lunes, 18 de junio de 2007

Han caído los dos

El viernes por la noche hubo una estadística extraña. La gata, el poeta, mi capitán, B, los periodistas y yo tomamos copas hasta altas horas en el bar Emily entregados a una conversación dodecafónica (y afónica). La ecuación combinaba términos improbables, como la derecha y la izquierda, la madurez y la adolescencia, el dry martini y el ron cola. Pero en los dos cruces que se trazaban había algo de caída irresistible, de abnegado cataclismo. Cuando el álgebra del deseo se pone en marcha, se suman guarismos de series numéricas impensables.

Ahí va la canción que resumía aquellas extrañas fórmulas matemáticas. Of course, Auserón.

¿Hemos caído los dos? ¿Los cuatro?


Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo.
Y ahora están atrapados los dos en la misma prisión.
Vigilados por el ojo incansable del deseo voraz.
Sometidos a una insoportable tensión de silencio.

Han caído los dos bajo el punto de vista exclusivo.
Iniciando una guerra en que nadie pudo vencer jamás.
Ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido.
Y él encuentra sentido al enigma que no le dejaba existir.

Antes eran dos barcos sin rumbo, hoy son dos marionetas que van.
Persiguiendo una luz cegadora por la línea del tiempo.

Han caído los dos en la boca de un dios tenebroso.
Que sonríe mostrando sus dientes de acero.

1 comentario:

AnA dijo...

Matemática si.... pero la fórmula no funcionó.....