Lo confieso. Junto a las pelis de Bergman y de Passolinni. Junto a la literatura de Marcel Proust y Kafka y Norman Mailer y Paul Auster, soy un admirador de Lady Gaga. Tengo, parafraseándola, un bad romance con ella. Creo que en esta eterna post-adolescente con cara de ida, con ojos de atardecer encocado bajo las palmeras de Suset Boulevard, con fealdad de alta costura, con movimientos dislocados de diseño, se resume la totalidad de nuestro tiempo. De nuestra estética. De nuestro drama. De nuestro exquisito vacío.
Es una musa con ecos de antaño y formas futuristas. Salvando las décadas y los estilos, tiene el malditismo obsceno de Mina, la fragilidad bobalicona de Edith Piaf, el glamour trágico de Melina Mercouri. Lady Gaga es la fiesta loca minutos antes de que el mundo explote. Es la felicidad arañada al inmiente desenlace fatal. El Carpe Diem transportado a California. Bret Easton Ellis hubiese soñado con inventarse a Lady Gaga.
Entramos en Los Ángeles escuchando Just Dance, y en Las Vegas, con Poker Face. Su vocecilla sonaba épica en el desierto, y sarcástica en la ciudad. No sé qué me chifla de ella. Creo que es su belleza que parece surgida del mal, su carnalidad insolente y casi ofensiva, el barroquismo posmoderno de su vestuario, en fin, su imperfección inexplicablemente hipnótica.
Basta escuchar y leer (en español, en este vídeo) la letra de su Bad Romance, un retorno al romanticismo grotèsque, un himno al amor fou que logra ser aún más irónico que burdo.
En fin. He caído en los brazos de esta friki-musa for good.
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6 comentarios:
Me temo que somos muchos los que compartimos ese mal romance. A mí me tiene enganchadísimo.
Sí, es sin duda la musa de esta década. Una Madonna oscura para tiempos difíciles... Un beso!
Tiene ese no se què, que te dice que estarà dando guerra mucho tiempo.
¿Habrà nacido una estrella?
A mi simplemente me entretiene. Puro consumo pop de temporada. Pero bueno, cada uno con sus gustos y fobias...
Sunday
I’m running down the beach passing a medicine ball back and forth with a man I’ve exercised with for several years. During this time, we have seen each other at least once a week, and have even road-tripped together to compete in a few races, one of them a buddy race. No sex, btw. He’s married and, as far as I know, straight. In all that time, we have never had a personal or revealing conversation of any kind. “It is what it is,” the extent of his comments when I accompanied him to the hospital for a biopsy last year during a cancer scare.
“Man, I’m really glad we’re friends,” he says after heaving me the ball. I almost drop it. “I mean, I feel like you really know me.”
The surf pounds, the beach stretches before us, the heavy ball is damp with our mingled sweat. “Yeah, man,” I say as I heave it back to him. “Me too.” End of conversation.
Es de un blog que encontré el otro dia y me entretuvo un buen rato, espero que te guste. Saludos desde Málaga. -Megakarlos-
http://ericwhitneyescort.wordpress.com
Jeje, le echaremos un vistazo, tiene buena pinta.
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