lunes, 10 de noviembre de 2008

Los caminos de la ausencia

Querido X.

Me comentabas, el sábado por la noche, cuando salíamos de las Naves del Teatro Español de ver la magnífica obra Sutra, que hallas en la proliferación de mis amantes una pista sólida que explica la ausencia de amor. El amor, me decías, tiene algo de larga espera, y al parecer, no sé esperar. ¿Frivolidad? La excuso, la niego, alegando una brutal sinceridad. Nunca en mi tarjeta de presentación me defino como algo más que un mero entretenimiento carnal y/o intelectual, a quien le sirva. No engaño a nadie. Con las cartas hacia arriba, no se pueden echar faroles.

Y creo que los mecanismos de la ausencia son los mismos que los de la presencia: ajenos a nuestra voluntad. No elegimos querer o no querer. La querencia nos elige, como bien me envías en tu fragmento de hoy:

"Solo ahora puedo decirlo. En el centro de sí mismo, un hombre no escoge a quién amar. Puede escoger cómo vivir y puede ser fiel a la verdad de sí mismo donde sea posible. Pero no decide a quién amar, del mismo modo que no escoge su estatura ni su bondad. Uno puede ponerse unos zapatos de plataforma o hacer buenas obras, pero el corazón siempre tendrá la última palabra, y cuando la palabra es amor, podemos reconocer , podemos responder, podemos someternos, o tratar de ignorar, pero no podemos escoger. El amor no es una cuestión de elección, sino un obstinado acto de rendición".

Andrew O'Hagan, Quedate a mi lado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrada, sí señor!
A veces también aprendemos aquí.

Anónimo dijo...

Muy buena entrada, sí señor!
A veces también aprendemos aquí.

Anónimo dijo...

Jo...Una de tus mejores entradas. Me has dejado de piedra. Precioso y reflexivo texto. Es verdad que no elegimos a quien amar, lo mismo que no elegimos amar o no amar. Yo siempre tiro por el lado de amar, es mi camino. Y aquí sigo, "going my way".

Gracias por tus palabras.

BEING BORING