Si la casa de los kamosisas es oscura, tenue y alargada, con inclinación por el gusto art-deco con detalles chinescos, estética tardo-franquista y resabios de vanguardia, amplios sofás de skai rojo y algún almohadón de terciopelo, sillas plegables de plástico para el verano en la terraza y acaso algunas cómodas de bambú, si la casa es esa antinomia entre lo clásico y lo antiguo, la cama del kamosisa es un tanto extraña e inclasificable.
Por ella, tal vez hayan pasado demasiados cuerpos. Pero muy poquitos sueños. Algunos embriones de cariño fueron rápidamente abortados. Otros cigotos de esperanza se cayeron por el lado derecho -o el izquierdo. Las células madre de remotas pasiones amorosas fueron enviadas a algún centro de investigación de Bernat Soria. También hubo cadáveres a los que sajé con la precisión del experto bisturí fantasioso.
Esa es la pequeña biografía de la cama del kamosisa: confusa, inconclusa, y aún vacante. Es una biografía por la que pasaste tú ayer, caótico E., intrigante E. Huidizo E. Nada te podría pedir. Y nada ofrecerte, tal vez. Pero el kamosisa sintió cierta desazón dominical en el adiós. Un adiós que no supo tan bien como el beso.
Porque esta cama portátil que me acompaña es una cama a la que a veces le duelen las sábanas de tanto desgarrarse por las mañanas.
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3 comentarios:
Kamosisa, llegué a tu blog de casualidad, a través del de un amigo poeta y quería decirte que me gusta leerte. Y más desde que conozco tu gusto por Modern Talking. Y, cuando ya he visto a Dusty, ha sido lo más. Seguiré leyéndote desde la ciudad donde vivo, que no es mi añorada Málaga, a la que huyo casi every weekend.
Salud
La casa de los kamosisas está abierta a nómadas como tú. Media pensión o pensión completa. A convenir.
Saludos!
Interesante, muy interesante Kamosisa.. A veces en sus camas desfilan más sueños que cuerpos y los embriones de deseo en mi caso siempre caen por el lado izquierdo. El derecho da justo a un muro impenetrable quedándose plasmados en el espejo. Un placer como siempre leerte. E.
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