Fue la primera llamada nada más llegar a Madrid. Era él. Con su voz de adolescente prolongado. Era él. Con su inocente capacidad de destrucción. Él. Llamando.
Alguien le dijo que me venía a vivir. Y yo ya me había olvidado.
El alegre e inocente generador de tristeza. Me llamó.
Y nos vimos ese día. Y otro. Y cenamos, y salimos. Y está ahora en mi vida. Sin estar. Sin papeles. Estamos improvisando. Hacia ninguna parte, es cierto. Me prometí que lo iba a olvidar. Pero él sabe cómo evitar que lo olvide. Le basta con estar.
Él.
jueves, 29 de mayo de 2008
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1 comentario:
me gusta la cancion.... y no la conocia.
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