sábado, 11 de agosto de 2007

Con las manos en la casa

Mi nueva -pequeña- casa aparece en el mapa laberíntico de mi vida como una antípoda de la casa donde he vivido estos dos últimos años. He pasado de vivir en "El Candado" a vivir en "Compañía" (los nombres de las calles son reales).

Han sido dos años padeciendo la vida hermética en la urbanización a las afueras de la ciudad, lejos de la humanidad bulliciosa, donde en lugar de cafeterías y comercios y librerías y ateneos y teatros hay pistas de pádel y campos de golf. Mi recién estrenada callecita es peatonal y fresca, está biselada con ese deterioro a veces imperdonable, a veces encantador, que troquela el centro histórico de la ciudad, y en las paredes de sus edificios, a menudo ruinosos, hay versos sueltos (¿libres?).

Justo al salir del portal de mi casa, en la pared de enfrente, hay un verso de Horacio: "Ve donde tus pies y los vientos te lleven". Eso haré. Es un buen comienzo.

Por ahora el pisito está vacío aunque ya he llevado ropa y libros -aún así, queda estantería...

Por cierto, la por fin real "Casa de los kamosisas" abrirá definitivamente sus puertas en septiembre, a la vuelta de vacaciones. Habrá pequeña fiesta de inauguración. Abriremos antes que Ikea, por lo que se ruega a los invitados ahorrarse ese estúpido y típico comentario cuando se entra en casa ajena con ánimo de desprestigiar al anfitrión: "Qué mono el sofá cama... ¿Es de Ikea no?"

Ahora tendré que releer rápidamente ese libro tan inútil y divertido, por otra parte, de Julian Barnes, "El perfeccionista en la cocina".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Usted no sabe cuánto pesa
un corazón solitario
hay noches en que la lana oscura
la lana tibia que me protege
llega hasta el cielo
y mientras duermo mientras respiro
mientras sollozo
se me derrama la leche hirviendo
sobre la cara
y entonces una máscara magnífica
con la sonrisa del rey de espadas
cubre mi llanto
y todo eso no es nada todavía
usted no me creerá
pero luchar luchar luchar
todas las noches con un tigre
hasta convertirlo en una magnolia
y despertarse
despertarse todavía y no sentirse
aún cansado y rehacer aún
raya por raya el mismo tigre odiado
sin olvidar los ojos los intestinos
ni la respiración hedionda
todo eso para mí
es mucho más fácil mucho más suave
créame usted
que arrastrar todos los días
el peso de un corazón desolado

Anónimo dijo...

Lo mejor: el nombre de la calle, el resto está por venir. Suerte amigo¡¡

Kamosisa dijo...

Muchas gracias a los dos...

Joan Torres dijo...

Una nueva casa, por ese pedazo de vida por estrenar que encierra dentro, siempre es un signo de interrogación sin terminar. En tus manos está el que al final todas las respuestas sean de auto afirmación.