viernes, 19 de enero de 2007

Tender is the night


Ya son casi dos años en Málaga.

Dos años en la casa que me vio crecer, en la vieja habitación que me vio hacerme adolescente, encerrarme, soñar, sufrir, tener miedos insuperables, hacerme cientos de pajas y escribir cartas que nunca enviaba a sus destinatarios en momentos en los que la soledad era densa, negra y absoluta.

Pensé que no iba a ser capaz. Eso sí que fue volver. Volver al futuro, porque de aquello queda poco. Volver al punto original para cerrar un libro llamado Madrid, o cerrarlo por una página (aún no se ha terminado, y lo sigo leyendo mientras puedo) y empezar otro que no sé cuál es, pero que me ha llevado por caminos insospechados. Que me llevará a otro futuro no previsto.

Volver. Dos años. Mi casa. Mi tierra. Dos años, y algo me dice que puedo ser el niño grande que devuelva a aquel adolescente las promesas incumplidas, las frustraciones acumuladas entre las mismas paredes. Será mi promesa electoral para este año, o para el próximo, o para toda la vida. Le voy a dar a aquel adolescente lo que soñó. Todo lo que soñó, cosas que sólo él y yo sabemos. Se lo debo.

Sólo hay una analogía sin importancia: algunas noches, noches que cierran días más o menos atareados, días que te llevan de la mañana la noche en pocos parpadeos, la pequeña cama es, a veces, demasiado grande para mi cuerpo y mi respiración. Donde apenas quepo, me sobro. Y si me sobro, me falta. Me falta otro silencio al lado que poder abrazar. Tender is the night.


1 comentario:

AnA dijo...

Algo bueno trajo tu regreso,al menos para mí.Tener esa amistad incondicional tuya,caótica y diferente.
Te quiero mucho Antonio y el mundo debe saberlo.
Ana