viernes, 26 de diciembre de 2008

Save tonight

Dichosos aquellos que tienen amor en sus vidas. Se acerca el 2009. Con buenas perspectivas. Todas las que caben en 50 metros cuadrados donde sólo estoy yo. En un despacho en el que solo estoy yo. En noches, en las que no solo estoy yo, pero yo estoy solo. Soy feliz. Pero dichosos aquellos que son menos felices, y no están solos.

¿Tengo que explicar qué le pido a 2009?

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Estética de la desaparición

¿Nunca os habéis preguntado qué es el sujeto? Dicho con otras palabras, ¿quiénes sois?

La filosofía nace para compartir (y por tanto, atenuar) la angustia del "quién soy". Nos hemos construido sobre la idea de la unidad. Pero, ¡falacia! O somos cero, o somos infinito. El yo no tiene coartadas ni envoltorios estables. No tiene excusas ni procedimientos, salvo la propia desaparición, o su multiplicación; el silencio o una sinfonía en las profundidades. Tal vez seamos eso: una frontera estéril, móvil, puede que inexistente. Acaso la imagen que me devuelve el espejo, no funda sino una mera impostura. ¿Y si quisiera ser otro? Mejor, ¿Y si fuese otro? ¿Soy yo? ¿Estoy detrás? Para mí: Soy una perspectiva. Una angustia. Para los otros: Una expectativa. Un objeto. Es decir, una cebolla con infinitas capas. Entre todos los puntos de vista, entre nosotros, median palabras y ropa, normas y transgresiones. Fronteras estériles, que no identifican, no fijan, no "nos son" ni nos hacen ser.

¿No buscáis, a veces, la comunicación directa? La ruptura con los propios límites. Actos de autoafirmación espontáneos. El sexo, la droga, el dolor, la creación, suceden cuando una presencia extravagante nos ilumina el espacio que nos falta. Lo que no somos, esa amputación que sentimos como primera frontera fundadora del yo. Para robar el fuego, nos dejamos invadir por una densidad, ya sea una polla, una dosis, un poema. Estamos vivos cuando follamos. Cuando tocamos. Cuando sufrimos. Ardemos. Pero es irreal. Es una ola: llega con fuerza, deja la espuma, pero se desvanece enseguida. La pornografía es un exceso de identidad. También lo es la sobredosis. El Amor. O el Arte. La Ideología. El Nazismo. La Cultura. El Blog. El Ciberespacio. (Mayúsculas muy huérfanas).

Aparecer o desaparecer, son términos relacionados con la apariencia.

Debajo de las capas de cebolla, el yo sigue sin ser nada. Aún no hemos robado el fuego. Y nosotros, seguimos aquí. Tan jodidamente solos.



domingo, 7 de diciembre de 2008

Noche nómada

La decisión de salir un viernes (o un sábado) por la noche, implica la esperanza de que te pasen cosas. Supongo que salimos para eso, para que el caos nocturno nos regale alguna pequeña sorpresa inesperada. Desde ese punto de vista, la noche del pasado viernes (escribo esto, en la madrugada del sábado) colmó mis expectativas como nunca. Me pasó de todo, aunque no todo fue bueno. 

Empecemos por el principio, ¿cómo se siente uno cuando logra entrar en una discoteca, Boite en este caso, lo cual en el Madrid gallardoniano post-Ussia es todo un logro, y se encuentra a su "ex", aquel al que no quiere encontrarse bajo ninguna circunstancia? Pues con una cierta sensación de noche tirada por la borda. De vaya mierda, éste qué coño hará aquí. Qué mal rollo y a otro sitio. El amigo con el que iba -no ajeno a esta casa- y yo, salimos por patas. Y nos dimos de bruces con la siniestra realidad de la noche madrileña: colas interminables en Ohm y en Cool, debido a las restricciones de aforo, gente vagando por la Gran Vía intentando, sin probabilidades, meterse en algún antro. Un panorama desolador. 

Y ahí, a punto de volver a casa y acostarme amargado, se me enciende una bombilla. Le digo a mi amigo: vamos al Morocco. ¿Y eso qué es? Sí, el mítico local de Alaska en los 80. Poca cola. Bebidas algo más baratas. Música petarda a más no poder. Y aunque mi amigo es 8 años más "peque" que moi, y la sintonía de "La bola de cristal" le suene a disco de vinilo y escala en hi-fi, nos lo pasamos bien cantando "la vida es una tómbola" y "enamorado de la moda juvenil" y tal y tal. Nos emborrachamos a base de Tanquerais con tónica (receta que me enseñó Syal). La amargura de la noche se fue desdibujando. Nuestras  mandíbulas empezaron a batir risotadas pedorras al ritmo de los hits patrios. Y vimos a un chico muy alto y muy atractivo, acompañado de dos chicas, con el que me puse a hablar, ayudado por la cogorza. Yo. No mi amigo, que siempre liga más que Yo, a pesar de que Yo no me puedo quejar.  Resulta que el chico se llama como yo, y es de Parla. "Allí somos todos rojos", me dice. Y yo le digo, "viva Tomás Gómez". Y sonreímos, y cambiamos teléfonos, y, entre ayer y hoy, un par de mensajes de lo más prometedores. Por cierto que cuando le pregunté a qué se dedicaba, me respondió, "estudio diseño gráfico". ¿Trabajas, o diseñas? era una frase mítica de la movida.

