domingo, 23 de marzo de 2008

Fase logófoba

Querido Roland Barthes:



Debe ser el aromático incienso de la Semana Santa que embadurna las calles con mala literatura: estoy logófobo. Rechazo la estritura. Trituro ideas pero no las plasmo, me quedo con ellas sin que lleguen a condensarse en fonemas ni morfemas. Antes, he pasado por fases logofágicas, en las que aspiraba a devorar el Texto del Mundo; o logofílicas; logofétidas, logócratas, hipológicoas y superlógicas. Y hasta logísticas. Toda las perversiones que constelan la relación entre persona y lenguaje se han encarnado con este fetichista del verbo hasta vaciarlo de sentido.



Esta breve gramática que ahora presento es una prótesis: hurgo en la recámara casi extinta de mi hipotálamo buscando fósiles verbales, esputos lógicos y fugaces hurtos con los que coso un intertexto, un balbuceo de terciopelo. Decía Rimbaud, en la Carta de un Vidente, que los poetas son multiplicadores de progreso, que su poesía tenía la misión de robar el fuego eterno. Ahora, me falta el fuego eterno del amor: el desierto disecado de esta Semana Santa ha dejado al amor sin este sujeto, mera excusa. Apenas una coma, la pausa de un paréntesis.



No sé si es grave, Sr. Barthes. Aquí le dejo estas notas, para su conocimiento. Texto sin sujeto. He desaparecido.

Sin nadie, sin texto, sin causa. Hasta la Semana Santa de 2009.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eh.. tú!!! ¿No has pensado en aparcar al Sr. Barthes una buena temporada? Un saludo.

Kamosisa dijo...

Jaja tan pesado es? Es uno de mis doctores, junto a Foucault, irrechazables. Manías de uno, que se hace mayor y vuelve a sus juguetes con ansia infantil. Besos!