Ya ha empezado la campaña del Estatuto de Andasulía (para el PSOE, es de diez; para el PP, de primera... A IU ya no le quedan más números). Y como aquí puedo hablar libremente, voy a optar por dar mi opinión sincera en plan libertaddigital.
Si este Estatuto, en vez de la simpática y cálida tierra andaluza, hubiese provenido del País Vasco, habría levantado más de una y dos suspicacias entre propios y extraños. Miremos el tema en clave abertzale de Triana y tendremos lo siguiente:
El Estatuto pactado por Inmanol Txabes, Xabier Aranas y Diego Valderas (este no hay cojones de traducirlo) tiene un preámbulo escrito al dictado de algún siervo posmoderno de Blas Infante, comunicándose vía wija, tal vez un día de ebriedad compartida a vinitos por el Guadalquivir:
"La interculturalidad de prácticas, hábitos y modos de vida se ha expresado a lo largo del tiempo sobre una unidad de fondo que acrisola una pluralidad histórica, y se manifiesta en un patrimonio cultural tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y cultuo, único entre las culturas del mundo".
Olé, que decimos por aquí. Debo admitir que lo de tangible e intangible me sigue resultando demasiado dinámico, culto y acrisolado.
El corpus del Estatuto es irresumible. Tiene más artículos que la planta de hogar del SEPU. Y salvo el uso del crecepelos en los monjes cartujanos y el reciclaje de uñas cortadas, regula todos los aspectos de la vida de los andaluces y las andaluzas.
Menos mal que somos simpáticos y que María Jomeini presenta un programa en Canal Sur. Si no, cualquiera pensaría que vamos a ver chalés, digo que somos abertzales.
Y en cualquier caso, pediré el Sí, a lo que quiera que sea. Hay Estatut...
Hay Estatut...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
como nos pille el blog quien tú y yo sabemos.....
Keki como diria quien tu sabes: votad zi ad eztatud.
Publicar un comentario