Es frecuente que me apriete la soledad por la noche. A veces, siento su abrazo leve, sus manos de seda negra, alrededor de mis hombros: no abriga, no agobia. Pero pesa como el plomo. Está fría como el plomo. Tiene la profundidad del plomo. Y entonces, sólo me quedan los anticuerpos del absurdo para defenderme. Lo que no está, es lo que más pesa, lo que ocupa más más espacio. Lo que hace más ruido. Y siento que me duermo sobre el cold, cold ground.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
El amor es riguroso.Estrictamente coherente con lo que se quiere alcanzar.......mmmm tocar.
Esas noches en las que tu compañera es la soledad son largas, eternas, una auténtica travesía. Consuela saber que existe la compañía de los solitarios.
BEING BORING
Los solitarios somos, en realidad, unos adictos, y es tan vocacional, que a veces da igual que haya alguien al lado.
Publicar un comentario