jueves, 20 de diciembre de 2007

Electricistas

Desde el colegio mayor la nieve unificaba un urbanismo proceloso. Mi facultad se veía al fondo, rectangular. En las habitaciones pequeñas había una intimidad no apta para el estudio. El colegio mayor, antaño libertario y rojo y conspirador, tenía ahora un agobio de porro post-adolescente y medio pijo.

Pero me llevaba bien con tres tipos: los tres, futuros politólogos. Y entre ellos, Agustín. Canario, alto, espigado, rebelde niño prodigio inadaptado. Se fumaba a las chicas: las convertía en ceniza y, una vez consumidas, las aplastaba contra el cenicero. Admiraba el verbo crítico de Agustín. Y también sus pantalones militares. Y que cada dos por tres me acusase de "liberal" o "derechista".

Aquella noche no salíamos por Huertas o por Malasaña. Refugiados en un botellón interno de cuarto de estudiante, hablamos de noches, de Madrid, de nuestros incipientes estudios. Los tres politólogos, y yo, futuro periodista.

Quedamos Agustín y yo. Solos en la habitación, deslizando palabras al ritmo tibio del hachís, dibujando círculos verbales sobre el lugar al que queríamos llegar: el centro de nuestro hipotálamo, el espacio secreto donde todo se guarda como en una caja negra y al que sólo se puede acceder ayudado por las drogas o la madrugada. Como sucedía en Arrebato, la película de Iván Zulueta.

Me preguntó, como el que que encañona a un judío, si me sentía atraído por chicos, si había tenido experiencias con ellos. Y me dejé abatir.

Con calma canaria, con control de la situación, Agustín me fue explicando sus incursiones homosexuales, su creciente interés por los chicos, en base a justificaciones bio-psicográficas que me inspiraban una compasión no exenta de curiosidad (murió su padre cuando tenía 15 años, y tal vez buscaba la figura paterna, fue hijo único...etc). Ambos estábamos leyendo a escondidas, a la vez, "No se lo digas a nadie", de Jaime Baily.

Eran las cinco de la madrugada cuando Agustín me preguntó si me podía besar. Nunca más me han vuelto a hacer esa pregunta. Estuvimos besándonos hasta tarde, con una entrega que yo viví como un proyecto -el primero de mi vida, tal vez- y él como una confirmación.

Las noches nos persiguieron. Nos besamos en su habitación, en la mía, en los baños de los bares de Huertas, en un portal de Chueca, en la mítica discoteca Xenon, o en Stars, o en Aliens (todas ya desaparecidas en el frenesí anfetamínico de los 90, tan lejano!). Nos drogamos, nos manifestamos, bailamos hasta la saciedad "Electricistas", de Fangoria, fuimos a exposiciones, discutimos sobre cuadros de Pérez-Villalta (la imagen de arriba), sobre libros de Jean Genet o la película Cuernos de Espuma, que nos enseñó el placer de la autodestrucción durante unas semanas.

Admiraba a Agustín. Lo quería. Se mudó a un piso de la calle Libertad, dormíamos juntos, sin dormir, cambiando el mundo, sin cambiarlo.

Cuando me dejó sufrí una amputación. Otro jarrón hecho añicos por el niño prodigio. No supe nada más de él, y sigo sin saberlo, diez años después.

Pero he leído un poema de Eduardo Haro-Ibars esta mañana y, del tarro de las esencias que creía oculto ha salido aquel manto de nieve de postal navideña que se veía desde el colegio mayor, y aquella noche, y las que siguieron. Hasta hoy.


El muchacho eléctrico

Para Eugenio, Jaime y Fernando, en
un albor de inventos sonoros.


ciertas formas de bar caliente diorama
siempre avanzamos en círculos polifonía estrecha
Madrid se estremece como un animalito
es agua Asesinado el Muchacho Eléctrico en cualquier parte
sólo queda lo gris lo submarino
infinitos gaseosos en torno al Bar Humano
bola contra bola de metal asesino
las glándulas generan
recuerdos como aquellos labios muertos Lotte Lenya
sonríe desde su viejo cliché
una estatua otra estatua y mil estatuas
o sombras o recuerdos luces y pulsaciones
de un astro en la ventana
y hay cuerpos muy calientes lo recuerdas
sin matriz así la mano blanda
se retuercen los pocos que están ahí copulan
mueren los ciegos en sus garitas transparentes
entrañas arrancadas y olor a niebla matinal sin sangre
bocas abiertas a las puertas de un solo
que no calienta más que mármoles
sus piernas milagro de leche y un libro abierto recuerda
él ya murió se lo dijimos es la cámara de torturas un lugar sombrío
junto al monte de Venus -verdad del rinoceronte
junglas de terciopelo- no no recuerdas nada
pero existe una línea directa tendrás pecho y vientre
crepúsculos de muchacho eléctrico una bandada de ojos oh qué lejos
nubes vendidas al mejor postor en los escaparates ciudadanos
es todo igual
y siempre habrá cerveza en tus cabellos


[De Pérdidas Blancas (1978)]

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Bio-de-grafía

¿Quiénes somos? ¿Somos seres abstractos, ciudadanos ontológicos, éticos, iguales? ¿O somos, por el contrario, personas contingentes, aquí y ahora, con nombre y apellidos, con casa, barrio, clase social, sexo, edad y cultura totalmente condicionantes?

No es plan de joder abriendo este melón filosófico tan eterno. Pero me tiendo a decantar por la segunda opción.

Porque yo no me puedo pensar quitando de enmedio el haber nacido en una urbanización pija de Málaga, haber tenido una infancia feliz pijo-progre, haber pasado una adolescencia de vértigo con mi identidad sexual castrada, haber huido a Madrid a encontrarme conmigo a través de mis encuentros con otros y de haberme quedado, literalmente, pobre, sin recursos económicos -debido al divorcio de mis padres-, con un futuro académico y profesional más que incierto.

No, no voy a decir jamás que me merezco lo que tengo. Nadie se merece lo que tiene. Además, la palabra mérito nos remite siempre al código del poder: el mérito es el sistema de premios y recompensas que los poderosos de turno deciden en función de un determinado interés. En unas circunstancias el mérito es ganar dinero y ser rico; en otras, ser buen estudiante, o sumiso a la ley y al orden, o tener fe, o estar bueno, o estar en el ejército.

El único mérito en el que creo es en el de la ruptura con ese entorno condicionante del que hablaba al principio. Si la política se basa en la acción, el único acto de libertad posible es salirse del guión, hacer lo inesperado y no hacer lo que se espera de uno. Eso es política. Eso es libertad.

Pero por supuesto, habría que encontrar otra palabra que sustituyese a mérito, que es una palabra de derechas. Qué curioso: siempre hablan del mérito quienes nacen en buenas familias y lo tienen -casi- todo resuelto. El mérito es ahí un dispositivo de justificación de sus propios privilegios: convencernos a los demás de que ocupan ese espacio justamente. Con el mérito limpian su culo bien alimentado. Pero la mierda sigue ahí.

El mérito está en el campo semántico del iusnaturalismo. Del orden natural de las cosas. Por ahí no paso.

Según esa ideología fascista, la homosexualidad, el aborto, el follar con quien uno quiera, la justicia social, la intervención del Estado es antinatural; por contra, la pobreza y la desigualdad , pisarle el cuello al diferente, depredar, ser machista, la propiedad privada...etc son naturales. Porque se corresponden con lo que ocurre en la naturaleza. Y otra mierda.

Esa es la esencia del liberalismo negativo.

Yo estoy en contra de la naturaleza como ética. Lo natural no no es lo bueno. El progreso es separarse de la naturaleza, ser sociales, pensar, decidir, conquistar. Todo lo que hacemos (poder), todo lo que queremos (voluntad), todo lo que podemos (libertad) está dentro de una determinada cultura y una determinada sociedad.

Los derechos se conquistan en sociedad, pero no la preceden. Las aspiraciones son posibles en una determinada cultura y un determinado sistema de opciones, no fuera. Nada es universal, nada es natural. Todo es fruto de decisiones humanas, de discusiones, de negociaciones. El humanismo, el considerar que todos tenemos una misma esencia, es una determinada ideología renacentista surgida contra el teocentrismo medieval, y ahí tenía su sentido como estrategia discursiva.

Pero en nombre del humanismo, del establecimiento férreo de los límites y características de lo humano como categoría universal, se han cometido las mayores atrocidades y genocidios de la historia. Humanista es el cristianismo, que niega derechos, oprime y persigue. Humanista es el PP. Humanista fue el comunismo y el fascismo. Humanista es la dictadura de las multinacionales en la que vivimos ahora, y al que le hemos dado el nombre de "sociedad abierta"·, "democracia liberal" y demás eufemismos.

Supongo que un blog es un espejo. Y por tanto, escribir un blog, un acto de narcisismo. Pero es un espejo cóncavo, roto y deformante: nos devuelve una imagen en permanente reelaboración. Un blog es una estrategia, una resistencia, un incordio semántico. Post-narcisismo. Construimos nuestro yo en colaboración, de manera cooperativa. No somos nuestros dueños: nuestra identidad está abierta, expuesta. Terminemos con el mito burgués del individuo hecho a sí mismo, constructor de su porvenir, dueño y señor de sus propiedades. Vivimos con los demás, en los demás. Sin "otros", no hay "nosotros".

Las biografías ya no son herméticas y lineales, con una sola interpretación, como las vidas de los antiguos Santos. Las biografías son ahora bio-degradables: se reciclan, se ciclan, se deconstruyen, se roban pedazos de bio a otro y te la injertas en la tuya, te pones prótesis, te demultiplicas, divides, restas o sumas. Te inviertes. Tenemos una "identidad nómada", que diría Deleuze. Modular, incompleta, haciéndose, hiperlinkeada, en red, policontextural.

Yo no escribo este texto, es este texto el que me escribe a mí.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Sermón dominical

Hoy el tema tiene carga política. Vaya si la tiene. Si ya te he asustado nada más empezar a leer, puedes cerrar inmediatamente. Este blog es biodegradable, autodestruible, no consume energía, no ocupa espacio, no emite CO2 a la atmósfera. Puedes pasar de él ya y ahorrarte este pequeño grito, surgido más desde las entrañas que desde la cabeza.

Hoy no toca pensar, sino gritar. Hoy cambio la sutileza suavona con la que suelo escribir, el costumbrismo posmoderno, por la pluma punzante, por el aguijón de víbora tan necesario que a veces se me atrofia en el día a día. Además es domingo, y los domingos tienen algo de mesiánico, redentor, revelador, comunitarista, deprimente.

Estoy leyendo “Ética marica”, de Paco Vidarte. A veces solemos decir de un texto que tiene la virtud de dar forma a nuestros pensamientos. Basura. Si no lo conseguiste expresar antes, es que no se te ocurrió. En este sentido soy de Wittgestein, constructivista al máximo (aunque esa es otra batalla). Pero este libro-panfleto tiene la grandeza de poner palabras a sentimientos. Un sentimiento de agobio, de hibernación incómoda, de inercia asquerosa que uno nota pero no es capaz de identificar, de aburguesamiento fácil. Este libro nos dice: Fuera todo eso. Se acabó. Siempre alerta: como Adorno y toda esta gente de Frankfurt: siempre negando, siempre sospechando y siempre jodiendo. No me adaptaré a nada, si todo no se adapta a mí, ¿estamos de acuerdo? No pienso claudicar. Nunca lo he hecho.

