Llegar cansado, muy cansado. Tener energías, pese a las dudas, pese a la velocidad. Querer arrancarle el corazón a la vida. Querer vivir todos los segundos a la vez, recuperar los que se consumieron y adelantar los que están por venir. Soñar y vivir en guaridas y madrigueras, en cabañas y montañas de oro -soñar, siempre, contigo. Mirar la muerte mientras se cabalga a un metro del acantilado, con un vértigo desafiado que te hace espolear más el lomo del animal. Habitar con júbilo un mundo cambiante, pleno de deseos y de sombras, de fuegos fatuos y de fiestas desconocidas. De hechizos y sorrtilegios. De herejías y ordalías. De mazmorras y premios dorados celebrados con vino y regados con espuma. Hablar sin pensar, pensar sin hablar, maldecir, saludar al alba, encogerse en la ocuridad con un escalofrío de misterio.
Y sobre todo, abrazarte al llegar la noche.
http://www.youtube.com/watch?v=XsN5OLU-RFY
Promised you a miracle
Belief is a beauty thing
Promises promises
As golden days break wondering
Chance as love takes a train
Summer breeze and brilliant light
One love she sees
He controls on love
Love sails to a new life
Promised you a miracle
Belief is a beauty thing
Promises promises
As golden days break wondering
Only love she sees
He controls on love
Life mirrors a cure
Everything is possible
With promises
Everything is possible
Oh no
I promised you a miracle
Belief is a beauty thing
Promises promises
As golden days break wondering
Chance reflects on them a while
Love screams so quietly
Slipping back on golden times
Breathing with sweet memories
lunes, 22 de enero de 2007
viernes, 19 de enero de 2007
Tender is the night
Ya son casi dos años en Málaga.
Dos años en la casa que me vio crecer, en la vieja habitación que me vio hacerme adolescente, encerrarme, soñar, sufrir, tener miedos insuperables, hacerme cientos de pajas y escribir cartas que nunca enviaba a sus destinatarios en momentos en los que la soledad era densa, negra y absoluta.
Pensé que no iba a ser capaz. Eso sí que fue volver. Volver al futuro, porque de aquello queda poco. Volver al punto original para cerrar un libro llamado Madrid, o cerrarlo por una página (aún no se ha terminado, y lo sigo leyendo mientras puedo) y empezar otro que no sé cuál es, pero que me ha llevado por caminos insospechados. Que me llevará a otro futuro no previsto.
Volver. Dos años. Mi casa. Mi tierra. Dos años, y algo me dice que puedo ser el niño grande que devuelva a aquel adolescente las promesas incumplidas, las frustraciones acumuladas entre las mismas paredes. Será mi promesa electoral para este año, o para el próximo, o para toda la vida. Le voy a dar a aquel adolescente lo que soñó. Todo lo que soñó, cosas que sólo él y yo sabemos. Se lo debo.
Sólo hay una analogía sin importancia: algunas noches, noches que cierran días más o menos atareados, días que te llevan de la mañana la noche en pocos parpadeos, la pequeña cama es, a veces, demasiado grande para mi cuerpo y mi respiración. Donde apenas quepo, me sobro. Y si me sobro, me falta. Me falta otro silencio al lado que poder abrazar. Tender is the night.
sábado, 13 de enero de 2007
Laberintos
Todo parecía controlado hasta hace unos días. Pero los matices fueron complicando los caminos. No, no es que nada se haya torcido. Oficialmente, todo sigue igual, la vida mantiene su(s) protocolo(s), ese extraño artefacto al que nos aferramos con el anhelo de las certezas imposibes y que hace que el lunes se parezca al martes, y el 2006 al 2007. La letra de los convenios sigue "intacta". Pero el subtexto empieza aparecer.
No sé cómo, ni qué significa. Será el trabajo, las obligaciones, las barreras del tiempo y la distancia, el futuro, que es siempre un laberinto que nos lleva a Marbella, a conciertos o a manifestaciones. Pero que siempre parece esquivarnos a nosotros mismos, que raras veces hace que los caminos se encuentren mágicamente en el punto exacto que nos haría felices, en un centro del laberinto en el que hubiese un bello estanque de aguas tranquilas y un árbol frutal. "Si no sabes hacia donde vas, no importa qué camino elijas", le dijo el conejo a Alicia.
La gata está en su laberinto y yo en el mío, y parece que en los últimos días la haya perdido de vista. Mi madre está de baja con un extraño pesimismo que por primera vez sé que convierte en frágiles las palabras que le digo. Y el laberinto continúa. M, en un camino que parece alejarse del mío, o no, o eso temo, o eso temo creer, como un zorro que vaga buscando a su rosa en un cosmos al que soñé pertenecer. J, que empieza a caminar por el laberinto que la vida le impuso después de descubrir que su cuerpo fuerte y envidiado y deseado no estaba sólo regado por la sangre prevista (pero yo estaré siempre con él). Y España, que es en sí un laberinto inextricable y lleno de trampas, del que nunca saldremos cogidos de la mano.
