En esta eternidad sin intermedio,
de montaña del Tíbet sin asceta,
de calle Montera sin proxeneta,
de triste crucigrama sin remedio.
En esta tela de juicio sin faltas,
de triste magistrado sin sentencia,
de acusados que no piden clemencia,
de secretarias que esconden sus faldas.
Ya han cesado los rayos del poeta,
Manhattan ya no es de nosotros dos,
hay rebajas en el Zara del amor,
pero no hay crédito en esta tarjeta.
Peces en el río del Moet Chandon.
Le lanzaré una opa al desaliento,
para comprar un beso de año nuevo.
Este enero, los Reyes traen carbón.
viernes, 8 de enero de 2010
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