viernes, 24 de abril de 2009

Llorando...

Lo recuerdo perfectamente. Difícil de olvidar. El día que vi Mulholland Drive, de David Lynch, recibí uno de los mayores impactos culturales que he vivido. Fue en los cines Princesa, en la plaza de los Cubos, una tarde de sábado. Iba con J., mi primera pareja. Quedé exahusto, confuso, triste, desolado, eufórico. Atado a la butaca. Con más preguntas que respuestas, y con la sensación de que las fronteras del cine -más que otras- están en continua expansión, como si, embarcadas en una exploración, a veces diesen, de golpe, con una una galaxia desconocida. Luego visité muchas veces el laberinto de la película. En cada visión, me perdía y me encontraba siguiento pasadizos diferentes, que me descubrían inéditos itinerarios. Aquí dejo esta porción del sueño/pesadilla.

2 comentarios:

Ernesto dijo...

En la pila de DVD´s de al lado del televisor la tengo en primera posición para verla. En cuanto acabe con mi particular homenaje-retrospectiva a Woody seguiré con varias de Lynch (The Straight Story aguarda detrás de esta). Ayer leí en una entrevista a Naomi que en principio iba a ser un episodio piloto para una serie pero que el canal la rechazó por rara, ella decía: Qué quéreís, es Lynch, que se la hubiesen encargado a otros.

Hay ganas de enmarañarse pero... quizá debería intercalar Woody con Lynch ¿verdad?

Un abrazo.

Kamosisa dijo...

Hola Argui! Bueno, son dos de mis directores favoritos. ¿Por qué no mezclarlos? Me parece una idea estupenda. Sobre todo proque ver varias películas seguidas de lynch puede tener efectos secundarios sobre tu estabilidad psico-emocional... Straight story me gustó mucho... Un abrazo.