O tal vez todo sean sensaciones, lecturas e interpretaciones, o momentos, remansos del tiempo, y todo vuelva a confluir. Quién sabe. Tal vez sólo hayamos llegado al corazón del invierno, donde se encuentran los cuarteles rigurosos donde debemos pararnos, combatir el frío y hacer acopio de provisiones. Y mi sensación general, entre la tristeza y la intensidad del placer, en este entramado de cruces que no se terminan de cruzar, es la que se me queda cuando oigo un himno premonitorio de estas semanas pasadas, Domino Dancing,... watch them all fall down. Unas semanas que fueron victoriosas y geniales, que tuvieron minutos y segundos que compensan el frío pasado y por venir de muchos meses.
Me acuerdo del final de una novela que metió un invierno entero en mi alma, Las Horas, de Michael Cunningham, que transcribo para ser un kamosisa feliz durante los segundos que invierto en escribir este post:
"El único consuelo que tenemos es esta hora o aquella en que nuestra vida, contra toda probabilidad y contra toda expectativa, se abre de pronto y nos da todo lo que hemos imaginado, aunque todos, menos los niños (y quizás ellos tambien), sabemos que a esas horas, inevitablemente, les seguiran otras, mucho mas oscuras y mas arduas. Apreciamos, no obstante, la ciudad, la mañana; por encima de todo, confiamos en que sigan existiendo. Sólo el cielo sabe por que las amamos tanto."
Feliz año del 2007, como todos, con su bello e irreemplazable laberinto.
No sé cómo, ni qué significa. Será el trabajo, las obligaciones, las barreras del tiempo y la distancia, el futuro, que es siempre un laberinto que nos lleva a Marbella, a conciertos o a manifestaciones. Pero que siempre parece esquivarnos a nosotros mismos, que raras veces hace que los caminos se encuentren mágicamente en el punto exacto que nos haría felices, en un centro del laberinto en el que hubiese un bello estanque de aguas tranquilas y un árbol frutal. "Si no sabes hacia donde vas, no importa qué camino elijas", le dijo el conejo a Alicia.
La gata está en su laberinto y yo en el mío, y parece que en los últimos días la haya perdido de vista. Mi madre está de baja con un extraño pesimismo que por primera vez sé que convierte en frágiles las palabras que le digo. Y el laberinto continúa. M, en un camino que parece alejarse del mío, o no, o eso temo, o eso temo creer, como un zorro que vaga buscando a su rosa en un cosmos al que soñé pertenecer. J, que empieza a caminar por el laberinto que la vida le impuso después de descubrir que su cuerpo fuerte y envidiado y deseado no estaba sólo regado por la sangre prevista (pero yo estaré siempre con él). Y España, que es en sí un laberinto inextricable y lleno de trampas, del que nunca saldremos cogidos de la mano.
O tal vez todo sean sensaciones, lecturas e interpretaciones, o momentos, remansos del tiempo, y todo vuelva a confluir. Quién sabe. Tal vez sólo hayamos llegado al corazón del invierno, donde se encuentran los cuarteles rigurosos donde debemos pararnos, combatir el frío y hacer acopio de provisiones. Y mi sensación general, entre la tristeza y la intensidad del placer, en este entramado de cruces que no se terminan de cruzar, es la que se me queda cuando oigo un himno premonitorio de estas semanas pasadas, Domino Dancing,... watch them all fall down. Unas semanas que fueron victoriosas y geniales, que tuvieron minutos y segundos que compensan el frío pasado y por venir de muchos meses.
Me acuerdo del final de una novela que metió un invierno entero en mi alma, Las Horas, de Michael Cunningham, que transcribo para ser un kamosisa feliz durante los segundos que invierto en escribir este post:
"El único consuelo que tenemos es esta hora o aquella en que nuestra vida, contra toda probabilidad y contra toda expectativa, se abre de pronto y nos da todo lo que hemos imaginado, aunque todos, menos los niños (y quizás ellos tambien), sabemos que a esas horas, inevitablemente, les seguiran otras, mucho mas oscuras y mas arduas. Apreciamos, no obstante, la ciudad, la mañana; por encima de todo, confiamos en que sigan existiendo. Sólo el cielo sabe por que las amamos tanto."
Feliz año del 2007, como todos, con su bello e irreemplazable laberinto.
Etiquetas:
2007,
domino dancing,
el conejo,
j,
la gata,
laberinto,
las horas,
m,
mi madre,
y todos sus protagonista
miércoles, 3 de enero de 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)