He aquí algunas reflexiones salidas de mi “pluma”.

El marica, como yo lo soy, es un sujeto político de pies a cabeza. Nacemos maricas en una sociedad heterosexual. He ahí un conflicto. Un conflicto de los gordos, y para toda la vida. El obrero puede convertirse en burgués. El inmigrante, en nacional. Los palestinos terminarán teniendo Estado.

Todo conflicto es superable: menos el nuestro. Nacemos maricas. Moriremos maricas. Y el mundo seguirá siendo heterosexista y homófono si no hacemos nada por cambiarlo entre maricas y heteros enrollados e inteligentes.

Mientras todos se casan y tienen hijos, y además la familia es considerada una ética social en sí misma, yo estoy comiendo pollas y culos, enamorándome del obrero de enfrente de mi casa que encima se caga en mis muertos, del facha de la facultad que vota al PP o de mi mejor amigo, que me mira con conmiseración y empatía. ¿Hay mayor conflicto que ése? Sobre nuestro amor y nuestro deseo siempre hay una máquina castradora, silenciadora. Un aparato ideológico y cultural dispuesto a caer sobre ti con mil millones de misiles que no sabes ni de dónde vienen. Porque vienen de todas partes.

No pensemos, por Dios, o por Fredy Mercury, que el conflicto se ha mitigado con un par de leyes. Ni de coña. Seríamos tontos del bote si nos creyésemos esto. El matrimonio está muy bien. Pero la homofobia, la burla, el escarnio, la exclusión, la ley del silencio, palpita a diario en las familias, gimnasios, comisarías, colegios, herriko-tabernas, sedes bancarias, diputaciones provinciales y barrios de España.

El matrimonio no resuelve nada, porque en realidad, no es nuestra película. Es una norma heterosexual, creada por heterosexuales, para heterosexuales, y que además, ya no está de moda ni entre ellos. Era lógico que tuviésemos acceso a ello. Pero yo no me voy a casar. Llevo años abjurando del matrimonio, la familia y todo lo que eso significa. No haré uso de ese derecho, por más que lo reclame, exija y patalee.

¿Matrimonio? ¿Familia? Veamos. Yo no tengo familia. Y lo peor que me pudo pasar es tenerla. Me explico. Tengo un padre cojonudo, una madre con la que a veces me peleo, pero a la que quiero, un hermano distante. Mientras estuvimos unidos, fuimos infelices. Cuando cada uno tiró para su lado, sonreímos. Los quiero a todos, pero por separado. La falacia de la “familia unida” nos hizo perder mucho tiempo, muchas energías y derramar muchas lágrimas.

A mi mejor amiga, su pareja la maltrató. Toma familia.

Suma y sigue. Pero me paro. Volvamos a los derechos.

Porque, veamos, me puedo casar, pero en mi trabajo se siguen haciendo comentarios machistas-homófobos. Me puedo casar, pero ser maricón es un problema para mis familiares segundos (primos paletos y demás). Me puedo casar, pero se nos sigue exigiendo discreción, buenos modales, un comportamiento “normalizado”. El que inventó la palabra “discreción” se debería llevar un gallifante, dio con la clave el hijo de puta. Es como: sé maricón, pero no lo parezcas. Que te follen bien, pero no tengas pluma, sé normal, no incordies, no desestabilices, no incomodes. Y lo dice alguien que no suele tener pluma. Ya veis.

Bien, hemos conseguido el matrimonio. Un subidón. ¿Y ahora qué? ¿Nos sentiremos más españoles por ello? Me permitiré una breve reflexión sobre el sentimiento de un homosexual del siglo XXI en la España del siglo XXI.

España, gran patria. A veces madre, siempre madrasta. Cantaba Ana Belén. ¿A veces madre? ¿Qué ha hecho este país con los homosexuales durante siglos? Perseguirlos, encarcelarlos, llevarlos a manicomios, fusilarlos, expulsarlos, exiliarlos, despreciarlos, insultarlos; a lo sumo, tratarnos como monos de feria, como entretenimiento marifolclórico en la Feria de Abril. No, no me siento español. No de esa España, desde luego. Cuando veo a estos maripeperos fachas y patriotas siento una honda sensación de traición. ¿Españolista yo? ¿Qué motivos tengo para sentirme orgullo de este país? ¿Sus siglos de desprecio y humillaciones? España ha sido un puto potro de tortura para todo el que se saliese de la “norma”. Homosexuales, catalanes, vascos, andaluces –también-, herejes, moros, judíos, mujeres, negros, republicanos. Todos hemos sido la escoria de España, como le gritaba a los protestantes el Conde Duque de Olivares en los Países Bajos. Que le follen a esa España. Yo estoy algo orgulloso de Zapatero, sí –sin pasarse. Podría estarlo de la España futura, aún por construir: plural, diversa, laica, respetuosa. Pero no sé si nos dejarán construirla. Antes saldrá en tromba el PP –como ya hace-, una parte residual pero poderosa del PSOE (partido en el que milito, con todas las contradicciones que me son posibles), los BBVA’s, Botines, Caja Madrids, las Telefónicas, las Iglesias, a defender el tarro de las esencias hispánicas. Horror.

No, a mí el matrimonio no me dice nada. No es un derecho. Era una exigencia. Pero no es una “política” que nos sirva de mucho a los gays. Escuchad: mientras nos casamos o no, el mayor problema que sufrimos los homosexuales sigue avanzando. Se llama VIH, Sida o como lo queráis llamar. Silenciosa, implacablemente. Avanza, devora vidas, siega esperanzas. Y ante eso, nadie dice nada. A lo sumo, alguna campañita institucional de prevención, dentro de lo políticamente correcto, de lo amable, de lo bienintencionado. Un lacito rojo una vez al año. Y ya está.

Tengo muchos más amigos seropositivos que amigos maricas casados. Vamos, en una proporción de 15 a 1. Y vale, no se están muriendo, viven bien, las pastillitas han mejorado el tema. Pero cada vez que te acuestas con alguien, cada vez que besas, follas o lames, tienes el pánico inconfesable de que ese bicho mortífero ande por ahí, descarriado, buscando una espora, una pequeña heridita, una grieta de tu organismo por la que colarse y joderte la vida. O jodérsela tú a alguien, caso de que el bicho habite en ti.

Y luego llega el silencio. El doble armario. Con uno ya teníamos bastante. Dos, ¿para qué? ¿Por qué aguantar tantas mordazas, tantas cárceles?

Si queremos ser más felices, por favor, no copiemos un modo de vida que no es el nuestro. El matrimonio, para los casamenteros. Necesitamos una ética propia. Luchar por ella. Si nos estamos muriendo de Sida y de silencio, actuemos ahí. Si la homofobia nos corroe, si la Religión nos persigue, defendámonos, saquémosla de los colegios, movámonos, tomemos conciencia, de clase, de situación, luchemos, enfrentémenos, pateleemos un poco, que ya está bien.

Tratarán de comprar nuestro inmovilismo con anuncios, con mercado, en la creencia de que el "mercado-todo-lo-puede".

Si creemos que por poder comprar, consumir, tener un buen poder adquisitivo todo el mundo lo tiene, es que hemos perdido nuestro ser político, nuestro vínculo solidario con quienes hemos compartido el duro viaje por los márgenes del mundo.

Fuera de la disco de moda, del anabolizante y el músculo, hay precariedad laboral -y mucha dentro del mundo gay. Hay inmigrantes jodidos, mujeres maltratadas, prostituidas, infectadas, transexuales a las que se les niega un trabajo o se considera enfermas mentales. El mundo que hay fuera del Corte Inglés o de Chueca –barrio antaño de acogida pero que le hemos limpiado gratis a Gallardón- es a veces duro, grotesco, injusto, triste. Si nos olvidamos de que existe, no valemos para nada. Recuperemos antiguas solidaridades, creemos nuevos vínculos, hablemos de lo prohibido, construyamos un mundo mejor con parámetros nuevos y propios.

Y aquí termina este sermón dominical.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Móntalos tú mismo

Una de las grandes épicas que le quedan a la post-modernidad es tener que transportar, desembalar y montar tú mismo los muebles de Ikea.

He pasado dos días heroicos peleándome con unas sillas que, en apariencia, eran sencillas.

La mesa me ha quedado bien, al igual que la lámpara de tubo, a medias entre un bambú tropical luminoso, un tubérculo eléctrico gigante, o un gusiluz (¿os acordáis?) que surgiese del suelo.

Pero las sillas se resistían a quedar como debían. Si no montaba el palo transversal donde no era, me equivocaba de tornillo. Y si no, ponía la tapa de plástico al revés. Dos me han salido bien, y las otras dos, regular. Sufriré cuando tenga que sentar a alguien en las dos segundas. Las reservaré para mis mejores enemigos.

Aún me queda la mesilla de noche. Importante, porque es donde pongo los tapones para los oídos, los somníferos, los vasos de colacao que me tomo antes de dormirme y el último libro que me esté leyendo.

Cuando termine de montarla, me sentiré como Robinson Crusoe en su isla de desierta: un experto en pequeñas y perversas estructuras de aluminio, pvc y madera lacada.

Ayer quedé con un chico de Internet. Para tomar una copa, no penséis mal. Tiene una musculatura formidable y es bastante guapo (e inteligente, para más INRI). Cuando doy con gente así, sólo me queda confiarme a la fuerza anabólica de mis comentarios. El verbo, frente al bíceps. Me preguntaba si había quedado con muchos chicos por Internet y cómo resultaba.

Esto fue lo que le contesté: Una página de contactos es como el catálogo de Ikea. Todo accesible. Todo instantáneo. Todo a la carta. Buscas por colores, tamaños, utilidad. Si de algo no queda, esperas un poco. El stock es impresionante.

Tal vez, le hice sentir como una cómoda Bjursk o la estantería Vlims. No era esa mi intención. Y traté de arreglarlo:

Claro que a veces encuentras muebles cojonudos, de los que se quedan en casa para siempre.

Redecora tu vida. (This Mortal Coil: You and your Sister).

jueves, 13 de diciembre de 2007

Química no encontrada

Hoy, sección de almíbar prenavideño.

Me he levantado con unas ganas irrefrenables de volverme idiota por completo: oséase, de enamorarme. Sí, que suena anticuado, ñoño, ingenuo, naíf.

¿En qué consiste esta terrible contradicción entre unos deseos desmesurados de amar, desparramar esa sustancia llamada norepinefrina por todo mi hemisferio izquierdo, hasta llegar al cuore, de sufrir esas dulce locura transitoria que te hace volar como-el-águila-que-vuela-en-libertad y la total incapacidad para que me ocurra?

¿Es mi cabeza la que quiere enamorarse, y mi gélido corazón el que lo impide? ¿Es esto el mundo al revés?

¿Es el pulso de la insatisfacción vital, del descontento ante lo real, lo que nos empuja a buscar el refugio en otra persona, mitificada, ficcionada, elevada a factótum, convertida en icono, depositaria de una fantasía múltiple y psicótica?

No tengo ganas de leer a Lacan, ni a Jung, para hallar la explicación.

Sólo de sentir el cielo en una habitación...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

El cielo sobre mí

"Es maravilloso, vivir sólo en espíritu, y día a día, eternamente, dar fe de lo espiritual en las personas. Pero a veces me harto de mi existencia espiritual eterna. Entonces quisiera dejar de flotar eternamente por las alturas, quisiera notar que tengo peso, que se anulara la ausencia de fronteras, y ligarme a la Tierra.