Y luego, mi amigo y yo, tambaleándonos por la calle San Bernardo, fuimos a casa. A la mía, que es la céntrica. Borrachos como cubas. Y en casa, con los cola-caos derramados, yo poniendo Annabel Lee de fondo (la canción de Radio Futura),  y amaneciendo, recordamos que hace casi un año que nos conocimos. Y nos abrazamos, nos hicimos mimos, y nos dijimos que nos queríamos, hasta cansarnos de decírnoslo. Si hubiese llegado la brigada anticursi en ese momento, nos pillan en gravísimo delito. Y así se esfumó una noche de lo más completa, con dos amigos borrachos durmiendo abrazados en un apartamento de la Plaza de España.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Performance de género

Según Judith Butler, el género es una construcción social, es decir, en su dimensión relacional, atiende a un conjunto de normas y parámetros que se generan desde la idea básica de la normalidad (y por tanto, de moralidad). Estas normas son interiorizadas por los individuos, que se construyen así binariamente como "mujer" o como "hombre". Las esferas intermedias (la homosexualidad, transexualidad, drag queens, drag kings...etc) constituyen, precisamente, esas fugas de la normalidad: la anormalidad, que debe ser perseguida.

Sin embargo, el método por el cual se crea un género normalizado, es el mismo que se utiliza para la transgresión: la performance. Para entendernos, la puesta en escena. Ahí está la clave. Que las mujeres lleven falda, y los hombres pantalón, que unos sean "duros", y las otras, "blandas", no obedece a una cuestión "natural"; al contrario, es produco de la performance de género que constantemente interpretamos.

A mí, personalmente, me gustan los ataques a la identidad desde los extremos, más que desde la confluencia masculino-femenino. La hipermasculinización de la masculinidad, es su completa destrucción. Su reducción a mera prótesis. Dicho de otro modo: cojo la construcción social de la masculinidad, y me divierto -gozo- con ella llevándola al extremo: obreros, militares, policías han estado en mi punto de mira, no como ejemplos de una normalidad deseada, sino expresiones de una anormalidad excitante y, en cierto modo, monstruosa. Así, con esa apetencia de irrealidad que, según Lacan, está en el corazón de la sexualidad, los he convertido en objetos de deseo lúdico, sexual, emocional.

Con las mujeres, me pasa igual. Me parece fascinante la idea de una mujer que "necesita hacer de mujer", lo que demuestra claramente el carácter teatral del género.

Aquí dejo varios vídeos en los que la performance de género se hace desde a hipermasculinización, o hiperfeminización. Espero que los disfrutéis:





martes, 2 de diciembre de 2008

Blog del día

Me nombran blog del día en Nosinmicamara, lo cual, agradezco y hago aquí patente con un enlace.

Internet es una malla de complicidades anónimas. Y esta casa, aunque pequeña, es acogedora. Imagino que no caben muchos, pero caben todos.

También vosotros.

Gracias.

lunes, 1 de diciembre de 2008

¿Vuelven los 90?

He oído, en alguna parte, que vuelven los 90. Es decir, el nihilismo. La estética antiética, y la ética antiestética, la belleza depresiva de la decadencia, la riqueza de lo pobre y lo trash, la exaltación de la nada. Lo grunge es una forma de estar al margen, por voluntad propia. Aceptar con gusto que tú quedas al otro lado de las fronteras. Pero cuando los ojos están cansados, sólo saben mirar para adentro. ¿Tiene esto que ver con la sensación extendida de crisis, de vacío, de no future? Tal vez. Sí es cierto que, desde hace semanas, acudo a Nirvana y a Kurt Cobain como si, de golpe, aquel Dios olvidado volviese a brillar, lleno de sabiduría. He recordado una de las películas emblema de aquella década en la que fui adolescente. Trainspotting. ¿Es esto la existencia, un cuento chino? No lo sé.

Por otra parte, regodearme en la crisis, me hace pensar en las utopías. Nunca las utopías se hacen tan necesarias como al final del día. Islas imaginadas, paraísos ocultos, viajes fantásticos, países igualitarios y libres. Y también... el H&M, el Zara, El Corte Inglés... (utopías caseras, a crédito) En definitiva, lo de siempre: sexo, drogas, y rock and roll. A colocarse y al loro. Somos cíclicos.