No voy a contar aquí, obviamente, mi vida personal. No es este el lugar. No soy un graffitero de mi destino. Aparte de retazos, versos sueltos, fogonazos divertidos, tembleques melancólicos, no es este blog un confesionario o un diario de mis vivencias. Quien conoce mi vida, sabe qué vivo, cómo vivo, para qué vivo. Pero sí me veo legitimado para aislar hechos concretos y extraer conclusiones generales.
Recientemente viví un lamentable episodio con una persona que fue muy importante en mi vida. No voy a entrar en los detalles, pero a partir de este triste -"triste" es la palabra, y "absurdo"- incidente, he reflexionado sobre qué puede haber de social, de cultural, de general en determinadas conductas, y qué hay de individual. Ni que decir tiene, que el hecho de que atribuya un origen social a determinada forma de actuar no exime de la responsabilidad individual de cada uno. En nosotros está asumir o rechazar un determinado modelo que nos ha venido impuesto. En nuestra mano, la posibilidad de levantarnos en armas contra el tirano que nos sometía.
Creo que, de nada sirve luchar por los derechos de los gays, si esa lucha no va acompañada de una profunda revisión y revocación total de la cultura "machista", celotípica, posesiva y cutre en la que nos han educado. De nada sirve eliminar el agravio que supone no ser igual -legalmente- a un heterosexual, si luego repetimos los mismos parámetros de la cultura que siempre nos ha oprimido: dominación, posesión, agresión, dependencia, maltrato. Hay, entre nosotros, paredes de cristal que limitan nuestra lucha por la libertad: paredes invisibles, que a veces no vemos, que pasan desapercibidas como estructuras latentes muy profundas, pero que nos encierran, nos impiden avanzar.
Digo "paredes", y no "techos": en este caso, me refiero a los modelos que los gays hemos asumido erróneamente, muros que nostros mismos alzamos entre nosotros, y no al que la cultura heterosexista dominante nos ha lanzado encima, que también existe. Tenemos techos y paredes de cristal. Que nosotros copiemos sus formas, es un triunfo para ellos. Porque lo que les jode no es que dos tíos se den por el culo. Les inquieta que, además de darse, se quieran, se respeten, y enseñen al mundo que hay otras formas de relación no basadas en el poder de uno y el sometimiento de otros/as. Saben que, cuando rompamos sus malditas paredes de cristal, su poder empezará a desmoronarse sin remedio.
Rompamos, por favor, esas paredes de cristal. Por el bien de todos.
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3 comentarios:
Me ha encantado tu entrada, y comparto contigo todo lo que dices básicamente. Creo que tenemos que seguir siendo diferentes a los heterosexuales y aprender a saber cómo no queremos ser. Ellos llevan siglos de fracasos en su modelo de relaciones y nosotros (aunque lo gay exista de siempre) ahora es cuando estamos comanzando a expresarnos libremente en nuestras relaciones. Y tenemos que mirar esos modelos no válidos e intentar no repetirlos (véase "Ética Marica" de Paco Vidarte, libro que tú ya recomendaste aquí).
Lo dicho, tu reflexión me parece muy acertada.
Un abrazo desde el Sur,
BEING BORING
Ummmm...no estoy deacuerdo en todo el contenido. Si estoy totalmente de acuerdo en que hay que erradicar la violencia de cualquier genero. Pero la violencia, no creo que sea equiparable a un genero determinado, y menos que venga impronta por su condicion sexual. Quizas puede ser que no nos hemos atrevido( los seres humanos ) a denunciar las agresiones verbales, fisicas y sexuales a las que por desgracia mucha gente se ve abocada, y vive en silencio, porque no tiene ( su espiritu, su voluntad,...etc) las energias que le hagan poner sobre el papel, el sufrimiento al que esta sometido. Hay muchos tipos de violencia, como hay muchos seres humanos, que su comportamiento, dista mucho, de la educacion recibida o del nivel social, en el que este encuadrado.
mucho animo, y ya sabes que te sigo por terceras. Un beso grande y que valores, que hay gente que te quiere y te aprecia...sin mas.
julio Rey
La posesion siempre comporta violencia, tanto por conseguirla, por mantenerla o por no perderla, solo compartiendo momentos o vivencias, o por lo menos respetando las de otros sin más, puede que de una vez lleguemos a la conclusión que estamos vivos por un periodo limitado de tiempo y que hay que aprovecharlo sin tonterias ni limitaciones.
¡A navegar que se acaba el viento!
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