lunes, 26 de enero de 2009

Fin-de fiesta, ¿cuándo otra?

Con las prescriptivas precauciones para evitar ser espiado por los hombres de Paco (revisé debajo de las camas, detrás de los cuadros, que no hubiese micrófonos y mini-cámaras), preparé la casa para la birthday's party. A las 10 en punto tenía en la puerta a Juan, Javi y Vanesa, que me regalaron una camiseta negra, ajustada, chulísima, con unas letras blancas a la altura de las tetas: NO TENGO NOVIO. ¿Nuevas metodologías de marketing?

Poco a poco, llegaron los demás. Los de antes (los amantes), los nuevos, los amigos de amigos, marineros, soldados, solteros... Y alguno que otro más. Fue tan divertido que me da pena que se haya terminado. A la una y pico plegamos y nos fuimos a ohm. Confesiones, abrazos, secretos a voces que se revelan, otros que se engendran. Tramas palaciegas en la corte de la noche. Luego, no sé dónde fui. Pero fui. Y no pasó nada. Pasaron imágenes, impactos, subidas de tensión, adrenalina derrochada y contenida en los confines del exceso, el reverso de nuestra buena conducta, las cañerías ocultas de nuestra apariencia. A veces, muy de vez en cuando, voy a no sé dónde, a comprender que el mundo (con nosotros dentro) es un iceberg del que sólo asoma la punta, un tumulto que esconde más de lo que enseña.

Y luego, en casa, cuando amanecía, con la oscuridad aún pegada a la ropa, recibí una llamada de quien no sabía que cumplía años, y de quien nunca esperé llamada. Y tuve el mejor final feliz y la mejor entrada en la 4ª década que pude imaginar.

Besos a todos.

jueves, 22 de enero de 2009

30

Ya llega. Por fin. Con 30 años de retraso, el domingo cumplo 30 años. ¿Da vértigo asomarse a una nueva década? No sé. Supongo que las etapas de la vida no se sustituyen, sino que se suman, y que en mí conviven el niño, el adolescente, el joven veintañero y, ahora, el joven treintañero.

¡Vamos, si 30 tacos no son nada!

Por eso, fuera depresiones; prohibido amargarse por las canillas que asoman; proscrito sentirse raro en bares donde la mitad (o más) van siendo más jóvenes que uno. Nada de ponerse nostálgico cuando ponen Saturday night, y empiezas a hacer el bailecito con una perfección que te delata. Nada de dar la chapa a los jovencitos que uno se encuentra con grupos que NO conocen, ni con la Bola de Cristal, ni con Ulises. Nada de hacer reuniones de antiguos alumnos a las que, poco a poco, empiezan a acudir bebés (esos extraños agentes). Nada de mirar al pasado. El futuro todavía es mejor. Y ya está aquí.

Los 30 vienen generosos, ya os contaré.

Reestrenaré mi camiseta Diesel: Thirty years of succesful living.

Pero ahora, os espero para celebrarlo.

lunes, 19 de enero de 2009

200 años de Poe (sía)




Edgar Allan Poe.





Boston, 19 de enero de 1809 - Baltimore, 7 de octubre de 1849








Annabel Lee


Fue hace muchos y muchos años,
en un reino junto al mar,
habitó una señorita a quien puedes conocer
por el nombre de Annabel Lee;
y esta señorita no vivía con otro pensamiento
que amar y ser amada por mí.

Yo era un niño y ella era una niña
en este reino junto al mar
pero nos amábamos con un amor que era más que amor
—yo y mi Annabel Lee—
con un amor que los ángeles sublimes del Paraíso
nos envidiaban a ella y a mí.

Y esa fue la razón que, hace muchos años,
en este reino junto al mar,
un viento partió de una oscura nube aquella noche
helando a mi Annabel Lee;
así que su noble parentela vinieron
y me la arrebataron,
para silenciarla en una tumba
en este reino junto al mar.

Lo ángeles, que no eran siquiera medio felices en el Paraíso,
nos cogieron envidia a ella y a mí:
¡Sí!, esa fue la razón (como todos los hombres saben)
en este reino junto al mar)
que el viento salió de una nube, helando
y matando mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
de aquellos que eran mayores que nosotros—
de muchos más sabios que nosotros—
y ni los ángeles in el Paraíso encima
ni los demonios debajo del mar
separarán jamás mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee:—

Porque la luna no luce sin traerme sueños
de la hermosa Annabel Lee;
ni brilla una estrella sin que vea los ojos brillantes
de la hermosa Annabel Lee;
y así paso la noche acostado al lado
de mi querida, mi querida, mi vida, mi novia,
en su sepulcro junto al mar—
en su tumba a orillas del mar.

