Abrí el armario. Elegí la camisa Ralph Lauren a rayas, faldona, de hace 15 años, cuando se llevaban así. Con ligeras hombreras. Como no me había pelado desde hacía dos meses, con gomina Giorgi de 3 euros convertí mi moño frontal en un desafiante tupé a lo Rick Astley. De un cajón perdido salieron unos Levis algo abombados. Metí la camisa por dentro. Con el tupé, la camisa grande, los vaqueros abombados, sólo me faltaba una corbata de cuadros para parecer el perfecto vintage. Y no, a pesar de que luego me miraban por la calle Princesa como si de un moderno retro se tratase, no es una cuestión de estilo.
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