"Para nuestros ojos ya gastados, el cuerpo humano define, por derecho de naturaleza, el espacio de origen y la repartición de la enfermedad: espacio cuyas líneas, cuyos volúmenes, superficies y caminos están fijados, según una geometría ahora familiar, por el Atlas anatómico. Este orden del cuerpo sólido y visible no es, sin embargo, más que una de las maneras para la medicina de espacializar la enfermedad. Ni la primera indudablemente, ni la más fundamental. Hay distribuciones del mal que son otras y más imaginairas".
Michel Foucault. El nacimiento de la clínica.
El origen de toda ciencia, de todo conocimiento, no es ser el espejo de una exterioridad estática y ética. Es, al contrario, un trabajo estético: la elaboración del mapa, un espacio donde ubicar el bien y el mal, separándolos por taxonomías fronterizas, haciendo evidentes sus límites, sus finales. Respondiendo, siempre, a la geografía del poder del sujeto que habla y dice el mapa.
Nos despertamos, aprendemos y creemos y creamos artificios para oponer el discurso a la nada, la salud a la enfermedad, lo normal a lo anormal. Pero no nos engañemos: el conocimiento médico es sólo un mapa en busca del mal. Otro de tantos.
Hay distribuciones del mal que son otras y más imaginarias.
Pregunta del día:
¿Quién entre Epi y Blas era colombófilo?
2 comentarios:
Me parece difícil distinguir el bien y el mal desde un punto de vista abstracto. Me parece arriesgado hasta el concepto de imperativo categórico kantinano.
Pensamos, somos. Bien, ¿y ahora qué, ciencia?
:)
A mí también me parece arriesgado. Hoy lo normativo es una política. ¿Has visto a Rajoy hablando de "la gente normal, la gente de bien"? ¿Hay algo más fascista, más excluyente, más antidemocrático? Mañana asistiremos al mapa del mal de una parte del mapa.
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