Edgar Allan Poe


miércoles, 14 de enero de 2009

El C(ine)

Recibo, al mail, el corto que ha hecho un amigo al que no veía desde hace mucho tiempo. Me ha gustado volver a saber de su existencia, a través de sus imágenes, de sus ideas. Conocí a C de casualidad, cuando yo tenía 20 años y él, probablemente, alguno menos. Éramos dos jovenzuelos amantes de la juerga y el exceso, dos niñatos lanzados al abismo del Madrid de finales de los 90, de la música house, de los after y del sexo. Recorrimos juntos noches sin fin, que terminaban en chill-outs en casa de desconocidos, cónclaves absurdos aderezados con todo tipo de sustancias. Éramos asiduos del Alien's, del Shangay Tea Dance, del Pasapoga (Pasadroga, lo llamaban) y no sé cuántos antros más.

Recuerdo que lo pasamos genial en el concierto de Fabio McNamara, cuando reapareció hace 10 años (se buscan, se cherche...), resquicios de la movida, preludio de la re-movida que, ahora tiene tanto seguidor y tanta nancy. Pero siempre, en cualquier situación, por delirante que fuese, C veía una escena, un diálogo, un personaje que insertar en un guión. Eran vidas de película. O de corto.

Los dos queríamos dedicarnos al cine, pero su determinación, era más fuerte que la mía. Yo desistí, me rendí por el camino: no estoy hecho para estar detrás de la pantalla, sino delante. No tengo la paciencia, ni la seguridad en mí mismo, que hay que tener para rodar un sólo metro de celuloide. Hasta donde conozco de su historia, C ha sido capaz de soportar todo tipo de calamidades económicas y laborales con tal de seguir persiguiendo su sueño: rodar, hacer cine. Hizo un corto muy almodovariano, protagonizado por María Barranco (C y yo, en nuestros colocones, nos llámabamos "Pepppa", imitando el acento malagueño de la Barranco en Mujeres al borde).

No supe, desde que me fui a Málaga, mucho más de él. Alguna vez, en mi cumpleaños, me llamó. Me alegro de que exista el youtube.

lunes, 12 de enero de 2009

Sábado noche en Morocco

De seguir así, el Morocco terminará convirtiéndose en mi paño de lágrimas. Después de una discusión absurda con el elefante rosa (ya hablada y superada), quedo con R, y nos vamos al Morocco. Además de ese "peque"-incidente, tenía un buen motivo para ir al, probablemente, local más petardo y divertido que queda en Madrid, después de largos años de Álvarez del Manzano y ya va para 5 de Gallardón, que ha decidido terminar con lo poco que quedaba de noche madrileña (con la ayuda inestimable de simiescos porteros de discoteca, mafias rumanas y demás gentes de extrema derecha).

La razón es que me había comprado, en la misma tarde, y también en compañía de R, una camisa "fantasía" con flores azules y blancas estampadas, marca Hugo Boss, que en rebajas se me quedó por 29 euros. Sencillamente, me vi espectacular. No para ir por la calle, obviamente. Pero sí para lucirla en la noche. Me daba un toque moderno irreverente, retro-hippy-hawaiano, gafapástico y tarantinesco, indi-agitanado y revival a la vez, un airecillo a Don Johnson en Miami Vice, mezclado con Morrissey (aunque yo soy mucho más masculino que él, e igual de gay, o más, probablemente).

Total que entramos en Morocco y... o là là... Suena una de mis canciones favoritas, que aquí dejo. Todo un gusto escucharla y bailarla:



PD: la camisa fue un éxito. Ligué con un montón de chicas a las que no revelé mi identidad sexual y tuve en vilo toda la noche.

miércoles, 7 de enero de 2009

2009

Feliz 2009.

Ya hemos deshojado, día a día, el 2008. Atrás quedó, hecho cenizas.

El calendario es una superstición necesaria, una frontera cultural que divide nuestros periodos personales. En el fondo, soy como todos. Necesito ver, en cada año nuevo, la posibilidad de un nuevo comienzo, de volver a inventarme a mí mismo, de purgarme. Propósitos y objetivos hacen cola: leer la tesis; echarme novio; amueblar mi casita; hacer más deporte y beber menos; llevar una vida feliz y hogareña, sólida y divertida: Plena. En fin, mitologías de año nuevo...

Y quiero creer que, con el año que acaba, 2008, se esfuman los malos recuerdos y las malas rachas. Será que el pasado es el trastero de nuestra mala conciencia, y también, la trituradora con la que creemos deshacernos de la mala suerte.

Es como quemar los trastos viejos la noche de San Juan, con la esperanza de limpiar los malos espíritus y los peores presagios.

Sin embargo, algo me dice que los demonios sobreviven a los cambios de año. Que el equipaje no se aligera y debemos convivir con lo que el destino, el azar, o nosotros mismos echamos en el fardo. De modo que, a apechugar. Pero la misma correa de trasmisión sirve para las cosas buenas. Afectos en los que profundizar, amistades que recargar como una batería que volvemos a enchufar a la red.

Así que, feliz eterno retorno.