A cada paso, y a cada ráfaga de viento, me gustaría poder decir:
"¡Ahora, ahora, y ahora!"
Y ya no decir más "desde siempre" o "eternamente".
Sentarme en la silla libre en una partida de cartas. Que me saluden... aunque sea con un pequeño movimiento de cabeza.
Siempre que hemos participado en algo, ha sido fingiendo. Hemos fingido que en una velada de lucha, nos dislocaban la cadera... Hemos fingido que pescábamos en compañía... Hemos fingido que nos sentábamos en la mesa, y bebíamos y comíamos...Que nos servían cordero asado y vino en las tiendas del desierto...sólo lo fingíamos.
No es que quiera tener un hijo, ni plantar un árbol. Pero que agradable debe ser, volver a casa después de un día pesado, y dar de comer al gato, como hace Philip Marlowe. Tener fiebre, mancharse los dedos de negro al leer el periódico, entusiasmarse no sólo por cosas espirituales, sino por las comidas, por el contorno de una nuca, por una oreja.
Mentir. Como un bellaco. Notar que el esqueleto se mueve contigo al caminar.
Suponer las cosas, por fin, en lugar de saberlo todo. Poder decir: "¡Ah! ¡Oh!" y "¡Ay!", en lugar de "sí" y "amén".
Y por una vez, entusiasmarse también con el mal. Atraer hacia sí -de los transeúntes- todos los demonios de la Tierra. Y por fin, lanzarse a cazar en el mundo.
Desmelenarse.
O por fin saber qué se siente, cuando te quitas los zapatos bajo la mesa, y descalzo, mueves los dedos. Así...
Estar solos.
Dejar que todo ocurra."


"El Cielo sobre Berlín", de Win Wenders.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Dead or Alive

Estoy con taimuchos de fiebre (de fever).

El gripazo me lo pegó J. en Madrid, que estuvo con taimuchos en la misma cama que yo porque no había más espacio en su casa (su primo y el novio de su primo dormían al lado, recordándonos a J y a mí que alguna vez tuvimos esa tierna edad de veinte años y también fuimos novios...)

Ahora somos viejos amigos que se pegan gripes. Es lo justo.

Por eso viene bien este vídeo de Death or Alive (vivo o muerto, por si hay alguien de Burgos). Vivo o muerto seguiré dando vueltas, al ritmo de estos antecesores de Locomía en la escalera de la evolución -gracias, Megakarlos.


viernes, 30 de noviembre de 2007

No pienses en Madrid

Esta semana he estado en Madrid, en el curso de Comunicación Política y Electoral de una importante universidad americana.

Uno de los ponentes era George Lakoff, el célebre lingüista cognitivo que en su libro "No pienses en un elefante" afirma que las ideas son marcos que se reactivan cuando tratamos de negarlos.

Es decir, si me empeño en decirme "no pienses en Madrid", en realidad estoy pensando aún más en Madrid, y si el verdadero objetivo es no pensar en Madrid, lo que debería hacer es cambiar de marco. Por ejemplo: "Piensa en Barcelona".

El lenguaje no es neutro, sino que alberga ideas, conceptos, valores éticos e ideológicos.

En mi lenguaje Madrid son mis amigos.

Cada uno de ellos representa un campo semántico. Con ese vocabulario construyo la sintaxis de mi pasado.

J. me albergó.

J. por ejemplo es: ternura, recuerdos, cariño, lealtad, perdón, café, piano, humor.

Con A. cené en un japonés de Chamberí.

A. es: compromiso, inteligencia, sinceridad, generosidad.

Con Syal acabé en el Gris, escuchando a The Cure y B-Movie mientras hablábamos de por qué nos gusta la pintura Rothko o Pollock. De por qué vamos hacia los 30 años con la soledad de los adolescentes y el cinismo de los solteros empedernidos.

Syal es: amistad, debate, seducción, cultura, pop.

Ellos son mi marco cognitivo. Ellos son Madrid.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Robótico

Un día. Otro. Producir. Sol. Lluvia. Trabajar. Dormir. Escribir. Enviar. Enviar. Recibir. Enviar. Estímulo. Respuesta. La vida es un mixed-up sin final, como los que hacía The Cure.

Robótico. Magnético. Sinérgico. Homeodinámico.

Más. Y más.

Sin final.

La alienación era esto.

Pasar de los 25 años era esto.

Nos fundimos en pantallas LCD, viajamos por bits, deseamos. Es incluso mejor que la vida real.

Y esta noche saldré a sacudirme del cuerpo este otoño a 200 kilómetros por hora.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

No surrender

Ayer estaba yo en una entrega de premios a jóvenes empresarios. Los más importantes de la provincia. Como espectador, como institución o como gorrón de canapés. Nunca se sabe. Y ya sentados en las sillas, la mirada azul, tan lejana, tan cercana, de M., se clavó en mí, recordándome que hace 25 años que nos conocemos (desde preescolar) y unos 8 que no nos veíamos.

Era una de las finalistas. Estaba nerviosa. Pero el reencuentro fue emocionante.

María siempre fue una niña inteligente, inquieta, especial. Ausente a la incomprensión de otros niños y niñas. Comprensiva ante la ausencia de los demás. La mía, por ejemplo. Siempre nos entendimos. No hizo falta solidificar los lazos.

Estudió periodismo. Tuvo serios contratiempos familiares. Los superó. Montó una pequeña empresa de comunicación. Funcionó regular. Trabajó en una ONG y allí conoció a una chica más joven aún que ella. Se conocieron ayudando a los demás y decidieron ayudarse a sí mismas.

Hace tres años, M y su nueva amiga soñaban proyectos en el pequeño salón de un apartamento. Hoy dirigen una empresa de viajes con 50 trabajadoras, implantada en varios países y con 25o sedes franquiciadas.

Ofrecen viajes para mujeres discapacitadas, para el colectivo LGTB, tienen todo el material adaptado a cualquier discapacidad, hacen planes internos de conciliación y van a montar una guardería propia para sus trabajadores.

Quedaron en segundo lugar.

Luego, en el canapé, hablamos, interesados en quiénes somos ahora y cómo nos va. Veo lo que ha conseguido, y pienso en aquella niña de preescolar, brillante, pero silenciosa.

Se alegra, también, de mi trayectoria. Es una joven empresaria de izquierdas, comprometida. Entiende las políticas sociales de Zapatero mejor que muchos políticos que me rodean. Estamos en sitios diferentes, pero miramos hacia el mismo lado. Siento una punzada generacional: ¿Somos así? Me gustaría pensarlo.

Luego, en casa, agotado. A pesar de todo estoy algo triste. No termino de encontrarme: la soledad, el robo, el otoño. Llueve. Tengo una reunión a las 5:30. Ni remotas ganas de ir.

Me meto en la ducha, pongo a Bruce Springsteen, el carroza que mi padre me enseñó a adorar. Dejo que el agua corretee por mi cuerpo y que las palabras de El Jefe se escurran por mi tórax:

We made a promise we swore we'd always remember
No retreat no surrender
Like soldiers in the winter's night with a vow to defend
No retreat no surrender

Y conseguí que la tarde siguiera, sin rendición.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Volver, para dar el golpe

No he estado omiso por desidia. Sino por exceso. Vuelvo. Borré un comentario anterior porque alguien relacionado con mi pasado merodeaba por aquí dejando sus huellas resentidas. Volver tarde, para volver habiendo olvidado.

Han sido semanas trepidantes: sufrí un robo (físico y real, en mi casa); sufrí un hurto emocional momentáneo (se llevaron un cacho de mi corazón a Madrid, sin posibilidad de devolución) y he vivido un sobresalto profesional. Mi jefa se va a otro sitio. Etapa nueva para todos. Aunque seamos los mismos y yo siga donde estoy, se me impone adaptarme.

Escribía Syal que los gays, frisando los treinta, sufrimos una metamorfosis. Pasamos de ser unos inocentes niñatos enamoradizos a unos pijos (el que pueda, claro), egoístas, materialistas y promiscuos. De tierno capullo, a mariposa. O a capullo integral, según se mire. Tiene razón: es una transformación estadísticamente comprobada.

Pero a mí me han bastado un par de semanas movidas para que se me tambalee ese proyecto de capullo integral.

Tengo la certeza de que aún existe ese delincuente suelto con el que cometer el atraco perfecto. Ahora sé que la rutina no está en mi calendario. Ni si quiera mi calendario están en el calendario. Al menos para mí. No tengo fecha aún para dar "el golpe". Pero sé que lo daré un día de estos.

Igual que un capullo integral dio su golpe en mi casa.

¿Quién dijo invulnerabilidad? ¡Quiá!

viernes, 26 de octubre de 2007

No al Negacionismo

Dice un filósofo constructivista que la negación no existe, porque no se puede no-ser. Algo es, pero no no-es. No se puede ver que no se ve lo que no se ve (Heizn Von Foerster). Es una de mis máximas más maximalistas, con la cual me exculpo mecánicamente de cualquier desconocimiento operativo, alzheimer transitorio o despiste más habitual que ocasional.

El negacionismo irrumpe en nuestro maltratado campo semático y, según con qué se empareje, adquiere formas y sustancias inquietantes. Podríamos hablar del "negacionismo amoroso", o del "negacionismo amistoso". O del "negacionismo español", o del "catalán". O del "gay". Ajmadineyah es un negacionista gay: dice que en Irán no hay homosexuales. Cuando los hay, los niega ahorcándolos. Podríamos, de vuelta, llegar al punto de partida: negar la negación. Vaciar el vacío. Llenarlo. Existir. Volver a vivir.

La equívoca virtud de esta cópula conceptual es que niega lo que nombra, lo que funda. Lakoff dice: "cuando Nixon salió a la pantalla y dijo "no soy un chorizo", toda América supo que era un chorizo". Imperativo semiótico: comunicamos la comunicación.

Ya no sé que decir. Siempre seré lo que niego ser. No soy un kamosisa. No creo en el amor. No creo en este blog. OTAN no.

Eppur si muove.

Buen finde.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Los países nocturnos

Hay una geografía de la mente.
Hay paisajes nocturnos, igual que hay territorios
en donde un sol dichoso se eterniza.
Hay países de sombra que regresan
en el maldito tren de largo recorrido
con parada en nosotros.
Hay un desierto de la inteligencia,
y he navegado océanos sin luz
al fondo de unos ojos
que no tenían fondo.

No es una nueva dimensión del mundo.
El primer hombre ya exploró la tierra
en su vastedad negra; le bastó un instante
de auténtico dolor, para haber fatigado
los trenes, los desiertos, las selvas y los ojos.

Estas desordenadas palabras en la niebla
no pretenden servir, ahora ni nunca,
de acta fundacional de ninguna ciudad.
Estas ciudades han sido desde siempre
y viven en el alma,
alzadas en un aire enrarecido,
callejón neblinoso por donde ya anduvimos,
extrarradio feroz al que nos condenaron.

Explorador sin suerte,
viajero del mundo que has perdido
el Sur y el Norte, y el avión de regreso
hacia una patria un poco más amable.
Hermano equivocado que estuviste
el día equivocado
en el equivocado centro de tu vida,
equivocando el modo de escaparte.

Hay una geografía de la mente.
Hay un teatro donde se representa
nuestro viaje hacia nosotros,
desde nosotros mismos.
Y en la escena final del acto último
hay un barco que se hunde en un hielo brumoso,
mientras en los salones
una orquesta fantasma
acomete un vals para los muertos.

