lunes, 15 de octubre de 2007

Y llegó el puente...

Tan esperado.

Y el mismo jueves en que Rajoy hacía un llamamiento público a exhibir banderas de España, se celebró en la Sala Vivero la fiesta Bisturí.

Lo más granado del afterpop malaguita paseó sus huesos por la nave industrial del polígono la Estrella donde se celebró esta fiesta, muy al estilo new rave, versión meridional del Razzmatazz barcelonés. Pinchaba el Chico de Chico y Chica y Carlos Díaz Díaz, el barbudo diseñador de Cibeles que parece el alcalde comunista de un pueblo de jornaleros.

Lo más destacable fue el video-jockey, que proyectaba imágenes verdaderamente simpáticas bien acopladas a la música (y no era fácil, porque los que pinchaban tenían el criterio musical en el orto, capaces de pasar de Technotronic a La Terremoto). C, que conocía al videoartista, me comentó que un día de fiesta-desfase en su casa dirigió el proyector hacia la fachada del bloque de enfrente y puso pelis porno que animaron la vida nocturna del barrio. Málaga es así de trash.

Hubo música. Hubo chicos y chicas. Hubo heterosexuales y gays. Y también estuvo el kamosisa kamosiseando -me encanta referirme a mí en tercera persona, como hace Ibarretxe cuando dice: "el lehendakari"... Desperdiciando otra noche más para conocer a alguien a fin... al fin.

El viernes di con mis huesos en el Level, bar céntrico, cerquita de mi casa.

Una chica y un chico se acercan a M. Ella lo saluda. Él me mira. Altote, fuertote, guapote, y lo peor, con barbita. Un chico de esos que te dan paz con sólo mirarlos y te hacen creer que todo va a salir bien. Cada día tiendo más al prototipo de hombre con formato amplio, velludo y protector -sé que esto suena un poco hardcore. Lo cual tal vez indique que utilizo mi vulnerabilidad como brújula sexual-emocional.

Nos ponemos a hablar y a los diez minutos estamos cambiando teléfonos. Nadie se entera. Se van. Cuando estoy recogiéndome, minutos después, veo una llamada perdida suya... El final es previsible, ¿verdad? Parecía mayor que yo, pero semejante cachalote tenía sólo 19 años y me abrazaba en la cama como si fuese su padre, o su mejor amigo. Le gusta el cine independiente.

El sábado se inauguró, por fin, la casa de los kamosisas. Con vecina incluida. El estruendo parecía oírse en los confines de Pozos Dulces (mi calle) y estuvo a punto de provocar un levantamiento popular. Vino la policía. Cortamos y a la calle.

(Arguifonte, todas las chicas coincidieron en decirme lo guapo que eres. Y simpático. Sabes que yo también lo pienso.)

El domingo M. me llama. Llueve con desgana, como sólo sabe llover un domingo.

M. está triste. Voy a su casa. Después de mi fiesta, en algún bar, alguien le confirmó que su ex está con otro. El alcohol hizo el resto. En su séptimo con vistas a los tejados y a los nubarrones, apagamos el recuerdo con palabras, con silencios. Cuatro años queriendo son muchos años para evitar que se te corte la sangre cuando se certifica el final. Haciendo macarrones se terminó el puente.

Hoy M. me ha enviado un mail con Pandémica y Celeste, el poema de Gil de Biedma.

...yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse...

Au revoir.

6 comentarios:

Joan Torres dijo...

De dónde has llegado,
hombre dormido.
Qué nube te vertió,
qué carabela.
Quién te autoriza a este derrame
de nenúfares,
quién deslizó en tu tez
el pájaro de plata.
Te posas en mi lecho con descuido:
eres un ángel olvidado
dentro de un camarote.
Yo no comprendo este hombre
tan extenso.
No puedo ya dormir: mi sábana
se empeña en ser un viento alisio,
la flor de lavanda.
Mi almohada, que retoma
su viaje de gaviotas.
Mis antiguos zapatos, dos erizos.
Y este hombre pequeñito,
desnudo sin siquiera una gardenia.
Por qué mi mano vuela
a su incauta porcelana,
a su carne de membrillos.
Qué contratiempo.
Qué miraré otra vez ya nunca
si solo puedo mirar mi visitante.
De dónde vino la zarza de tu ceja,
los dos puntos de cobre de tu tórax.
Qué pana buscaré,
si no tu vello.
Qué vaso, qué beso,
qué ribera sin tu boca,
hombre dormido.
Qué pan de oro
sin tu sueño.

(Ana Istarú)

Anónimo dijo...

Pandémica y celeste es un poema brutal que todos deberíamos leer una vez a la semana para darnos cuenta que todos sentimos de modo igual.
Sobre ese "amor buscado", pero desde otro punto de vista, te recomiendo el poema "Bobby", de Pablo García Baena, poeta casi secreto y, como yo, malagueño de adpoción (entre otras cosas).
Se me hace raro leer un blog de alguien a quien no conozco (para eso están los blogs, supongo, pero es como leer una novela sobre un personaje que existe y que el viernes estuvo de copas en el mismo bar que tú, pero al que no ves.
Es raro, ¿no?

Kamosisa dijo...

Escéptico: hermoso poema. Hermosísimo.

Being Boring: espero que el personaje no impida a nadie ver a la persona de verdad.

Saludos.

Joan Torres dijo...

Debo agredecerte que trajeras a mi presente este poema de Jaime. "Pandémica y Celeste" son unos versos que me acompañarán toda la vida. La dicotomía platónica entre el amor al cuerpo y el amor al alma ha sido una constante en mí. El amor sublime zigzagueando por entre las piernas y los abrazos de los pequeños amores que se desgranan en mil camas, en burdeles, o en hoteles de una noche. Es como si el poeta fuera una parte de mí desconocida y pasada que escribió, privado de consciencia, cada palabra. De no ser por que es casi perfecto, lo creería. Porque...

"...no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama."

BeBa dijo...

Kekichu: no eres justo te faltó decir que las chicas mas guapas, sensuales y listas de Málaga estabamos en la party.
Ains que harías tu si Bebichu.
Besos
Beba

Anónimo dijo...

Es todo un gustazo caer al vacío en los pozos dulces y de repente colarte en la fiesta de Kamosisa. Gracias por la invitación. Un beso.