domingo, 27 de abril de 2008

Todo el mundo sabe

Cuando llegué, todo el mundo lo sabía. 

Todo el mundo sabía que el destino había cargado los dados en dirección al cielo. 
Todo el mundo sabía que no verían más mi sombra. 
Todo el mundo sabía que  volvería al encuentro de mi hogar, reconciliándome con los fantasmas que habitan en la suite del hotel del pasado, extraños invitados a pensión completa.

Todo el mundo sabía que me iría a la búsqueda de un horizonte de hormigón, de un nuevo perímetro, de una nueva década, de otra guerra. 

Todo el mundo sabía que miraría los recelos actuales por el retrovisor de un pájaro de alta velocidad. Que abriría un túnel bajo la cordillera de la distancia y del tiempo que me comunicase con quien quiero. A todas horas.

Todo el mundo sabía que tengo las alas ya cargadas de plomo. Y vuelo bajo. 

Pero sólo este partisano no sabe nada. Ya no sabe nada. 

Y se siente como el personaje de Exotica, de Atom Egoyan, que mira un triste striptease mientras suena esta canción de Leonard Cohen.



miércoles, 16 de abril de 2008

El mundo dentro del mundo

Como en Ángeles en América la verdad se mezcla con el futuro, para producir una bella mentira siempre por hacer. No puedo vivir sin disputar la realidad, sin querer apropiarme de ella, aunque sea de manera violenta. Lo más político es la guerra. Y la guerra que sueño viene de la mano de un amasijo de esperanzas, una casualidad de atómos. Aquí y ahora.  

Multiplicaría el progreso si pudiese extender la Gran Vía, sólo el multiverso de la Gran Vía madrileña, a todas las ciudades del mundo. El mundo, entonces, estaría dentro del mundo. Sería el punto alfa de la humanidad. 

El sueño cósmico de Theilard de Chardin. El fractal de nuestras vivencias. ¿De lo porvenir?

Dejaré que el neurobiólogo Francisco Varela hable de la materia.

domingo, 6 de abril de 2008

Déjame bailar

Si pongo este vídeo es para que entendáis por qué las Minogues, Aguileras, Britney Spears y demás me parecen una cacarruta de divas comparadas con la exhuberancia impactante de Dalida, pronúnciese Dalidá, y otras similares del eurokitch de los 60 y 70. Las de ahora son monitoras de aerobic baratas al lado de esta leona. Carecen de los matices, de la autoironía y la grandeza de Dalidá y sus coetáneas. Son gimnastas de discográfica, con su vocecita, su post-po, sus colores pastel... En definitiva: niñas pijas y monas de Beverly Hills, frente al discreto encanto de una mujer de la rivière gauche del Sena. Esta es la terrible melancolía de la desubicación espacio-temporal que sufrimos algunos homosexuales. 




sábado, 5 de abril de 2008

Replicante en Badlands

Llevo varios días como expositor -con un stand planificado por quien esto escribe- en la Feria de los Pueblos de Málaga, y cada vez que me encuentro a alguien por la calle, ya fuera de ese felliniano ámbito provincial, de esa orgía de glocalismo hipercalórico, de esa expo-supramunicipal de pan, chorizo y chacina de diseño, me dan ganes de espetarle:

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais.

Atacar naves en llamas en el cielo de Orión.
Brillar Rayos C en la oscuridad,
cerca de la Puerta de Van Hauser."

Al final, mi trabajo me hace sacar al replicante que llevo dentro. Aunque no debería quejarme. Desde la disputa Gallardón-Aguirre, sabemos que los políticos son, o Don Carnal, o Doña Cuaresma. Y afortunadamente, estamos en manos -por ahora- de Don Carnal.

Vivimos tiempos de Festival de Cine, por otra parte. Ese a cuyas celebraciones, festejos, canapés, copas, ágapes y demás nunca puedo asistir, porque con tanto frenesí comarcal, el glamour aún no llegó a mi cartera de contactos. Y sí, es cierto que no voy a encontrar a la reencarnación de River Phoenix -mi amor platónico. Pero en la persistente inanidad de Málaga, el Festival supone un torbellino de relaciones sociales de lo más excitante.

Resulta curioso que, cuando vivía en Madrid y trabajaba en el ámbito del cine, el festivalillo éste era una cutrada para el que siempre sobraban entradas y al que iban los caza-productores de tres al cuarto. Pero con mi ascenso a Málaga, perdí la noción de lo culturalmente elevado y ahora me arrastro por acudir a cualquier fiesta psuedo-pija del cine íbero. Las cosas cambian, los problemas crecen.

Hoy quiero homenajear a mi ciudad con una canción de Bruce Springsteen, un cantautor tan denostado por mi generación, que bascula entre el nihilismo grunge de los 90 y el afterpop de eterno adolescente de los 2000. Pero a mí, el bronco, lírico y romántico Boss es, o debería ser, un mito intergeneracional.

Algo así como River Phoenix.

La canción, por supuesto, se llama "Badlands". No necesita traducción.