Adivina quién fue invitado a los salones,
adivina quién baila la música fantasma,
y adivina quién
se hundió con ese barco.

Carlos Marzal.

viernes, 19 de octubre de 2007

El beso eterno


Descanse en paz.

Siempre nos quedará la eternidad de este beso.

jueves, 18 de octubre de 2007

El juego de la vida

Yo, que me sé militante de la demencia, afiliado al desvarío, abonado al desorden, no acierto a entender la lógica ilógica de esta ciudad.

Llevo dos meses y medio viviendo en el centro virtual de una urbe hecha de periferias, y los servicios básicos como luz, agua y teléfono se dejan caer por mi portal con una pereza episódica, como pensándose si los inquilinos merecemos recibir tan elocuente alarde de modernidad.

Antecedentes: Pozos Dulces está en boca de urbanistas e ideólogos de lo público como una pequeña pieza de museo. A menudo, es pronunciada con el embeleso snob por gentes que se alimentan de las palabras que dicen, como si nombrar fuese igual que comer o tener.

¡Maldita hegemonía de los nombres! Mi calle tiene mucho de dulce, y también de pozo. Agridulce determinismo lingüistico.

A la esquina, pequeño elixir de lo urbano, ya le han salido sabañones. Algunas pintadas marcan un territorio emocional: el de lo imposible, el de lo salvaje en proximidad.

Vivo en una encrucijada: entre calle y callejuela, entre lo peatonal y lo pedestre, entre el tiempo recuperado y el tiempo que se pierde.

M. vuelve a sazonar la mañana con otro poema vía e-mail:


LA VIDA EN JUEGO

Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.

Donde tengo el amor, toco la herida.

Donde pongo la fe, me pongo en juego.

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.

Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.

Al siempre va. Mantengo mi postura.

Si sale nunca, la esperanza es muerte.

Si sale amor, la primavera avanza.
Ángel González.

lunes, 15 de octubre de 2007

Y llegó el puente...

Tan esperado.

Y el mismo jueves en que Rajoy hacía un llamamiento público a exhibir banderas de España, se celebró en la Sala Vivero la fiesta Bisturí.

Lo más granado del afterpop malaguita paseó sus huesos por la nave industrial del polígono la Estrella donde se celebró esta fiesta, muy al estilo new rave, versión meridional del Razzmatazz barcelonés. Pinchaba el Chico de Chico y Chica y Carlos Díaz Díaz, el barbudo diseñador de Cibeles que parece el alcalde comunista de un pueblo de jornaleros.

Lo más destacable fue el video-jockey, que proyectaba imágenes verdaderamente simpáticas bien acopladas a la música (y no era fácil, porque los que pinchaban tenían el criterio musical en el orto, capaces de pasar de Technotronic a La Terremoto). C, que conocía al videoartista, me comentó que un día de fiesta-desfase en su casa dirigió el proyector hacia la fachada del bloque de enfrente y puso pelis porno que animaron la vida nocturna del barrio. Málaga es así de trash.

Hubo música. Hubo chicos y chicas. Hubo heterosexuales y gays. Y también estuvo el kamosisa kamosiseando -me encanta referirme a mí en tercera persona, como hace Ibarretxe cuando dice: "el lehendakari"... Desperdiciando otra noche más para conocer a alguien a fin... al fin.

El viernes di con mis huesos en el Level, bar céntrico, cerquita de mi casa.

Una chica y un chico se acercan a M. Ella lo saluda. Él me mira. Altote, fuertote, guapote, y lo peor, con barbita. Un chico de esos que te dan paz con sólo mirarlos y te hacen creer que todo va a salir bien. Cada día tiendo más al prototipo de hombre con formato amplio, velludo y protector -sé que esto suena un poco hardcore. Lo cual tal vez indique que utilizo mi vulnerabilidad como brújula sexual-emocional.

Nos ponemos a hablar y a los diez minutos estamos cambiando teléfonos. Nadie se entera. Se van. Cuando estoy recogiéndome, minutos después, veo una llamada perdida suya... El final es previsible, ¿verdad? Parecía mayor que yo, pero semejante cachalote tenía sólo 19 años y me abrazaba en la cama como si fuese su padre, o su mejor amigo. Le gusta el cine independiente.

El sábado se inauguró, por fin, la casa de los kamosisas. Con vecina incluida. El estruendo parecía oírse en los confines de Pozos Dulces (mi calle) y estuvo a punto de provocar un levantamiento popular. Vino la policía. Cortamos y a la calle.

(Arguifonte, todas las chicas coincidieron en decirme lo guapo que eres. Y simpático. Sabes que yo también lo pienso.)

El domingo M. me llama. Llueve con desgana, como sólo sabe llover un domingo.

M. está triste. Voy a su casa. Después de mi fiesta, en algún bar, alguien le confirmó que su ex está con otro. El alcohol hizo el resto. En su séptimo con vistas a los tejados y a los nubarrones, apagamos el recuerdo con palabras, con silencios. Cuatro años queriendo son muchos años para evitar que se te corte la sangre cuando se certifica el final. Haciendo macarrones se terminó el puente.

Hoy M. me ha enviado un mail con Pandémica y Celeste, el poema de Gil de Biedma.

...yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse...

Au revoir.

martes, 9 de octubre de 2007

h-Ipod-pótamos

Me he comprado una minicadena TAEC compatible con el iPod. Creo que ha sido una de las mejores inversiones que he hecho en mi vida. La casa de los kamosisas tiene ahora una inmensa gramola que ocupa menos que un teléfono móvil. Mi vida vuelve a tener una BSO, mal que les pese a los vecinos, en la que se pincha, a partes iguales, nostalgia, petardeo, elegancia, pop, rock, flamenco, jazz y "mucha pedrería", que diría McNamara. En fin, como la vida misma.

La novia de mi padre me ha regalado una vajilla súpermoderna minimalista estilo zen. Resultará divertido comer lentejas con chorizo y tortilla de patatas en platos negros cuadrados planos y woks de diseño.

El otoño no termina de aterrizar. Esta ciudad tiene un sol infatigable, una humedad perdurable: los días despliegan un amplio perímetro de luz en el que cabe una nueva y variopinta vida social. Pero en la que sigue sin entrar el amor. ¿Existe alguna empresa que reparta amor a domicilio?

Mi cama es como un puerto de mercancías: llegan, descargan y se van. Trabajaré porque sea un Puerto Banús deportivo con atraques permanentes.

Las noches, al fin, son divertidas y tienen un extraño embalaje. La semana pasada, exposición sobre comida rápida en la Aduana. Como siempre, Martín es capaz de hacerte creer que vives en Barcelona, Madrid o Nueva York, en lugar de la pedestre Málaga. Después hubo fiesta en El Liceo, con música indie y revival, mezclando lo más inn con Desireless o Modern Talking. Yo encantado.

El sábado pasado, exposición de la Princesita en la tienda Refugio de Monos: mucho cuadro pop con guiños a lo siniestro. Cervezas en la calle: discusiones sobre si los pantalones de pitillo se han o no pasado de moda. Baena, con sus gafas de pasta, sus chapas y su flequillo, sostiene que no, y que piensa ir este jueves a esta fiesta con ellos.

Málaga, la nuit.

jueves, 4 de octubre de 2007

La realidad es aún peor


http://www.jse.org/web/aldia.asp


Los/as chicos/as de Juventudes Socialistas han elaborado un vídeo de promoción de la Asignatura de Educación para la Ciudadanía en el que ridiculizan a los niñatos del PP. Aunque ha suscitado polémica y por supuesto ha sentado mal a más de uno, creo que no me equivoco si afirmo que la realidad es aún peor. He oído auténticas monstruosidades provenientes de los ppijos de Nuevas Degeneraciones, proclamas incendiarias, anticonstitucionales, alegatos de intolerancia, homofobia, estulticia montaraz. Y sí, la pintita de idiota memo con un polito y el pelo como si se lo hubiese lamido una lengua de vaca existe. Le faltaba la pulserita con la bandera. Es lo que hay: un asco.

martes, 25 de septiembre de 2007

Adiós País, Hola Público

Tantos años oyendo que el heredero debía ser Solana, y luego Bono. Tantos años soportando que tratasen a los de mi generación como pijiguays de piercing y tatuaje, mileuristas pero modernos y con pasta como para comprarnos ipods, ponernos el peinado del cantante de Oasis y vivir en lofts de diseño (¿Pero de qué guindo se han caído los del EP3?).

Tantos años aguantando el tono paternal, soberbio y ejemplarizante de sus editoriales. Tantos años leyendo El País, que fue el periódico de mis padres, y ahora ya casi ni eso.

Y ahora, 3 años conviviendo a cara de perro con el único presidente de izquierdas que ha habido en España hasta la fecha.

Ahora, si sale bien, ha llegado el momento de que os den por el culo.

Porque ya no sois los únicos. Llegan otros.


viernes, 21 de septiembre de 2007

A prueba de muerte

Una vez vista la película, creo que todos podríamos haber soñado alguna vez, en una de esas pulsiones sexuales inconfesables, ser alguna de las protagonistas de "Death proof", la última película de Quentin Tarantino. Han pasado décadas desde que Christian Metz escribiese su "Psicoanálisis del Cine. El significante imaginario" pero su afirmación de que el poder de la imagen se basa en su capacidad letal para colonizar el subconsciente y estructurar la libido mediante la identificación sexual que el espectador proyecta sobre el personaje son ya universales.

Somos, en el fondo, una suerte de voyeurs, de antropófagos escópicos que devoramos con la mirada carne humana asada a la parrilla de un buen gore.

La verdad es que poco importa que el argumento de la película sea una payasada "trash" a más no poder, lineal y hasta previsible, en la encrucijada entre las películas malas de coches de los años 70 y el film de terror adolescente estilo Freddy Krugger.

Lo profundo es la piel, que diría Deleuze. Es decir, la estética, la superficie pringosa de la película, su porosidad capaz de absorber todos los ingredientes kitsch del cine: música de otra época, pósters de películas, coches imposibles, peinados anacrónicos, vestidos pasados de moda, personajes de cómic deformados hasta lo grotesco. Todo, al servicio de un festín pop donde la propia pérdida de límites estéticos construye su propia frontera, su propio y único universo.

Pon en una misma cinta tías buenas y jóvenes, alcohol y marihuana, un sádico asesino con un coche "a prueba de muerte" (Kurt Russell, memorable), escenas de carreras y porrazos, algo de sexo, tíos horteras, fetichismo pedestre -nunca mejor dicho- y te sale una basura de serie B.

Pon todo eso en las manos de Quentin Tarantino y te sale "Death Proof".


martes, 11 de septiembre de 2007

La nada

A veces, sobre todo en septiembres sombríos, parece que viajásemos sin rumbo por una circunferencia cuyo perímetro demasiado es pequeño y demasiado conocido. Un perímetro que encierra un abismo justo al borde del otoño. Un año tras otro se repite la misma angustiosa ceremonia de incorporación a la vida "normal", una especie de artefacto de días laborables y festivos que hemos inventado para cubrir la nada existencial y tener algo que hacer que dé sentido al frío.

Es lo que tienen los finales del verano.

Por eso, propongo frases para soportar septiembre:

Max Stirner, célebre anarquista alemán: "He fundado mi causa en la nada".

Von Foester, científico austríaco: "La verdad es el invento de un mentiroso".

Arthur Schopenhauer, filósofo alemán: "Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor."

