jueves, 19 de junio de 2008

Cambiar

Crecer dentro de unos márgenes. Moverse entre fronteras. Cambiar de posición dentro de unos límites.

Pero, ¿por qué no aumentar los márgenes, mover las fronteras, cambiar la posición de los límites?

¿Por qué, en vez de movernos nosotros, no hacemos que se mueva el mundo?

¿Por qué siempre damos por buena una determinada configuración de opciones, un singular sistema de posibilidades?

¿Por qué no cambiar el sistema?

¿Por qué no cambiar el mundo?

¿Por qué no cambiar de mundo?

2 comentarios:

Max dijo...

Me encanta en especial la última opción: cambiar de mundo (y la palabra “mundo” me lleva a pensar esa idea geopolíticamente: ciudades, países, continentes). De hecho, yo sí creo que hay algunas experiencias que, debido a su naturaleza, nos obligan a reconfigurar el mundo. Al menos nuestra concepción de él. De hecho, por ello mismo nos llevan a reconsiderar nuestra relación con el mundo: el sentido de las cosas, de la existencia misma. Una experiencia tal vuelve obsoleto todo modelo previo de lo que es, de lo que vale, de lo que importa. Nos conduce por un camino que atraviesa y conjuga revolución y revelación. Otros lo llaman amor. Y aún otros, como yo, le asignamos nombre propio—un nombre que se quiere propio, como cuando lo pronunciamos unido a un simple pronombre: “mi”, “mía”.

Saludos.

Anónimo dijo...

Muy buena reflexión Max. Pero el "mi" o "mía" parece que hace referencia a algo que poco tiene que ver con el cambio. Sobretodo si lo que hacemos es virar ese punto de vista para cambiar de mundo, como comentabas.
Sin embargo, muy buena reflexión, sí señor.