¿Os habéis dado cuenta de que el consumo mayoritario de estos tiempos post-industriales, es decir, el consumo hedonista, corporal, aquel destinado a hacer de nosotros seres únicos, eternamente jóvenes y atractivos, se basa en productos líquidos?
Esta mañana, en el Carrefour, me he dado cuenta de que vivimos en el siglo cosmético. Todo son botes con sustancia líquida o viscosa: tarros y barras de cremas, ungüentos mágicos, tonificantes, rejuvenecedores, placeneteros, exfoliantes, lubrificantes, para el sol, para la noche, para el día, olorosos, inodoros, coloros e incoloros.
Lo más profundo es la piel, que diría Gillez Deleuze. Somos nuestra piel, nuestro puñetero envoltorio. De Freud a esta parte, el centro de gravedad permanente de la identidad ha subido de los abismos del subconsciente hacia la epidermis. Somos lo que parecemos.
Cada líquido, cada elixir, con su función, con su eficacia: desde la crema de afeitar hasta la mascarilla de aloe, pasando por cremas hidratantes para manos, pies y cara, ojos y orejas, porque cada piel es distinta, cada poro necesita su calmante, cada boca requiere un sabor desinfectante envasado en menta o fresa ácida. Y por supuesto, a las cremas de la belleza, siguen las del placer: lubricantes hidrosolubes para dejarnos resbalar hacia cuerpos ajenos, perfectamente tersos e hidratados. Hasta el aceite de la ensalada es balsámico... y de Módena.
Queremos que nuestra piel enmascare bien unos años que sólo nos corroen por dentro. He ahí el truco. Morir sin una arruga, sin una mancha. Morir sin parecer que morimos. Envejecer con buen aspecto.
Algún día esta estrategia epicúrea del capitalismo ahondará en nuestro organismo: aparecerán cremas para los tejidos internos, para las membranas y los tegumentos que no vemos. Lorèal sacará su colección "Tu esófago, eternamente terso" o "Nueva gama leche de coco para ideal para médula espinal".
El androide del futuro no es un replicante lleno de cables y tuercas, de chips de silicio y baterías de litio. Es un conjunto adiposo de glándulas bien nutridas, hidratadas, coloreadas y fragantes.
Y para terminar, esta maravillosa canción en ese maravilloso concierto...
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1 comentario:
Quizás tengas razón en lo de que es más divertido cuando estás con tu propio yo. Tienes tiempo para decidir si te echas la reafirmante no grasa o el antiarrugas a utilizar a partir de 30.
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