Sören Kierkegaard, filósofo danés: "La angustia es el vértigo de la libertad"

Woody Allen, cineasta norteamericano: "El universo se expande"

María José Cantudo, vedette visionaria: "He encontrado la fés".

Siempre me gustó mucho esta explicación de Antonio Ozores sobre el origen de la Vía Láctea:

martes, 4 de septiembre de 2007

Let a Boy Cry

Fin de semana en Madrid. Revisitando el pasado, rediseñando el futuro.

Quedar con un ex -aunque, en principio, fuese para resolver temas logísticos- después de no verlo desde que cortaste es como coger una escalera doméstica y mirar en la tabla más alta de la estantería de tu habitación, esa que no ves, pero que sigue estando ahí.

De repente, encuentras el Quimicefa, polvoriento; los másters del universo, igual de cachas pero con algunos años más; el Trivial Pursuit versión de la época del parchís, no del juego, sino del grupo. Recuerdas las interminables tardes jugando con ellos y lo intensamente feliz que te hicieron. Te sorprende que esos cachivaches de sigan ahí, como desubicados, sin una infancia a la que proporcionar felicidad porque caray, tú ya no eres un niño. Y sin embargo, ahí permanecen, incrustados en tu identidad y en tu memoria, cogiendo polvo.

Con C. me ha pasado algo parecido. De repente, lo ves, oyes su voz, lo tienes cerca, casi puedes palpar su piel y es como si no hubiese pasado el tiempo, como si este momento perteneciese aún al día de antes de romper. Y recuerdas lo intensamente feliz que fuiste con él, una felicidad que en su momento creíste efímera, pero que ahora sabes que es eterna e irrepetible.

La tarde bien mereció sus llantos. Y después, sus risas. Y después, una despedida en paz. Madrid tiene muchas tablas altas de la estantería de mi vida. De una de ellas saqué esta comercial y petarda, pero hermosa, canción de Gala que tan buenos recuerdos me trae.

martes, 28 de agosto de 2007

Los tiempos han cambiado

Cruzar la calle, toparte con una cara conocida, que casi no recordabas ya. La reconoces de un fogonazo, un flash que te retrotrae a tiempos difusos. Ya han pasado más de diez años. Está nublado. De su rostro se han borrado aquellas líneas perfectas y elásticas que conocías. Aunque aún es joven, la vida ha dejado algún navajazo, aflora alguna cana, la sonrisa es más madura, más profunda. Hablamos.

Me he casado. Vivo con él, con ella, y todos nos va muy bien. Ya tengo un trabajo más o menos fijo, él... bueno, sigue opositando. Esperemos que haya suerte. Ahora con el niño es todo un poco más complicado, pero nos hacía ilusión.

Oye te veo genial. Y yo a ti. Es como si no hubies pasado el tiempo. Pero el tiempo ha pasado desde aquella noche que nos colamos a fumar porros en el club y nos besamos bajo las estrellas. Ha pasado desde que corrimos desnudos, borrachos por la playa, jurando amistad eterna. Ha pasado desde estrellamos aquella moto y nos peleamos con los de la pandilla del barrio de al lado.

El tiempo ha pasado ya. Lo supe ayer cuando iba en el coche, Umbral aún no había muerto, y sonó esta canción de Celtas Cortos en la radio. Una canción que me recordó, automáticamente, los años en los que fumaba porros en sitios prohibidos y robaba besos de instituto. Aunque entonces, cuando la escuchaba, no la entendía.

Y bueno, pues nada, que ya nos veremos, que siempre me gusta volver a verte, que sigues igual de guapa, que te veo igual de joven, que los años no borren la sonrisa ni nos conviertan en puros extraños.


miércoles, 22 de agosto de 2007

Muchos poco vs pocos mucho

Entre los muchos que te quieren poco y los pocos que te quieren mucho, ¿con qué nos quedamos?

La versión platónica nos dirá: con los pocos que te quieren mucho. La versión posmoderna es a la inversa: los muchos que te quieren poco. O un poco, sería más correcto decir.

Pero, ¿es un juego de suma cero? Es decir, ¿los muchos que te quieren poco, sumados, pueden aportar la misma cantidad de amor que los pocos que te quieren mucho?

Hipótesis de trabajo: Sí. Ambas estrategias te pueden aportar la Ración Diaria de Amor (RDA) recomendada por todos los dietistas del "cuore".

Si bien, la estrategia posmoderna tiene una ventaja añadida: uno mismo (one self). Tú quieres poco a muchos. Por tanto, quieres en la misma cantidad que si quisieses mucho a pocos. Pero diversificas tu amor, y el coste-oportunidad es menor. En otras palabras: el riesgo a perderlo todo no existe. El peligro de un "crack sentimental" está neutralizado. Y además... con esa inversión diversificada, obtienes la misma cantidad de amor que corriendo riesgos.

Vistas así las cosas, ¿para qué querer mucho a pocos, pudiendo querer poco a muchos?

domingo, 19 de agosto de 2007

Ensanche

Viajar, aunque sea a Barcelona, es siempre un ensache. Si encima te hospedas en el Ensanche, más amplios son los horizontes. Las diabólicas simetrías de esta ciudad frondosa hacen que la vida parezca una rejilla de Excell.

Desde la playa de la Barceloneta hasta la calle Sepúlveda, cerca de Universidad, hay turistas, tiempos muertos, músicos callejeros, música de callejones, el MACBA, los amigos y la noche.

El ambiente "international gay" de Barcelona nos ha deparado un nuevo especimen rosa: la muscu-calva. Se trata del varón homosexual que, a partir de los 34, 35... decide raparse la cabeza, ponerse musculoso y dejarse algo de barba... En Metro todos eran así.

Ayer M y yo fuimos a una discoteca llamada Razzmatazz, templo industrial de la "modernezz". Hoy tenemos la cabeza como una chapa y los ojos como unas gafas de pasta, pero la verdad es que lo pasamos "molt bé".

A la salida, nos hicimos una pregunta metafísica:

¿Hay que ser feo para ser moderno, o ser moderno para ser feo?

¿Qué dejamos de ser nosotros?

sábado, 11 de agosto de 2007

Con las manos en la casa

Mi nueva -pequeña- casa aparece en el mapa laberíntico de mi vida como una antípoda de la casa donde he vivido estos dos últimos años. He pasado de vivir en "El Candado" a vivir en "Compañía" (los nombres de las calles son reales).

Han sido dos años padeciendo la vida hermética en la urbanización a las afueras de la ciudad, lejos de la humanidad bulliciosa, donde en lugar de cafeterías y comercios y librerías y ateneos y teatros hay pistas de pádel y campos de golf. Mi recién estrenada callecita es peatonal y fresca, está biselada con ese deterioro a veces imperdonable, a veces encantador, que troquela el centro histórico de la ciudad, y en las paredes de sus edificios, a menudo ruinosos, hay versos sueltos (¿libres?).

Justo al salir del portal de mi casa, en la pared de enfrente, hay un verso de Horacio: "Ve donde tus pies y los vientos te lleven". Eso haré. Es un buen comienzo.

Por ahora el pisito está vacío aunque ya he llevado ropa y libros -aún así, queda estantería...

Por cierto, la por fin real "Casa de los kamosisas" abrirá definitivamente sus puertas en septiembre, a la vuelta de vacaciones. Habrá pequeña fiesta de inauguración. Abriremos antes que Ikea, por lo que se ruega a los invitados ahorrarse ese estúpido y típico comentario cuando se entra en casa ajena con ánimo de desprestigiar al anfitrión: "Qué mono el sofá cama... ¿Es de Ikea no?"

Ahora tendré que releer rápidamente ese libro tan inútil y divertido, por otra parte, de Julian Barnes, "El perfeccionista en la cocina".

martes, 7 de agosto de 2007

Mudanza

Será en una semana. En dos. En tres. Estoy cansado de llevar años de bronca doméstica: primero con una pareja hecha para el combate, después con una madre imposibilitada para el cariño. No puedo más. Pero ahora puedo irme.

En mi nueva casa, estarán prohibidas las malas palabras, los gritos, los insultos. Estará terminantemente prohibido irse a la cama sin un beso de buenas noches, o marchar al trabajo sin otro beso y un "que te vaya bien", o no recibir con otro beso y un "qué tal tu día". Estará prohibido dar menos de muchos besos al día, terminantemente. Estarán prohibidos los silencios llenos de rencor, los ajustes de cuentas esporádicos con listas de reproches arqueológicos.

Mi casa será tan pequeña que no cabrá un mueble viejo o una mirada apolillada. En los ceniceros no se quedará nada humeando.

En mi nueva casa la felicidad será un objetivo político y no me saldrá jamás una cana después de una discusión; en todo caso, me saldrán por llorar de alegría, por temblar de cariño, por gastar esta vida, que es la única que tenemos, cometiendo la insensatez de gastarla a gusto. Cuando lleguen los malos momentos, habrá ingenuas palabras de ánimo que no resuelven nada pero que lo solucionan todo.

Pero si no llega esa persona que acate todas mis estrictas prohibiciones, seré feliz solo, en esa fortaleza infranqueable para los malos espíritus. Y descansaré. Sobre todo descansaré tranquilo.

sábado, 4 de agosto de 2007

Aquellos maravillosos años

Estaba muy bueno. Esa es una realidad incontestable. Ese rollo teenager de serie de instituto americana empezaba a hacer furor cuando yo era un adolescente, y aunque nunca me identifiqué con Sensación de Vivir ni "Malerós pleis", como decía mi tía, la verdad es que Nick Kamen estaba como un puñetero queso.

Y la cancioncilla no está mal. No estaba mal. Yo la bailaba en Bobby Logan, junto a otros quinceañeros.

Ah... aquellos maravillosos años...




PD: Otro día se lo dedicaré a John Secada... lo siento.

viernes, 3 de agosto de 2007

Cuando haya que decir adiós

El Dios abandona a Antonio

Si de pronto, a medianoche, se oye
Pasar un cortejo invisible
Con espléndidas músicas, con voces

Tu suerte que ya cede, tus obras
Que fracasaron, los proyectos de tu vida
Que resultaron todos ilusorios, no llores vanamente.
Como dispuesto desde hace tiempo, como valiente,
despídete de ella, de la Alejandría que parte.

Sobre todo no te engañes, no digas que fue
un sueño, que se engañó tu oído;
no aceptes esas vanas esperanzas.

Como dispuesto desde hace tiempo, como valiente,
como corresponde a quien fue digno de tal ciudad,
acércate resueltamente a la ventana,
y escucha con emoción, pero no
con los ruegos y lamentos de los cobardes,
como un último placer, esos sonidos,
los espléndidos instrumentos del misterioso cortejo,
Y despídete de ella, de la Alejandría que pierdes.

Constantino Kavafis.

viernes, 27 de julio de 2007

En (Bryan) Ferry al Peñón del Cuervo

Anoche no sabía qué ponerme. Tenía un concierto de Bryan Ferry en la playa del Peñón del Cuervo, y dudaba entre el traje de corte nazi con la cruz gamada y la gomina a un lado, el traje de New Romantic tipo Spandau Ballet, o unas bermudas y unas chanclas. Decantado por los sempiternos vaqueros, fui con la gata y compañía al encuentro del dandy, que presuponíamos clasicón, romanticón, sesentón... Bryan Ferry es todo eso, sí. Pero hay que decir en su favor que encaja los años dentro de un impecable formato de elegancia que él mismo creó y que parece irresistible al paso del tiempo. No lo neguemos: la música suena limpia, cuidada, robusta. El tipo en cuestión es un buen producto de márketing, un comodín de la cultura pop capaz de traspasar a varias generaciones, sin alardes pero con dignidiad, en la equidistancia perfecta entre lo clásico y lo moderno, acomodándose a todo tipo de oídos musicales gracias a un estilo pulcro, pegadizo y melódico.

