Es durante la adolescencia, en la dolorosa toma de contacto con la realidad, cuando se te rompe el alma. Y ese conjunto de grietas, fosos, muros de defensa y almenas improvisadas rápidamente te acompaña ya para el resto de tu vida. Lo que te hace ser seguro o inseguro, valiente o cobarde, defensivo o agresivo, tímido o lanzado.
Si quisiéramos cambiar los planos, deberíamos volver a ese periodo, tirar tabiques, rehacer el edificio.
De aquella época, no temo la oscuridad, pero soy hipocondríaco. No me da miedo estar solo, pero me hundo ante la agresividad, o el silencio, o la ausencia, o la traición de los demás. El mundo, en su ritmo infernal, en su autodepredación constante, sigue siendo un jeroglífico indescifrable para mí.
Me quedo como estoy, con el cúmulo de imperfecciones que conforman la serie alfanumérica de mi precaria identidad: mi proverbial ingenuidad antropológica, mi inclinación a la timidez bien disimilulada, mi humillación ante cualquier tipo de belleza, mi boquete en el pecho en el que falta cariño.
Pequeños tesoros.
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4 comentarios:
Timidez. Algún mecanismo de defensa debió fallarme en la adolescencia para que, por lo que veo, me acompañe toda la vida. Un abrazo.
A ver. Descifremos:
1. Proverbial ingenuidad antropológica: ¿Acaso una cierta fascinación a medio camino entre Edward-Said-y-Marc-Almond-en-revuelta-horomonal por orientalísimos efebos?
2. Inclinación a la timidez bien disimulada: Y, por qué no, a su contracara: una desfachatez muy desvergonzada.
3. Humillación ante cualquier tipo de belleza: Humillarse adquiere expresión encarnada en el inclinarse, e inclinarse es ir debajo de la bella persona. O, para frasearlo en versión gringa, to go down on the cutie. Lo cual nos remite al primer y segundo punto pero de forma combinada.
4. El boquete en el pecho en el que falta cariño: Si hacemos referencia al punto anterior, en donde la humillación implica bajar, habría que seguir bajando por la ruta del pecho. Y mejor no sigo, porque si tomamos el criterio de la contracara va a terminar sonando algo muy desfachatado y la inclinación por la desfachatez ya fue establecida. Además, que yo sepa, pues he me lo han dicho claramente, se te quiere. Y mucho.
Saludos
Max: Te en cuenta que la ingenuidad provoca timidez; la timidez, humillación; la humilllación, falta de cariño. Se me quiere, y quiero. Y con ese material lleno el boquete.
Arguifonte, tienes el insoportable encanto de los tímidos que son guapos.
Saludos a ambos.
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