Pasan los días de julio. Se desdibuja el dolor, vuelve la calma, la escayola ya huele a pasado, a fósil, me pierdo por una agenda imposible con mucho pasillo, que es por donde mejor se escapan las horas, las semanas, los meses.
Una noche camino, con un amigo, por la calle Conde Duque, a la búsqueda -infructuosa- de una mesa en una terraza. Un ángulo desde el que obsevar la intrascendencia del verano madrileño. Y una música, como un soplo de aire fresco, se me mete en el estómago, con toda la gravedad de los woofer y la poesía ligera del Mediterráneo. En el centro de gravedad cultural se desarollaba, alegre, un concierto de Franco Battiato.
Y la estación de los amores, estalla en mi piel.
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4 comentarios:
Me gustó como te quedaba la escayola a juego con tu camisa de cuadritos vichy. Y me percaté de cómo a R. le hacían mucha gracia nuestras aventuritas de invierno.
Todo combinaba especialmente bien, en mitad de aquel desastre....
Love is in the air. A ambas orillas del Atlántico.
Saludos dichosos. Muchos. Muy.
Aquel desastre no fue sino el final de otros... Pero el futuro será mucho mejor!
Anda, la escayola era real, pensé que era una metáfora, ¿ya estás bien?
Cuando supe que tocaba Franco Battiato a un minuto exacto de mi casa me acordé de ti porque pusiste un vídeo hace tiempo que me trajo brumas fantasmales del pasado...
En cualquier caso, viva Franco (siempre había querido decirte eso y no sabía cómo, jajaja).
Un abrazazo.
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