Ferry es versátil. Vale por igual para un concierto en un teatro del West-End londinense, para rellenar con éxito un hueco en un festival de verano o para recalar decentemente en una de esas colecciones imposibles de música ochentera que anuncian a las 4 de la madrugada en el Teletienda.

En el Peñón ayer me encontré a mi padre y su pareja. A mi madre y su pareja. Supongo que, antes juntos, después por separado, esa voz sin aristas diseñó un amor inviable, pero civilizado. Pero lo que más me llamó la atención fue la cantidad de treintañeros interesantes -algunos de ellos gays- que había en el concierto, como si traspasado el umbral de los 30 se quisieran reconciliar con las generaciones anteriores. Como estoy avistando la treintena y mi lista de novios se fragua a base de adquisiciones exóticas de todo punto inamoldables a mí, ése es ahora mi público objetivo. Creciditos, ma non troppo, interesantes sin ser pedantes, guapos sin ser escándalos carnales, maduros sin ser pelmas. More than this. Por su puesto, no se dio el caso de entablar contacto con ninguno... There is nothing...

Pero creo que, sin duda, lo mejor de Ferry es su traje. Yo firmo lucir chaqueta, camisa blanca y corbata negra como él cuando tenga, como él, 62 -si llegamos. Bryan pasa automáticamente a engrosar la lista de maduros que me gustan, en la que el único participante hasta la fecha era Dominique de Villepin, al que le perdono hasta ser de la UMP francesa.

Por ahora, slave to love, me conformaría con alguna cosa más sencillita.


miércoles, 25 de julio de 2007

Nuevos retos

Nuevos retos. Nuevos vértigos. A veces los mañanas llegan. Y vemos los ojalás por el espejo retrovisor. Son adelantamientos rápidos en vías inseguras y siempre tememos salirnos de la carretera. Pero la velocidad es un imperativo vital cuando llega.

Tengo muchas ganas de hacer y deshacer con la gata en nuestros nuevos cometidos, con más posibilidades para desplegar nuestros proyectos. Tengo la sensación de que somos unos buenos gitanos en un mercadillo ambulante, de que le vendemos la moto al más pintado y de que si trabajásemos de comerciales en una multinacional nos forraríamos. Pero también creo que el producto -que en parte somos nosotros mismos- es bueno. Y creo en él. Para empezar, la gata ya quiere comprarme ropa, porque la inauguración, el canapé, la copa de después, la sonrisa amable, la cercanía, el buen trato, la diplomacia de provincias van en nuestras nónima.



Hoy Beba se merece un abrazo muy fuerte (te queremos).

martes, 24 de julio de 2007

Kamosiseando en Caños de meca

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Pero a veces esto no es verdad. Si Caños de Meca fuese una película invertiría con tanto rigor este dicho que me haría hacer cola una y otra vez, y ver la misma película infitamente, como me pasaba en la adolescencia, como le pasaba a la protagonista de La Rosa Púrpura del Cairo, de Woody Allen. Cuando una ficción te embauca, te abre los poros, te llena el iris de imágenes capaces de anestesiar tu continuo choque contra la realidad, esa ficción termina por convertirse en una necesidad. El placer irreal que te subyuga se transforma en una soga que asfixia tu capacidad para enfrentarte de nuevo con la verdad.

Con la verdad de una Málaga peinada de edificios y ladrillos que estrangulan el horizonte. Con la verdad de estas playas que son un almacenamiento masivo de descansos, un relax prèt-a-porter para mesetarios medios y guiris despistados, una mesocracia de hamaca y desastre ecológico.

Y allí me fui: infraclase turista.

Hostal y bocata. Toalla amarilla. Protección 8. Arrecife. Cormorán. Acantilado. Caño. Musgo. Pinar. Marea. Sandalia. Marruecos.

Duna.
Toro.
Luna.

Gazpacho. Caballo. Trafalgar. Faro. Luciérnaga. Adiós. Sombrilla. Patera.

Y como en todos estos casos, hubo un sirenito que salió de las rocas para descubrirme el nexo de todo aquello con la tierra, con Cádiz, con el mar, con mi propio sistema nervioso.

miércoles, 18 de julio de 2007

Compras eufóricas del yo

¿Os habéis dado cuenta de que el consumo mayoritario de estos tiempos post-industriales, es decir, el consumo hedonista, corporal, aquel destinado a hacer de nosotros seres únicos, eternamente jóvenes y atractivos, se basa en productos líquidos?

Esta mañana, en el Carrefour, me he dado cuenta de que vivimos en el siglo cosmético. Todo son botes con sustancia líquida o viscosa: tarros y barras de cremas, ungüentos mágicos, tonificantes, rejuvenecedores, placeneteros, exfoliantes, lubrificantes, para el sol, para la noche, para el día, olorosos, inodoros, coloros e incoloros.

Lo más profundo es la piel, que diría Gillez Deleuze. Somos nuestra piel, nuestro puñetero envoltorio. De Freud a esta parte, el centro de gravedad permanente de la identidad ha subido de los abismos del subconsciente hacia la epidermis. Somos lo que parecemos.

Cada líquido, cada elixir, con su función, con su eficacia: desde la crema de afeitar hasta la mascarilla de aloe, pasando por cremas hidratantes para manos, pies y cara, ojos y orejas, porque cada piel es distinta, cada poro necesita su calmante, cada boca requiere un sabor desinfectante envasado en menta o fresa ácida. Y por supuesto, a las cremas de la belleza, siguen las del placer: lubricantes hidrosolubes para dejarnos resbalar hacia cuerpos ajenos, perfectamente tersos e hidratados. Hasta el aceite de la ensalada es balsámico... y de Módena.

Queremos que nuestra piel enmascare bien unos años que sólo nos corroen por dentro. He ahí el truco. Morir sin una arruga, sin una mancha. Morir sin parecer que morimos. Envejecer con buen aspecto.

Algún día esta estrategia epicúrea del capitalismo ahondará en nuestro organismo: aparecerán cremas para los tejidos internos, para las membranas y los tegumentos que no vemos. Lorèal sacará su colección "Tu esófago, eternamente terso" o "Nueva gama leche de coco para ideal para médula espinal".

El androide del futuro no es un replicante lleno de cables y tuercas, de chips de silicio y baterías de litio. Es un conjunto adiposo de glándulas bien nutridas, hidratadas, coloreadas y fragantes.

Y para terminar, esta maravillosa canción en ese maravilloso concierto...

martes, 17 de julio de 2007

Miedo a escribir, disforia del yo

¿Por qué escribimos?

Porque tenemos miedo al vacío, a los fantasmas que habitan el vacío. A los recuerdos que son fantasmas. A los espíritus malignos que viven en los recuerdos. A los otros que están en nosotros. A nosotros, que no estamos en ninguna parte y en todas, a la vez. Tenemos miedo a estar solos con nosotros mismos, ver nuestra realidad desesperada, desnuda, solitaria, y por eso nos desdoblamos a través del lenguaje: podemos ser otra cosa. Anestesiamos nuestra identidad: adormecemos el yo con palabras que nos dicen. Nosotros somos el objeto del lenguaje: somos dichos.

Pero, ¿por qué tememos al yo? Porque no lo conocemos. Porque, en contra de lo que siempre pensamos, es múltiple (somos una multitud) y esa pluralidad sólo habla cuando lo sacamos de la jaula de la "normalidad", cuando no tememos que hablen y pugnen voces opuestas y enemigas que parten de la misma identidad nómada e inconclusa. Es en la enfermedad mental donde nos revelamos, donde nuestra identidad se reivindica y se despliega. Sólo los enfermos mentales son libres, son ellos mismos, porque desertaron de la enajenación total que es un hombre sometido a las reglas sociales.

La "normalidad" es una cárcel, un método de control directamente prensado en nuestro cerebro a través de una cultura social internalizada. Hoy día las ideologías de control no recurrirán a las armas, sino al concepto de normalidad. Rajoy ya lo ha hecho. Él lidera el partido de los "normales".

La disforia del yo es la solución. El sillón en el que reposa nuestro yo puede ser un trono o una silla eléctrica. Y a veces, sólo podemos experimentar esa disforia en la monstruosidad de la escritura, que nos permite transitar por infiernos poderosos y múltiples, por el subsuelo terrible de la verdad, de la cual el "Self" no es sino una máscara fabricada fuera de nosotros mismos.


domingo, 15 de julio de 2007

Vivan las barbas

Han tenido mala prensa: desde Belcebú, hasta Barbazul, pasando por las de tu vecino, la barba siempre ha sido una reivindicación mitológica de la masculinidad dominante en varias modalidades.

La barba, o era de época, ilustrada, retocada y cursi, o era silvestre y aguerrida, una afirmación del yo patriarcal entre la mayéutica socrática y la divinidad militar de Júpiter, Salomón o Ulises.

Pueblos enteros se han ocultado tras sus barbas: tirios y troyanos, cartagineses, ladinos, fenicios...

Agamenón tuvo una barba dorada.

Las barbas eran, a partes iguales, el poder, la experiencia, la sabiduría, la fuerza.

Lenin se diseñó una barba de komitern de la misma manera que planificó una URSS. Anguita redescubriría esta barba intervenida un siglo después para joder a un PSOE que había perdido las barbas.

La cultura consumista de la eterna juventud ha hecho que las barbas sufran una de sus peores crisis. Gillette -lo mejor para el hombre- y otras grandes firmas han impuesto al hombre pulcro, suave y tecnológico, dejando la barba como signo de senectud: para el Druida, el Gnomo, Papa Noel y el abuelo de Heidi.

En este contexto, las barbas han sido manifestaciones bohemias, misántropas, malditas y libres. Barba proverbial lleva Zizek. Barba cívica y diletante lleva Savater.

Yo creo que, maltratadas por el cine -hay que irse a Paris, Texas, para encontrar una barba protagonizando una película-, dan el salto a la cultura de masas de la mano del deporte: todos nos acordamos de la barba de Vlade Divac; luego han estado Gasol y compañía frente a los Beckamp (¿se escribe así?) y demás. Yo creo que el consumidor de deporte televisivo ve en la barba espíritu de lucha y una vuelta al gladiador romano.

Yo he tenido un finde barbudo.

Mi capitán tiene una barba joven y sensual, bien trazada y mejor adherida a una piel morena ya casi de camuflaje. Ha habido desavenencias militares que no conviene airear aquí. No sé si alguna maniobra logrará solventar esta crisis o retiro definitivamente las tropas.

Y hoy, cine con caótico E, con su barba traviesa, seductora y primeriza. Es una barba que acaba de salir del armario y vive exultante su libertad. Al parecer, estuvo siempre reprimida en E, siempre sin asomar la punta temiendo espantar a unas chicas buscadas por obligación socio cultural.

Y en la película, Alberto San Juan exhibiendo una barba poderosa, navarra, casi montañera...

Espero no terminar votando a Rajoy sólo por su barbuda oposición a todo.

Pero sí, me ponen las barbas. ¿Me pongo una?

viernes, 13 de julio de 2007

Ayyyyy ... Amor de hombre...

que está llegando y ya te vas...

