Roland Barthes: "Fragmentos del discurso amoroso".

Se trataba de un ejemplar desvencijado, añejo, con hojas torcidas y desguazadas, algunas de ellas incompletas, y manchadas con lamparones oscuros, en las que, sin embargo, se podían leer párrafos como este:

"Espero una llegada, una reciprocidad, un signo prometido. Puede ser fútil o enormemente patético. Todo es solemne: no tengo sentido de las proporciones.Hay una escenografía de la espera: la organizo, la manipulo, destaco un trozo de tiempo en que voy a imitar la pérdida del objeto amado y provocar todos los afectos de un pequeño duelo, lo cual se representa, por lo tanto, como una pieza del teatro.

La espera es un encantamiento: recibí la orden de no moverme. La espera de una llamada telefónica se teje así de interdicciones minúsculas, al infinito, hasta lo inconfesable: me privo de salir de la pieza, de ir al lavabo, de hablar por teléfono incluso; sufro si me telefonean; me enloquece pensar que a tal hora cercana será necesario que yo salga, arriesgándome así a perder la llamada.

Todas estas diversiones que me solicitan serían momentos perdidos para la espera, impurezas de la angustia. Puesto que la angustia de la espera, en su pureza, quiere que yo me quede sentado en un sillón al alcance del teléfono, sin hacer nada.El ser que espero no es real. El otro viene allí donde yo lo espero, allí donde yo lo he creado ya. Y si no viene lo alucino: la espera es un delirio. "

Roland Barthes se pasó toda su vida buscando una literatura sin sujeto: un lenguaje formal, autogenerado e impersonal, una red autónoma de fragmentos que se dicen a sí mismos. Y después de tejer y destejer el laberinto, se dio cuenta de que él mismo estaba atrapado dentro, en el epicentro del mismo, viviente y sufriente, y que había construido todo ese entramado sólo para desaparecer, para autoborrarse, para camuflarse bajo los escombros del lenguaje.

Como en un cuento borgiano, hallé la felicidad en esa librería. El propósito de Barthes era la metáfora de aquel lugar, que a su vez, muy pronto iba a ser la metáfora de mi vida.

Desaparecí en la dulce ruina del dédalo de libros, jardín de palabras que germinaban en oscuros órdenes provocándome una anestésica pérdida de identidad. Me perdí, y apenas salí con dos libros en una bolsa, y con mi yo sepultado, exluido, olvidado.

Y siguiendo por la calle, menos ruinosa, más ciudad, encontré una gran librería de primera mano. Y entré. No había jazz, sino un silencio administrativo, con matices de caja registradora y asepsia de hilo musical. Los anaqueles respondían a una taxonomía clásica, así como las plantas de la librería. La razón separaba los libros, troceaba el discurso de fragmenos que había vivido en la cueva de libros usados. No encontré nada, salvo la respuesta fría y distante de la cajera cuando le pregunté por el mismo libro de Gramsci, autor cuyo apellido tuve que deletrear ante su profesional desconocimiento.

En aquella librería industrial, moderna y ordenada, recuperé, por desgracia, mi yo.

Se busca libro, libros, librería, laberinto, discurso de fragmentos, en el que volver a disolverme, en el que volver a desaparecer.

Razón: este blog.