Entre lo trans y lo kitch, entre lo camp y lo vamp me he desayunado esta mañana este vídeo: se demuestra que necesito mi ración matutina de estética flatulenta, de la misma manera que necesitamos una cantidad fija de grasa al día que quemar. Lo viscoso de la música y las imágenes nos sirve para engrasar la mente de la misma manera que la mantequilla inyecta carburante en la sangre. Lo eliminaremos mediante toxinas. La proteína intelectual requiere un porcentaje de materia grasa saturada.

Lo que me inquieta, una vez más, es el contenido, la ideología tras la rima. "Amor de hombre" alberga toda una lírica del género performativo, según la teoría de Judith Butler: ser hombre o ser mujer es una cuestión de fondo de armario y cultura pop. Poco más. Conceptos relativos y culturales producidos por una ideología de la dominación patriarcal y falocéntrica.

Pero algo falla: el genitivo "de". Decir "amor de hombre" juega en nuestra mente con una extraña ambigüedad. Aquella que hace indistinguible el sujeto del objeto directo. ¿Es el hombre el que ama o es el amado? ¿Qué es lo que desencadena la canción, el amar al hombre o el hombre amante? ¿Dónde está la differance derridiana que hace que exista un "amor de hombre" frente a un "amor de mujer"?

¿El amor es diferente si se proyecta sobre un hombre?

¿O es un amor diferente si lo proyecta un hombre?

Y en cualquiera de las dos hipótesis: ¿dónde está el sujeto -el quién- o el objeto directo -el a quién-? ¿Es un hombre, es una mujer? Yo puedo decir: tengo amor de hombre, como el que tiene hambre de hombre, es decir, de virilidad, de falo, de padre... Lacan está detrás de esta interpretación de la-can-ción de Mocendades. El objeto directo queda vacante, pero me define como homosexual.

La otra lectura es: soy objeto del "amor de hombre". Con lo que el homosexual es el otro. Yo sólo soy amado. Es decir: "yo no soy gay pero mi novio sí".

Luego, por los dos lados, se trata de una canción de liberación gay. Sólo hay que ver el vestido hinchado de Amaya, cual virgen de Murillo.

Y en cualquier caso, esta canción no me afecta amí, interino aséptico como estoy en el a-amor (ausencia del mismo, frente al des-amor, oposición al amor).


martes, 10 de julio de 2007

La voz humana...


"…Porque tú me hablas.

Hace ya cinco años que vivo de ti,

que tú eres mi único aire respirable,

que paso mi tiempo esperándote,

creyéndote muerto si te retrasas,

muriéndome al creerte muerto,

resucitando cuando por fin llegas,

muriendo de miedo de que te vayas.

Ahora tengo aire porque me hablas.

Mi sueño no es tan estúpido.

Si cortas la comunicación, cortas el tubo…"


Fragmento de "La voz humana", de Jean Cocteau.

Leído por el kamosisa ayer lunes, por la tarde, sin saber que Almodóvar se inspiró en esta obra para Mujeres al borde.

lunes, 9 de julio de 2007

Formulario para besar

En este observatorio del vacío,
En esta red de apoyo al desamor,
En este ministerio del adiós
Se archivan las caricias sin destino.

En esta institución del desamparo
Los médicos auscultan el despecho,
Cupido es funcionario por derecho
Y Romeo es secretario de Estado.

Rellena tu formulario sin casillas
Y entra en nuestra base de datos
de corazones borrachos de astillas

No hay notarios para este relato
que llaman amor, que es sólo cenizas.
Sólo quedan los labios del pecado.

Escrito por el kamosisa en durante un comité de evaluación de un proyecto por la inclusión social. Así está el kamosisa de insumiso y de excluido a veces.

Caótico E.

Si la casa de los kamosisas es oscura, tenue y alargada, con inclinación por el gusto art-deco con detalles chinescos, estética tardo-franquista y resabios de vanguardia, amplios sofás de skai rojo y algún almohadón de terciopelo, sillas plegables de plástico para el verano en la terraza y acaso algunas cómodas de bambú, si la casa es esa antinomia entre lo clásico y lo antiguo, la cama del kamosisa es un tanto extraña e inclasificable.

Por ella, tal vez hayan pasado demasiados cuerpos. Pero muy poquitos sueños. Algunos embriones de cariño fueron rápidamente abortados. Otros cigotos de esperanza se cayeron por el lado derecho -o el izquierdo. Las células madre de remotas pasiones amorosas fueron enviadas a algún centro de investigación de Bernat Soria. También hubo cadáveres a los que sajé con la precisión del experto bisturí fantasioso.

Esa es la pequeña biografía de la cama del kamosisa: confusa, inconclusa, y aún vacante. Es una biografía por la que pasaste tú ayer, caótico E., intrigante E. Huidizo E. Nada te podría pedir. Y nada ofrecerte, tal vez. Pero el kamosisa sintió cierta desazón dominical en el adiós. Un adiós que no supo tan bien como el beso.

Porque esta cama portátil que me acompaña es una cama a la que a veces le duelen las sábanas de tanto desgarrarse por las mañanas.

sábado, 7 de julio de 2007

jueves, 5 de julio de 2007

Hoy voy a ir a una fiesta, pensé. Una macro-fiesta. Me voy a poner guapo, si es que puedo serlo. Voy a pasar horas frente al espejo del cuarto de baño. No soy River Phoenix en Mi Idaho Privado, pero quién sabe lo que puedo encontrar entre carreteras perdidas, en esta ciudad de hojalata oxidada que a veces es Madrid. Quiero bailar en la oscuridad, pensé, como Bruce, conocer gente bajo el tumb-tumb y los rayos láser, fumar y beber, que la ciudad caiga mis pies, que la noche de vueltas alrededor de mi cabeza, que el amanecer me haga monarca. Hoy quiero caminar por la acera por la que te conoceré. Salir al sol tibio hambriento, contigo, meternos en un 7-11 y comprar algo.

Te conocí en el orgullo, en un caos de Vázquez de Mella una noche de masas. Acababas de llegar a España, aunque ese acento porteño no era pronunciado porque tú viniste de un barrio de Buenos Aires, y no de Palermo. No vas al psicólogo ni viajas a Miami. El tatuaje en tu hombro derecho, la fuerza de tus brazos en carne viva, lo tostado de tu piel, la contundencia de tus facciones, la franqueza de tu mirada era la de Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo.

A veces, los débiles somo héroes.




Y aquí ya reconvertido en un Modern Kamosisa...






sábado, 30 de junio de 2007

Europeos

El Tiempo de silencio de Martín Santos, la Nada de Sartre, fueron susituidos, a principios de los 80, por la Era del Vacío de Gilles Lipovetzsky, por la vida líquida de Zygmunt Baumann, por la identidad nómada de Gilles Deleuze.

Del nihilismo, del hambre de derrota, hemos pasado a la indiferencia, al personalismo, al narcisismo consumista, al culto al cuerpo, a la desafiante tecnología del yo, al languidecimiento hedonista de las ideologías. El culto de sí mismo es todo el sistema social posible: vivir sin conciencia del todo, sólo en la parte; consumir creencias a la carta; alimentar el cuerpo, que ya forma parte del ego. Repliegue hacia la intimidad: conquistar lo público desde lo íntimo.

El capitalismo ha producido en serie nuestra libertad, ha taylorizado nuestros orgasmos, y el consumo nos ha redimismo, porque nos ha convertido no sólo en consumidores, sino en objetos de consumo. Consumo, por tanto, total.

Escribo estas líneas cerca de Chueca, donde estos días se celebra el Europride. Miles, acaso cientos de miles de cuerpos insertados en la entropía de los flujos del placer, un caos libidinal en el que nos convertimos en máquinas de guerra. Será una demostración al mundo de las posibilidades de la globalización: llegan aviones con cuerpos dispuestos a medirse, follar, ser follados, consumir, ser consumidos.

Europa tiene nuevas fronteras: son de látex y se llaman profilácticos (lo hay de diversas marcas).

Europa tiene nuevas regiones: bi/homo/hetero Doxas.

Europa es una conexión íntima, un contrato de placer al margen de los Estados. Que tomen nota Sarko y Merkel. Se disolvieron las aduanas. Las disolvimos nosotros con la irrefrenable tendencia a querer estar juntos, sin más interés que el de estar muy juntos. En las calles de Madrid, estos días, hay una refundación de la Unión Europea en el espacio de los cuerpos del deseo.

U2 lo vio hace años... Zooropa...

miércoles, 27 de junio de 2007

El bufón y la corte

Ver contigo es Vértigo.

Y dicho esto, hoy narraré lo que hace unos meses me sucedió en Madrid. Andaba yo con Syal en tratos por aquellos entonces (del que surgió una floreciente amistad actual), y el guapo mozo me invitó a una mari-fiesta de cumpleaños en una caseta de campo en mitad de las M-30, 40, 50 y demás especies autóctonas. Syal pinchaba. Yo bailaba. Y entre el bullicio, conocí a un tipo de mediana edad -treinta y muchos o cuarenta y pocos-, ataviado como Jaimito (zapatos de charol, chaleco y camisa de rombos) con algunos aires de arlequín y que, para más inri, se autoproclamó seguidor de las Baccara -ese patético honor superficial siempre fue mío.

Al poco de la conversación, nos confesamos que somos periodistas. Él de un panfleto eclesial llamado http://www.libertaddigital.com/ que dirige Jiménez Losantos. Yo, de los ámbitos de la izquierda. Él, que aparentemente había querido seducirme mientras Syal pinchaba -más atento a la música que a mí, todo hay que decirlo-, se contrarió y en un ataque de binarismo intelectual me comparó con... ¿Pedro Zerolo?

Luego, meses después, este especimen publicó en su púlpito digital una crónica de aquella noche con palabras muy poco decorosas acerca de Syal y de mí, calificándonos de algo así como cursis representantes clónicos de la España gay-progre de Zapatero.

Hoy, aunque no me vaya a leer, he decidido perpetrar una pequeña venganza.

Si volviera a verlo, le haría notar una pequeña diferencia entre él y yo.

A él, sus compañeros de trabajo de púlpito, lo aceptan.

A mí, me aceptan y me respetan.

Sus compañeros -que serán padres de familia rectos y respetables- estarán encantados de tener en la redacción a un marica estridente que les cuenta sus peripecias nocturnas, y les ameniza con su socarronería desvergonzada, ocurrente y chistosa. Están encantados de creerse tolerantes a su lado y a buen seguro reirán compasivamente las tristes desventuras de un mari-con (de con-servador) que recomienda exposiciones y alguna obra de teatro burguesa ma non troppo. Pero jamás querrían un hijo como él en casa. Y él, pobre arlequín de la noche, lo sabe.

Porque la diferencia entre su corte y la mía, es que la mía, que tiene todos los defectos del mundo -y alguno más- no exige a nadie que desempeñe el papel de bufón para ser aceptado.

Él, que se ríe de la ministra Carmen Calvo -y ahí hay un punto de razonabilidad-, no sabe que él en su periódico es el equivalente a la cordobesa en el Ejecutivo.

Para los suyos, este periodista de libertaddigital no pasa de ser un simpático bufón.

Para mí, no pasa de ser uno de los suyos. Uno más.


martes, 26 de junio de 2007

Motivos para escribir un blog

1.- Tener tiempo .
2.- Tener un ordenador y una habitación -sola si puede ser-.
3.- Querer leer un comentario imposible, acaso una correa de transmisión sin hebillas.
4.- Buscar un rincón impune para tu anarquía, tu desorden, tus cenizas, tus improbables probabilidades.
5.- Escribir sin notario.
6.- Masticar las fronteras, rasgar los biombos, digerir la brújula, trocear el mapa, desmontar el timón.
7.- Prevenir fracasos.
8.- Dialogar con sombras.
9.- Restarle secretos al sumario.
10.- Dividir la ausencia... tal vez por dos.

PD: Hay un motivo más. Estar entre los cinco Thinking blogger award seleccionados de un blog que me gusta mucho.

sábado, 23 de junio de 2007

El vagabundo

Salí a caminar por calles pavimentadas con oro. Levanté aquellos adoquines, y vi la piel y los huesos de una ciudad sin alma. Salí a caminar bajo un cielo atómico, desprovisto de suelo y con una lluvia que quemaba como las lágrimas cuando te digo adiós.

Era un vagabundo.

Salí sin nada, no tenía nada, nada salvo tú en mi pensamiento.

Caminé a la deriva, por capitales de hojalata, donde los hombres no pueden caminar ni hablar en libertad.

Salí sin nada, sólo tenía la esperanza de encontrarte allí.

Era un vagabundo.

Vagabundo como la voz de estaño de Johnny Cash cuando susurra su desesperación, y también su esperanza.

Hace años, algunos años ya, esta canción era un himno en mi pandilla de colegas del instituto. Sin comprenderla muy bien, sentíamos que encerraba los misterios de la adolescencia, la poética búsqueda errática de la felicidad y el amor, el reverso rebelde frente al mundo. En la voz de Johnny Cash vibraba para nosotros esa terca masculinidad desesperada con la cual tanto nos identificábamos. Hoy recordé la canción.

martes, 19 de junio de 2007

Nuestro amor era más grande...

... que el amor de los mayores... Nuestra televisión, también lo fue.


lunes, 18 de junio de 2007

Han caído los dos

El viernes por la noche hubo una estadística extraña. La gata, el poeta, mi capitán, B, los periodistas y yo tomamos copas hasta altas horas en el bar Emily entregados a una conversación dodecafónica (y afónica). La ecuación combinaba términos improbables, como la derecha y la izquierda, la madurez y la adolescencia, el dry martini y el ron cola. Pero en los dos cruces que se trazaban había algo de caída irresistible, de abnegado cataclismo. Cuando el álgebra del deseo se pone en marcha, se suman guarismos de series numéricas impensables.

Ahí va la canción que resumía aquellas extrañas fórmulas matemáticas. Of course, Auserón.

¿Hemos caído los dos? ¿Los cuatro?


Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo.
Y ahora están atrapados los dos en la misma prisión.
Vigilados por el ojo incansable del deseo voraz.
Sometidos a una insoportable tensión de silencio.

Han caído los dos bajo el punto de vista exclusivo.
Iniciando una guerra en que nadie pudo vencer jamás.
Ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido.
Y él encuentra sentido al enigma que no le dejaba existir.

Antes eran dos barcos sin rumbo, hoy son dos marionetas que van.
Persiguiendo una luz cegadora por la línea del tiempo.

Han caído los dos en la boca de un dios tenebroso.
Que sonríe mostrando sus dientes de acero.

viernes, 15 de junio de 2007

El año que vivimos peligrosamente

La escena tiene lugar en Yakarta. M. Gibson y S. Weaver huyen de un tiroteo en pleno golpe de Estado contra Suhartu. MG es un periodista australiano. SW la hija del embajador británico. Chico conoce chica... y en un tiroteo, en el coche, huyendo entre llamas y disparos, en medio de la noche, se besan. Con esta música de Vangelis:



A veces pienso que el amor, o es así, o es como en Lo que queda del día. Un artefacto producido por la literatura, por el cine. Sólo así. Artificial, pero operante. Y me resulta difícil hallar los caminos intermedios. He consumido tanto el producto que he terminado por creérmelo. Por eso creo cada día más que no existe.

jueves, 7 de junio de 2007

Proceso administrativo para pagar 50 euros

En la Diputación, a un invitado a una ponencia, tenemos que abonarle 50 euros de dieta. Los trámites para que esa persona reciba este importe son los siguientes:

PRIMER PASO: El funcionario 1 redacta una Nota Interior justificando las dietas.

SEGUNDO PASO: El director de área recibe la Nota Interior y la rehace y se la pasa la Jefa de Administración.

TERCER PASO: La Jefa de Administración del área recibe la Nota Interior rehecha por el Director de Área, la aprueba y se la pasa a la Directora Jurídica.

CUARTO PASO: La Directora Jurídica recibe la Nota Interior y redacta una Nota Decreto para que la Diputada del Área autorice el pago, y se lo entrega al ordenanza.

QUINTO PASO: El ordenanza busca a la diputada por la provincia y le entrega la Nota Decreto.

SEXTO PASO: La diputada firma la Nota Decreto y se la da al ordenanza.

SÉPTIMO PASO: El ordenanza entrega la Nota Decreto al Director de Personal de la Diputación, éste lo autoriza y se lo entrega a Intervención para comprobar si hay dinero.

OCTAVO PASO: Intervención recibe la Nota Decreto, comprueba que hay dinero y autoriza la petición de pago.

NOVENO PASO: El funcionario 1, sabedor de que puede pedir el dinero, elabora una nueva Nota Interior solicitando el abono de dicho importe, y le entrega, de nuevo, este documento al Director del Área. Repetimos proceso.

DÉCIMO PASO: El Director del Área recibe la nueva Nota Interior y de ahí a la Jefa de Administración.

UNDÉCIMO PASO: La Jefa de Administración recibe la nueva Nota Interior y se la pasa, de nuevo, a la directora Jurídica.

DUODÉCIMO PASO: La Directora Jurídica la eleva al Director de Personal.

DÉCIMOTERCER PASO: De Personal, a Intervención, que autoriza el pago.

DÉCIMOCUARTO PASO: De Intervención, a Tesorería, que aporta el dinero.

DÉCIMOQUINTO PASO: De Tesorería, a Personal para que lo ingrese en nómina.

Teniendo en cuenta los sueldos de los funcionarios implicados en el pago de estos 50 €, el papel usado, la gasolina y demás recursos consumidos, el coste de abonar dicha factura es de unos 200 euros.

Conclusión: Pagar 50 Euros le cuesta a la Diputación 4 veces más.

martes, 5 de junio de 2007

Fin de semana en Barcelona

El primer fin de semana después de la batalla debía pasarse en una ciudad amiga y amable. Una ciudad sin derrota. Esa ciudad era Barcelona.

En Barcelona el metro abre todo la noche durante el fin de semana, con lo cual salir y volver a casa es un paseo. En Barcelona se da la extraña circunstancia de que las aceras son de varios metros, y no hay una zanja o un túnel por calle como en Madrid, con lo que pasear es posible. Y sobre todo, en Barcelona el PP no ganará nunca las elecciones, lo cual proporciona una extraña sensación de tranquilidad europea, como si estuvieses en una ciudad relajada y ajena a la crispación, sin discursos bíblicos sobre la unidad o la ruptura del país, la entrega de la voluntad a ETA y no sé cuántas desgracias más.

Una de las reglas que, efectivamente, deben cumplirse a la hora de salir por la noche es no hacerse acompañar de alguien más guapo que tú. O mejor dicho, de alguien especialmente guapo. Esa regla me la salté el viernes y salí con M, que fue el espectáculo de la noche barcelonesa. No sé cómo se debe sentir una persona cuando le entran en todos los locales a los que vas, pero, desgraciadamente, sí sé cómo se siente el que lo acompaña: FATAL. Bueno, en realidad yo también ligué algo, pero en una proporción que no me termina de convencer. En cualquier caso, el viernes de llegada a Barcelona fue divertidísimo, de bar en bar hasta terminar en un mauseleo de la música petarda llamado "Arena Classic", una versión mariliendre del G.A.Y. londinense. Hacia el final de la noche, nuestra forma de andar, de hablar y de bailar me recordaba a aquella canción de los Inhumanos que decía "...si tomo una cerveza más... si tomo una cerveza... al suelo me voy a caer...".

El sábado redimimos nuestro exceso etílico con una larga estancia en la librería Laia, en Pau Claris, con café incluido después de haber machacado la visa comprando libros imposibles. Y después, vuelta a las Ramblas comprando ropa. M y su compañera de piso, también M, hacen un dueto genial en la barcelona del Eixample: modernos, sencillos y con una gata que duerme todo el rato. M2 es lesbiana y su novia casi vive allí. M1 -mi amigo- ha aprendido a controlar sus hormonas entre tanto derroche de estrógenos.

Por la tarde quedé con A. Otro catalán: tranquilo, pausado, de conversación viva y polícroma, capaz de cambiar de rol, de papel, de discurso. Fue un gustazo incorporar a mi cartera de amigos un valor tan cotizado.

Y luego estuvo el sábado noche: el Razzmatazz. Con su locura post-adolescente, con su riesgo a toda calle, con su frenesí de estilos y tendencias. M1 y yo caímos rendidos pronto, y la vuelta a casa fue larga, dura y difícil.

El domingo: comiendo en el Poble Sec, en un antro de diseño con un buen menú. M2 y su novia, L, mantienen una entretenida conversación con M y yo sobre el amor, los derechos y el futuro. ¿Niños sí o no? ¿Adopción? ¿Matrimonio? Para todos los gustos.

Ese mismo domingo pude comprobar mi fuerza real en la noche barcelonsa, ya sin la sombra de M1. Y no me fue mal. Pero esa historia pertenece a la globalización de los flujos del deseo. Sin sede en Barcelona.

Y aterrizamos, por fin, en Málaga y en este blog.

domingo, 13 de mayo de 2007

Its so hard to get old without a cause

Avanzan rápidos los días hacia unas elecciones que bifurcarán a las ciudades entre el verde y el gris, y a mi vida en dos partes, en dos geografías y dos maneras de entender mi entorno y entenderme como persona, tal vez como ciudadano. Con los años, se fosilizarán las ideas, los proyectos, las ilusiones: la materia orgánica, lo vivo, con el tiempo se transforma en mineral. Pero dentro de 50 años, si vivo, sabré que el motivo fue tenerlas y construirlas, y algún día recordaré que fuimos fuertes, porque, aunque no tuviéramos el poder, "siempre tuvimos el poder de nunca decir nunca".

Es tan fácil perder, como ganar. Cada año invertido en una causa, es un año ganado al destino de una vejez sin motivos. Hoy tengo los ojos un año más cansados, pero tengo los ojos un año más jóvenes. Al fin y al cabo, como dice esta canción: "Youth is like diamonds in the sun. And dimonds are forever".




Lets dance in style, lets dance for a while
Heaven can wait were only watching the skies
Hoping for the best but expecting the worst
Are you going to drop the bomb or not?

Let us die young or let us live forever
We dont have the power but we never say never
Sitting in a sandpit, life is a short trip
The musics for the sad men

Can you imagine when this race is won
Turn our golden faces into the sun
Praising our leaders were getting in tune
The musics played by the madmen

Forever young, I want to be forever young
Do you really want to live forever, forever and ever

Some are like water, some are like the heat
Some are a melody and some are the beat
Sooner or later they all will be gone
Why dont they stay young

Its so hard to get old without a cause
I dont want to perish like a fading horse
Youth is like diamonds in the sun
And dimonds are forever

So many adventures couldnt happen today
So many songs we forgot to play
So many dreams are swinging out of the blue
We let them come true